«Hugo, el de las recetas magistrales»
No sé si lo conociste. Quizás alguien te habló alguna vez de él. Hugo Bitesnik, el de las recetas magistrales en su farmacia «San Francisco» de Cutral Co (1947). Hugo, el de los preparados de laboratorio, las balanzas con pesitas pequeñas y un sinfín de creativas producciones cual pintor de excelencia?», pomada rosada», «tintura de yodo», «crema para el acné», «jarabe para la tos», «diadermina», «miel rosada»? recorro las estanterías y uno a uno, los frascos antiguos de la farmacia, traen a mi memoria su compromiso con la salud de sus vecinos, su precisión en aquellas recetas, sus medidas de extrema higiene para garantizar un producto final hecho por un idóneo y con normas de un laboratorio del nuevo milenio.
Como todo italiano, pasaron por sus venas largas horas en el barco que lo trajo a la ¡Argentina prometida! Y en ese espíritu aventurero, sus jóvenes años sabían que «debía servir a la comunidad» y que su experiencia en medicina y farmacia la iba a entregar sin límites.
Hugo, el farmacéutico. Hugo, «enfermero y partero» en Centenario (1940)? donde las obras sociales no existían y reconocían tu trabajo pagándote con verduras y frutas de la chacra o algunos pollos nada más. Hugo, el de la vida? siempre la vida? pediatra de familia.
Creativo, disfrutando y actuando en las obras de teatro, en la música de jazz , aprendiendo a bailar tango con su carpeta de Emilio Gaeta bajo el brazo, aprendiendo a esbozar una melodía en trompeta, con sordina para no enloquecer a la familia? Hugo? el abuelo generoso, pendiente de sus nietos, de su buen crecimiento y malcriándolos -como todos los abuelos- con los más ricos chocolates y las revistas e historietas de dibujos infantiles.
Los domingos, el paseo de calendario era ir a almorzar a Zapala. Toda una aventura? en aquellos tiempos. La parada obligada, tomar algo en el puesto de Ramón Castro. Arena? médanos? alguna cigüeña de petróleo? y el horizonte como mudo testigo. Y si el viaje era a Neuquén, parada oficial en el puesto del ¡»Gaucho» Mistringa! Para charlar un rato, reír y seguir viaje.
Todos los momentos vividos siempre marcan mágicamente el corazón de las personas. Es por eso que mi abuelo fue y será mi gran referente. Una gran persona que dio todo sin esperar recompensa. Por eso, ahora que ya no está, me enorgullece decir: «Fuiste un ´Grande´ ¡Hugo Bitesnik!».
Roxana Rodríguez, DNI 12.629.589
roxanagobbi@arnet.com.ar
Cipolletti
No sé si lo conociste. Quizás alguien te habló alguna vez de él. Hugo Bitesnik, el de las recetas magistrales en su farmacia "San Francisco" de Cutral Co (1947). Hugo, el de los preparados de laboratorio, las balanzas con pesitas pequeñas y un sinfín de creativas producciones cual pintor de excelencia?", pomada rosada", "tintura de yodo", "crema para el acné", "jarabe para la tos", "diadermina", "miel rosada"? recorro las estanterías y uno a uno, los frascos antiguos de la farmacia, traen a mi memoria su compromiso con la salud de sus vecinos, su precisión en aquellas recetas, sus medidas de extrema higiene para garantizar un producto final hecho por un idóneo y con normas de un laboratorio del nuevo milenio.
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