Una maestra de Neuquén resguardó seis meses en su casa a una estudiante cuyo papá la maltrataba

La niña es migrante y pidió ayuda en la escuela primaria. Gracias a esta intervención la mamá, que no había autorizado su ingreso a Argentina, supo dónde estaban ella y su hermano. El hombre enfrenta hoy un juicio por intento de femicidio.

Una niña migrante va a la escuela, una primaria pública de la ciudad de Neuquén, y le pide a la directora ver a su maestra. La llaman, la docente llega y su alumna le dice que no quiere volver a la casa porque su papá la maltrata. La defensora de los derechos de las infancias, Marcela Robeda, se comunica con el hombre y él le responde que la denuncia de su hija es «falsa» y que en este país «le daban credibilidad a las mujeres». Un año después apuñaló a la mamá de la chica, su expareja, en la calle.

Robeda declaró ayer en el juicio contra José Gregorio Montaño, quien está acusado del intento de femicidio de Odra María González Trías, de amenazarla y de incumplir una orden judicial. El imputado, según intenta demostrar la fiscalía, llegó a Neuquén en 2019 con los dos hijos de la pareja desde Venezuela, sin la autorización de la mamá.

Esa no fue la versión que él daba por entonces. Montaño informó en la escuela que Odra había abandonado a los niños y que se había ido a Brasil.

La defensora remarcó que el acusado al principio se mostraba «abierto, reflexivo, para luego pasar a no serlo tanto y plantear algunas cuestiones bastante prepotentes, de enojo, de que cómo le íbamos a creer (a la niña), que era una mentirosa». Se preguntaba, dijo Robeda, cómo era posible que en Argentina «creamos el relato de un niño».

La funcionaria contó que la chica manifestaba que cuando se instalaron en Neuquén su papá era especialmente violento con ella, y no así con su hermano. Que estaban bien marcados los estereotipos de género. «Tenía que limpiar, tenía que cumplir con las tareas, si no cumplía, la golpeaba», mencionó Robeda.

Se dispuso entonces que la maestra tuviera la guarda. Con ella permaneció seis meses hasta que Odra pudo ingresar a Argentina. La mujer se comunicó por correo electrónico con la defensoría para explicarle que mantenía contacto con sus hijos, superlimitado por redes sociales, que quería hacerse cargo de ellos, y que no los había dejado.

La docente, que también declaró ante el tribunal, señaló que durante ese tiempo no recibió ningún aporte del Estado para afrontar la crianza. Sostuvo que la niña era una «alumna excelente» y durante el tiempo que permanecieron juntas tenía «miedo de encontrarse con el papá».

Montaño incluso salió por radio para decir que una docente había secuestrado a su hija.


«Yo era la mala madre»


Odra fue la primera testigo de la jornada. Montaño siguió su declaración en otra sala.

«Me destruyó todos los nervios de la mano (izquierda), ahorita estoy a la espera de otra cirugía para ver si logro cerrar la mano», precisó al tribunal, integrado por los jueces Marco Lupica Cristo, Raúl Aufranc y Gustavo Ravizzoli. Recibió 16 puñaladas en su cuerpo, el 22 de septiembre de 2022, al mediodía. Aseguró que no sólo no puede trabajar, y cobra una ayuda económica para sostenerse, sino que necesita colaboración para todas las tareas cotidianas. Señaló que le cuesta «hasta atar la cuerda de los zapatos».

Después de estar 14 años en pareja, se separó de Montaño. Él ejerció maltratos físicos y psicológicos. «Me hacía sentir que yo no servía para nada», agregó la mujer de 39 años. Relató que ella siempre pensó que él podía cambiar, pero la violencia sólo se incrementó. Afirmó que él nunca la golpeaba en la cara, para que las personas no advirtieran esas heridas.

Planteó que se fue a Brasil, tal y como describió en una entrevista con diario RÍO NEGRO, porque necesitaba reunir dinero, y que sus hijos que hoy tienen 15 y 14 años, quedaron en Venezuela al cuidado de la familia. El hombre insistía en que era una «mala madre» y que no tenía «derecho a ellos», por eso les impedía mantener contacto.

Cuando su hija pudo hablar y ser oída en la escuela, y Odra viajó a la Argentina, Montaño persistió con el hostigamiento. «Si tú no vuelves conmigo va a ocurrir una desgracia, porque te voy a matar», le llegó a decir.

La mujer lo denunció por amenazas, se le impuso la prohibición de acercamiento de 200 metros. Una medida muy absurda, vivían a una distancia menor a esta. Él la incumplió -fue hasta la casa y le recriminó a la hija que su mamá tenía una nueva pareja- y el día que lo notificaron de esta desobediencia la cruzó con su bicicleta. «Yo a ti te amo», le gritó él. «Yo a ti no te amo, déjame en paz», respondió ella y allí comenzó el ataque.

Gracias a la ayuda de dos hombres pudo sobrevivir. Le pedían que la soltara y Montaño repetía: «tú no sabes lo que me hizo esta mujer».

«La herida que me hice fue poniendo la mano porque él quería darme en la cara», recordó. Cuando pudo zafarse pensaba: «dios mío, dame una oportunidad de vida» porque yo sabía que si a mí me pasaba algo, me moría, su papá iba a quedar preso, y mis hijos ¿dónde iban a quedar? Eso era lo único que a mí me pasaba por la mente».

El dato

4
testigos declararon en la primera audiencia. Está previsto que el juicio se extienda hasta el viernes.

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