«Despedida al querido maestro y amigo»

Conocí personalmente a Rodolfo Casamiquela en 1998, en la Feria del Libro de Gaiman, un evento no «académico» de los tantos a los que él iba con mucho respeto e interés. Como siempre, su charla (dada en el gimnasio municipal) concitó la atención de legos y entendidos y juntó rápidamente un número importante de asistentes. Nos deleitó con sus conocimientos, que eran una mezcla de anécdotas patagónicas con información científica y, claro, unas palabras en lengua tehuelche.

Casamiquela fue el último hablante de la gününa iajëch, la lengua hablada específicamente por los tehuelches del norte de la Patagonia y que se calcula que pervivió en esta región por unos 3.000 años. Él fue el único investigador «moderno» que volcó sus conocimientos sobre el tema en un «manual de gramática»; imagínense, ser el único (y el último) que reconoce por el habla y la escucha una lengua que tiene tres milenios de antigüedad. Rodolfo no se arredró nunca frente a éste y otros desafíos.

Volviendo a aquel encuentro de hace diez años, su tema era «Las culturas indígenas patagónicas y sus textos», específicamente la tehuelche. Éste fue el trabajo de su vida. Pocos saben que Casamiquela editó su primer escrito hace más de cinco décadas -en 1956- con sólo 23 años; versaba sobre las lenguas patagónicas.

Me impactó en aquella ocasión la solidez de sus palabras. Rodolfo era un gran conversador y ésta fue su herramienta más importante al momento de enseñar. Quienes compartimos tiempo con él nos deleitamos con sus historias personales tanto como con un vasto conocimiento, que consolidó no sólo con los años de formación profesional sino recorriendo el espacio patagónico de punta a punta. Esta versatilidad en el uso de la palabra le abrió las puertas tanto de innumerables instituciones académicas como de otras que no lo eran, pero sobre todo ese dominio del habla le permitió ganarse todos los auditorios, incluso aquellos que, como en los últimos años, eran hostiles por sus opiniones.

Finalmente, cuando terminó su charla en Gaiman me acerqué, como muchos otros, y compartí con él unas palabras (yo estaba terminando el cursado de mi carrera de Historia). Quedamos en que íbamos a contactarnos. Ese «contacto» significó para mí la transformación de mi forma de pensar la historia de la Patagonia, me llevó por una infinidad de discusiones, cursos y seminarios escritos (incluyendo una tesis), todas actividades que me permitieron consolidar mi condición de historiador. No sería el tipo de investigador y docente que soy ahora si no hubiera trabajado con Casamiquela. Esto nos pasó a todos los que compartimos con él, quienes debemos reconocer y agradecer las condiciones del maestro en su persona. La obra de Casamiquela es tan vasta como cinco décadas de actividad profesional y cientos de publicaciones.

Dr. Fabián Arias,

DNI 22.116.410

Departamento de Historia de la UNC Neuquén


Conocí personalmente a Rodolfo Casamiquela en 1998, en la Feria del Libro de Gaiman, un evento no "académico" de los tantos a los que él iba con mucho respeto e interés. Como siempre, su charla (dada en el gimnasio municipal) concitó la atención de legos y entendidos y juntó rápidamente un número importante de asistentes. Nos deleitó con sus conocimientos, que eran una mezcla de anécdotas patagónicas con información científica y, claro, unas palabras en lengua tehuelche.

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