La muerte de dos policías y la formación de los agentes en Río Negro
Un especialista en seguridad analiza las lecciones que dejaron los casos del reciente juicio por el cadete Lucas Mandagaray, que falleció durante un entrenamiento extremo, y de la desaparición y muerte del agente Lucas Muñoz, aún sin resolver.
Walter Puebla Morón*
La formación policial es y seguirá siendo uno de los temas periódicos de debate social, reivindicación institucional y discusiones políticas. La propuesta de este artículo es contextualizar problemas, desafíos y algunos puntos para la reflexión en el marco de una coyuntura singular de Río Negro.
En efecto, el 25 de julio se conoció la sentencia a prisión de cumplimiento efectivo a un grupo de instructores policiales encontrados como responsables de la muerte de Gabriel Mandagaray en abril de 2021 durante un Curso del Cuerpo de Operaciones Especiales y Rescate (COER).
Cabe mencionar que sobre este mismo hecho, perdura otra causa penal que investiga al siguiente nivel en la estructura jerárquica policial que responde por los trámites y autorización de tales capacitaciones.
Pero no es la única muerte en el invierno rionegrino que exige revisar qué son y cómo deberían ser los procesos formativos de la Policía de Río Negro (PRN).
Actualmente también estamos transitando uno de los veintisiete días que transcurrieron hace siete años entre el 14 de julio y el 10 de agosto en que desapareció y luego se encontró el cuerpo de Lucas Muñoz, durante los cuales su familia buscó y aún hoy espera una respuesta acerca de quienes fueron los que lo secuestraron y mataron.
El agente, de 29 años, desapareció el 14 de julio de 2016 cuando se dirigía desde su vivienda hacia la Comisaría 42°, y su cuerpo apareció en un descampado de Bariloche 27 días después.
En este caso, la causa penal estuvo al borde del archivo y la investigación realizada en Bariloche se trasladó a principios de este año a Viedma para una revisión, inyectando algo de esperanza a una investigación que aún no pudo debilitar el pacto de silencio acerca de quienes retuvieron y asesinaron a este policía.
Esta última es una muerte única, en el sentido de que el joven reunía la condición de abanderado de la Escuela de Policía Juan Serafín Álvarez de la provincia de Río Negro, pero también era un graduado como Técnico Universitario en Seguridad Ciudadana de la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN), que fue producto de una decisión política implementada en 2012 e interrumpida unilateralmente por el Gobierno en 2015, de vincular la formación de los agentes de seguridad con la enseñanza universitaria.
Las notas de ambos casos y siempre con foco en reflexiones en torno al ser y deber ser de estos procesos formativos implican revisar la estructura burocrática relacionada con la formación policial y las políticas de seguridad en el aspecto del lineamiento que debe establecer la Ley 4.200 que regula estos aspectos.
Ya que el objeto de este artículo es la formación policial, podemos puntualizar algunas reflexiones:
• La crítica hacia la formación policial endogámica, considerada antigua y militarista, puede surgir de diversas fuentes y puede plantear varios desafíos para implementar una reforma en la formación policial en una sociedad democrática. Algunos de estos desafíos incluyen:
• Cambio cultural e institucional: Una reforma en la formación policial requeriría un cambio cultural y en la mentalidad de las instituciones policiales. Esto implica superar las tradiciones arraigadas y adoptar prácticas más modernas y adecuadas para una democracia, como un enfoque centrado en los derechos humanos, la comunidad y la resolución pacífica de conflictos.
• Desafío de la resistencia interna: es probable que algunos miembros de las fuerzas policiales se resistan al cambio, especialmente aquellos que han sido formados en una cultura más antigua y militarista. La implementación exitosa de la reforma requeriría un esfuerzo de liderazgo para convencer a los agentes de la necesidad de una formación más abierta, inclusiva y orientada hacia la comunidad.
• Actualización de currículos y métodos de enseñanza: la formación policial en una democracia debe enfocarse en habilidades como la mediación, la resolución de conflictos y el trato igualitario a todas las personas, independientemente de su origen étnico, género o posición socioeconómica. Revisar y actualizar los planes de estudio y los métodos de enseñanza para reflejar estos valores y competencias sería un reto importante.
• Fortalecimiento de la transparencia y rendición de cuentas: una formación policial endogámica puede conducir a una falta de transparencia y rendición de cuentas dentro de las fuerzas policiales. La reforma debería abordar este problema, estableciendo mecanismos para garantizar una mayor transparencia en las operaciones policiales y una rendición de cuentas efectiva en caso de abusos o violaciones de los derechos humanos.
• Participación ciudadana y trabajo en comunidad: la formación policial en una democracia debe estar en sintonía con las necesidades y expectativas de la comunidad que sirve.
Por lo tanto, la reforma debería implicar una mayor participación ciudadana en la definición de las políticas y prácticas policiales, así como fomentar una estrecha colaboración entre la policía y la comunidad para abordar los problemas locales de manera proactiva.
• Asignación de recursos financieros y políticos: implementar una reforma en la formación policial requiere una asignación adecuada de recursos financieros y políticos. Es posible que se necesite una inversión significativa en capacitación, infraestructura y tecnología para llevar a cabo los cambios necesarios de manera efectiva.
• Superar intereses políticos y presiones: la reforma policial puede enfrentar resistencia por parte de actores políticos y grupos de interés que se benefician del statu quo o que ven a la policía como una herramienta para avanzar en sus agendas. La capacidad de superar estas presiones y lograr un amplio consenso en la sociedad será crucial para el éxito de la reforma.
* Licenciado en Seguridad, exdocente de la Escuela de Policía, docente e investigador en la Universidad de Río Negro.
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