Neuquén: Los grandes misterios del panteón de la familia Mango
De los ocho féretros que hay en el mausoleo del cementerio de Neuquén, solo uno tiene identificación. Pertenece a Amador Renci. En el subsuelo hay cajones de adultos y dos de niños.
De los ocho féretros y urnas que hay en el mausoleo de la familia Mango, declarado monumento histórico municipal en noviembre de 2003, sólo uno tiene una identificación: Amador Renci. Es lo único que está escrito en la tapa del cajón.
La parte trasera de la historia de Neuquén
“1915” se lee en la parte alta del frente de la construcción y abajo, en uno de los cuatro escalones de mármol blanco, en bajo relieve y al igual que la referencia del año pintado de negro, “Familia Mango”. De acuerdo a Martha Buffolo y Oscar Ponce, quienes hace unos años hicieron un trabajo sobre la necrópolis, los restos pueden corresponder a familiares o conocidos de los Mango.
Sin un estilo arquitectónico definido, con techo abovedado, cuatro columnas en sus extremos, de paredes revocadas, rodeado de canteros en los cuales hay dos reflectores que lo iluminan, el mausoleo tiene un cartel que resalta su característica de monumento histórico y una breve reseña de don Miguel Mango, nacido en Buenos Aires en 1874, caudillo de la época con actuaciones en el campo de la política pasando por el comercio y la función pública, quien gobernó la ciudad entre 1914 y 1919.
El frente da al sur, la puerta es de hierro, hecha con algunos sesgos artesanales, y vidrio opacado que limita la visión hacia el interior.
De acuerdo a las fuentes no se puede afirmar que el mausoleo de Mango sea el primero construido en el cementerio, pero sin duda sí es uno de ellos. ¿Quién lo hizo? Probablemente inmigrantes europeos que por aquellos años comenzaron a llegar a estos confines del mundo, buscando nuevos horizontes o escapando de dificultades en sus países: españoles, italianos, yugoslavos. En rasgos de la construcción.
En nivel de piso, sobre caballetes de hierro, hay tres féretros de adultos. Uno es el de Renci. Otro parecería haber tenido una identificación, pero no revela nada.
Sobre una saliente de la pared del norte está depositado un pequeño cajón blanco, de bebé. En el centro de la pared norte hay un crucifico y a la izquierda un gran cuadro del Sagrado Corazón de Jesús y una bombita de luz. Otra bombita similar con forma de la llama de una vela se observa en el centro del techo abovedado.
En el subsuelo hay dos féretros de adultos y dos de niños. De estos últimos uno sería de un chico de unos cuatro o cinco años y el restante es una urna ósea. No se tienen registros actualizados de la familia Mango en el cementerio y los existentes remiten a residentes en Buenos Aires.
Por Néstor Mathus
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