Martín Kohan: fenomenología del hincha de Boca
En “Desde La Boca. Cuando lo extraordinario se vuelve normal”, su último libro escrito junto a Ricardo Cohen, se pone en cuestión la dicotomía pensamiento-pasión.
Martín Kohan asegura que para el hincha de Boca Juniors ser fanático del club es una normalidad, por eso el libro “Desde La Boca”, escrito junto a Ricardo Cohen, se subtitula “Cuando lo extraordinario se vuelve normal”: ahí se cuentan distintas historias sobre la fenomenología de ser parte de “la 12”, la hinchada que, según el autor de “Dos veces junio” es un jugador más no bien el equipo entra a la cancha a disputar un encuentro, porque “si bien muchas hinchadas alientan a sus equipos, pocos pueden afirmar que el apoyo de su hinchada les otorga una ventaja adicional, pero Boca es un caso único”.
En 1993, Kohan publicaba su primera novela, “La pérdida de Laura”, un libro que no se ha vuelto a editar y que cuenta la historia de dos hermanos: Raúl, un personaje que tiene intereses y saberes populares y, Miguel, un hombre de la literatura. En estos treinta años que ya lleva de novelista, cuentista y ensayista, el escritor tiene escritos varios textos donde esos dos mundos conviven y entran en conflicto: “El informe” y “Segundos afuera” son dos ejemplos claros. En “Desde la Boca”, publicado por Seix Barral, pensado en conjunto con el economista y sociólogo Ricardo Cohen y escrito a mano en una agenda que lleva el logo de Boca, estos dos mundos vuelven a convivir. En este caso preciso, el teórico, novelista, ensayista y profesor de la UBA escribe sobre la pasión de ser hincha de fútbol del club xeneixe.
La idea general del libro consiste en realizar una fenomenología del hincha de Boca. Esto implicó para el autor de libros tan disímiles como la novela “Cuentas pendientes” y las memorias de infancia “Me acuerdo” o “Ensayo de lectura sobre Walter Benjamin”, indagar en la naturaleza del hincha de Boca en dos dimensiones.
En diálogo con Télam, el escritor señala que, en más de una ocasión, sobre todo en su entorno académico, le han dicho: “Vos sos un fanático de Boca”, a lo que él responde: “Yo no soy un fanático de Boca en absoluto, soy un hincha normal de Boca”.
P: Cuando decís “los que han tenido la suerte” de jugar en Boca parecés querer decir que te hubiera gustado formar parte del equipo…
Martín Kohan: Mi sueño era ser el arquero de Boca, estar cruzado de brazos en la formación arriba con (Francisco) Sá de un lado y (Roberto) Mouzo del otro.
P: Queda clara tu relación con el hincha de Boca, pero ¿Cómo te llevás con la figura del hincha, en general?
MK: Me gusta la figura del hincha y no tengo ninguna de las tesituras de subestimación o de desprecio respecto del hincha normal, como un enajenado. Me parece que es una posición previsible y finalmente reductiva la de aquel que piensa que el hincha tiene obturada la posibilidad de razonar. Por esto, el libro apunta a poner en cuestión la dicotomía pensamiento-pasión. No es cierto ni que las pasiones sean impensables ni que el pensamiento enfríe lo pasional.
P: ¿Alguna historia de las que hay en el libro te sucedió a vos?
MK: Nunca narro desde mí, ni siquiera en casos como “Ciencias morales”, que ocurre en mi antiguo colegio, durante mi época como estudiante. La novela está escrita desde mi perspectiva y mis experiencias, pero mi relación con la escritura no funciona cuando el “yo” está involucrado.
En este libro puedo representar mi pasión por Boca a través de historias de otros, pero no puedo escribir sobre mí mismo. La idea de “Ciencias morales” surgió cuando cambié la perspectiva a la de la preceptora en lugar de la mía. También intenté escribir sobre Boca en otra oportunidad por un encargo, pero no pude hacerlo porque implicaba escribir desde mi propia experiencia, lo cual no me estimula en la escritura. Mi desafío en “Desde La Boca” fue transferir mi “yo” a las historias de otros.
P: ¿Cuánto hay de la construcción identitaria en el club que se elige?
MK: Los motivos para convertirse en hincha de un club de fútbol pueden variar considerablemente. En muchos casos, esta elección se basa en una herencia paterna, como en el caso de Ricardo (Cohen), quien siguió los pasos de su padre y transmitió la pasión a sus hijos. En mi situación, la conexión se establece de mí a mi hijo, sin influencia directa de mi padre. En ocasiones, la decisión se relaciona con el entorno y el barrio en el que uno creció. Por ejemplo, yo también soy de Defensores de Belgrano, debido a mi origen en el Bajo Núñez, pero soy de Boca y anti River.
Esta identidad, al igual que muchas otras, incluyendo las identidades nacionales, tiene una dimensión imaginaria que el historiador Benedict Anderson llamó “comunidades imaginadas”. Además de las circunstancias reales, como el lugar de nacimiento, existe una parte en la que creamos esta comunidad. Un simple encuentro con un desconocido puede cambiar en un instante cuando descubrís su afiliación a un equipo. Este vínculo, en parte, es imaginario, pero no es falso, ya que se basa en elementos de experiencias reales.
El libro “Los imaginarios sociales” de Bronislaw Baczko explora esta dualidad entre lo imaginario y lo real en la construcción de la identidad. Lo que imaginamos se nutre de nuestras vivencias, y a su vez, nuestras acciones y comportamientos se apoyan en lo que imaginamos ser.
P: ¿Te atrae la combinación de fútbol y literatura en la ficción?
MK: No me veo habitualmente atraído por la combinación. La literatura es una pasión muy grande; me dedico a eso. El fútbol también es una pasión inmensa. La eficacia, en buena parte imaginaria, de una pasión es que mientras la vivís, funciona como si fuera absoluta y tiene un efecto de plenitud. ¿Para qué relativizar una pasión? Cuando uno está en la cancha, es como si en ese momento no hubiera otra cosa. Mi relación con la literatura es tan fuerte y me atraviesa tanto, que distintos aspectos de la vida, del mundo y de mi vida siempre están tocados por la literatura. Ahora bien, cada una de estas dos pasiones para seguir sintiéndolas como absolutas, necesito no combinarlas, porque si las combino, en lugar de potenciarse, se debilitan mutuamente, ya que se relativizan en su carácter absoluto.
P: ¿Y cómo equilibrás tu pasión por la literatura y el fútbol?
MK: Por momentos tengo la impresión de que la máquina literaria de leer, escribir, dar clases, prepararlas, se detiene realmente en la cancha. Y cuando, por ejemplo, en un partido te va mal ¿Dónde calmo la cabeza para dejar de revisar el penal? Toda esa maquinación se detiene cuando me pongo con la literatura, con una pasión detengo a la otra. Si no el fútbol o la literatura me tomarían toda la vida.
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