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Análisis: De la racionalidad del voto a Milei a los pisos y techos de los tercios en las PASO

Tres fuerzas acumularon el 86% de los votos en una elección a la que le faltaron 10 millones de sufragantes. La Libertad Avanza encontró su techo de votos o puede ganar en primera vuelta. Qué fuerza puede mejorar de cara a las generales.

A 40 años de democracia, el electorado argentino volvió a dar muestras de madurez. Tres fuerzas políticas se llevaron el 86% de los votos en una elección a la que le faltaron, en comparación con el padrón total, unos 10 millones de votantes y que sumó un millón de votos en blanco. Fue una sorpresa el triunfo de Javier Milei en las PASO 2023, no porque el voto a su fuerza no sea racional, quizá sea más racional que cada sufragio de sus contrincantes, sino porque ni el propio candidato lo esperaba en esa magnitud: promediando la jornada denunció robo de boletas sin sospechar que los papeles iban a las urnas.

El voto a Milei es racional porque expresa todo lo que la política tradicional no pudo resolver. Más allá de que sus propuestas, algunas de ellas fuera de la legalidad, luzcan irracionales y de casi imposible ejecución, la ciudadanía expresó la búsqueda de alternativas. Si bien es cierto que lo hizo en la elección de menor costo, no menos real es que las señales que pedían a gritos un cambio venían encadenándose con Neuquén, San Luis, San Juan y ayer Santa Cruz, donde perdió el kirchnerismo tras 32 años.

Antes de conocerse las precandidaturas presidenciales, la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner anticipó una elección de tercios y planteó, en lo que pareció una debilidad en vez de un diagnóstico, prestar atención a los pisos de las PASO para pensar en un eventual balotaje. A la distancia sus allegados y rivales deberán reconocer que, pese a la burla derrotista, el mensaje no era equivocado y por primera vez el sistema político argentino esquiva la polarización entre dos bloques o, como se bautizó desde hace algunos años, la grieta.

Tratar este lunes de analizar qué fuerza crecerá y cuál perderá peso en las generales del 22 de octubre habilita más las subjetividades que los datos objetivos.

Pese a la sed de cambio del electorado argentino es difícil de pensar, pese a los resultados de ayer, que Milei pueda ganar en primera vuelta -debe obtener más del 45% de los votos o 40% y al menos 10 puntos de diferencia al segundo-. Su triunfo en 16 provincias expresa el deseo de un cambio pero para construir los números de ayer se quedó con alguna porción de los votos a ambos costados del podio. No resultaría descabellado pensar que los números obtenidos ayer funcionen en su caso como un techo.

Las razones son muchas y, claro, todas discutibles. Pero pueden enumerarse algunas, en las PASO el peso territorial no gravitó y hubo libertad de acción de los jefes políticos, incluso con algunos barones del Conurbano Bonaerense. Lo inverso ocurrió en cuatro de los cinco distritos que elegían autoridades locales. Como ha pasado en otras primarias, muchos recordarán el caso de Guillermo Pereyra en Neuquén en 2013, cuando se pasa a jugar por los puntos las sorpresas se reducen. El voto disperso suele volver a su caudal tradicional.

También los ausentes y los votos blanco, no hay dudas que las fuerzas con desarrollo territorial irán a recuperar esos puntos. Y es ahí donde, más allá del discurso, los gobernadores en ejercicio y los electos entrarán a tallar: no es un secreto que se sienten maltratados por el oficialismo o por la interna opositora. Además, no se le conocen a Milei relaciones con ningún gobernador y, si se repasan los resultados provinciales, fue una fuerza sin gravitación y que pasó inadvertida en esos rounds con deseo de cambio.

El oficialismo hizo su peor elección, pero nadie imaginaba algo distinto. También puede leerse como un hecho de absoluta racionalidad con los niveles de inflación que arrastra el país. Sin embargo, y más allá de la interna principista que buscó satisfacer el paladar negro kirchnerista, los números que consiguió quedando a menos de 300 mil votos de un eventual balotaje, le abre una inconfesada satisfacción que necesitará de un cambio de estrategia para poder aspirar a construir otra cosa. Un 27% que sintieron en silencio como el piso y no el techo, una relación que se pone en juego cada día camino a las generales.

Quizá el golpe más duro se lo llevó Juntos por el Cambio que lleva años consolidándose como la alternativa al peronismo. Si bien entre los ganadores hay que anotar a Mauricio Macri, que se impuso en las internas más allá de una forzada convivencia de triunfadores y vencidos, la competencia abierta por Milei es un frente que no imaginaban tener a ese nivel. Juntos por el Cambio también perdió votos y si bien los datos obtenidos parecen ser con más claridad el piso que el techo, también se sabe que su interna, por el nivel de confrontación, no podría ser una suma lineal. El trabajo estará, seguramente, enfocado en recuperar los descontentos que se fueron hacia una opción ultraliberal. El doble frente que debe resolver, como oposición y como opción sólida de cambio, no será tarea sencilla, pese al contundente triunfo en CABA y una potente elección en Provincia de Buenos Aires.

Los tercios quedaron ratificados en las PASO y ahora resta saber dónde están los techos de las fuerzas. Si se repasan los números de ayer queda claro que el escenario de balotaje es lo más probable que se verá en octubre y que no hay elementos para dejar a nadie prematuramente fuera de carrera: poco mas de 700 mil votos separan al primero del tercero.


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