Casa Carbajal en Roca: el edificio de los hermanos españoles que resiste y su anexo perdido en el archivo
La calle Italia de Roca, entre 9 de Julio y Tucumán, guarda históricos testigos de los comienzos de la ciudad. Entre ellos, Casa Carbajal, que lleva nada menos que 103 años, en diagonal a la Tienda Iberoamericana (Ramos Generales en ese tiempo), que ya celebró un par de años más, 109. Cuando «Carbajal» fue construida, eran tiempos del primer alumbrado público y la habilitación para el paso del agua por el Canal Principal de Riego.
Cuando todo empezaba a tomar forma
Mucho se ha replicado en redes sobre este emblemático lugar, pero la sorpresa al encontrar fotos del Archivo General de la Nación (AGN) y comparar con el recuerdo de vecinos de ese tiempo, es que ese inmueble era solo una parte de la historia.
El edificio que hoy sigue en pie es el complemento de otro, que se encontraba a la vuelta, con ingreso por calle Tucumán, casi llegando a la esquina con Italia. Hay quienes dicen que los terrenos estaban conectados en el interior de la manzana. Hasta donde diario Río Negro pudo averiguar, cigarrería, perfumería y zapatería integraban el primero (todavía presente) mientras que el segundo era la librería propiamente dicha, hoy intervenida, para dar paso a los locales y edificios vigentes en la actualidad.
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Como en todos los pueblos ferroviarios que iban surgiendo, los hoteles y comercios se ubicaban alrededor del paso de las vías. En este caso, a una cuadra de «Carbajal», en 9 de Julio y Sarmiento (ex Chacabuco), paraba el conocido Trencito, que conectaba Roca con la naciente Neuquén desde 1916. La actual estación llegó recién en la década del ‘30, varias cuadras más abajo.
Sobre calle Italia
Sobre el inmenso edificio de planta baja, primer piso y altillo, instalado sobre calle Italia, se conocen los datos gracias al trabajo de recopilación de Patrimonio Histórico, publicado por el Municipio. De hecho ostenta en su pared la reconocida placa que reconoce su trayectoria.
Inaugurado en 1920, fue construido por dos hermanos españoles con ese apellido, comerciantes que se propusieron abastecer a la incipiente población del Fuerte General Roca en ese variado rubro. La planta baja estaba constituida por el sector comercial, con un amplio ingreso pensado para el acceso de vehículos o carros, sumado a la puerta de la escalera de madera que ascendía a los pisos superiores. El patio contaba con una cisterna para el almacenamiento de agua.
Su tipología, profundizó el registro de Patrimonio, respondía a ciertas características del modernismo. «El revoque de la fachada principal está tratado con material de frente pigmentado con color rojizo y presenta lineas dibujadas simulando una trama de ladrillos (…) El balcón es un plano con balaustrada de elementos muy simples, realizada con cemento. Sobre el cornisamento superior se encuentra una balaustrada similar a la del balcón. El techo a dos aguas tiene cubierta de chapa, la canaleta de la fachada frontal se encuentra oculta detrás de una alta carga y las bajadas pluviales están a la vista», detallaron.
Por un tiempo, fue sede también de «La Alemana», una de las primeras rotiserías y fiambrerías que a su vez servía como lugar de reunión de la comunidad.
Sobre calle Tucumán
Para hablar del segundo edificio, Nélida Di Rocco es quien aporta su memoria en este rescate, trayendo al presente los años de trabajo de su mamá, María Anita Ovejero, como empleada de atención al público en ese bello local, hoy desaparecido al menos en su aspecto original.
Una foto hallada en el grupo “Roca es de Todos” y otra del AGN fechada en 1921 son la prueba de que existió ese espacio, grabado en el recuerdo de tantos roquenses que se acercaron allí a comprar los útiles para el comienzo de clases. La oferta, rememora Nélida, incluía además golosinas y juguetes.
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Abelardo Zilvestein, a los 87 años y vía correo electrónico, agregó su testimonio, atesorado desde los años ’40. «Ingresé en primer grado en la escuela 32, y como consecuencia, debía comprar los útiles (…) Recuerdo que ingresar al local me resultaba mágico, fundamentalmente por tener que dialogar con un idioma que me llamaba la atención. La competencia de Carbajal era casa Boluña, ubicada dos cuadras hacia el Este», contó.
Finalmente, Juan Carlos Ponce, nacido en Roca aunque hoy vive en Allen, dijo que en su registro de niño, allá por la década del ’60, quedó grabado el piso de madera que sonaba al ingresar y el particular aroma que perduraba en el ambiente. Su madre, Sara Kegel, iba junto a él y sus hermanos desde la zona de chacras, a completar el sencillo trueque de intercambiar la produccion de su quinta por los lápices, reglas y cuadernos necesarios para ir a la escuela Romagnoli. «En el medio del negocio había exhibidores y contra la pared, hasta cerca del techo, estantes rectangulares donde acomodaban todo. El señor que atendía usaba bigotes finos y cabello negro, siempre bien peinado, vestido de saco y corbata, también algunas veces de chaleco», describió Ponce.
Las décadas pasaron y en los años ’80, la universidad trajo consigo estudiantes que alquilaron en los departamentos del primer piso de calle Italia. Andrés Maripe, uno de los visitantes al lugar en esa etapa, recordó que «en planta baja, en el local del extremo izquierdo, había un bar que se llamaba el Diente de Oro, dónde paraban todos los que venían de las chacras», llegados a trabajar desde Tucumán y Chile.
Hoy a pesar del deterioro, los ornamentos que semejan nidos de hornero en la cornisa final, siguen viendo pasar inquilinos de todo tipo, distintos dueños y transeúntes de todos los tiempos. La vereda sobre calle Tucumán ya no tiene el poste donde atar los caballos que los clientes usaban como medio de transporte. Y los cerámicos claros que formaban una guarda nacarada cerca del altillo se han ido partiendo. Pero a pesar de todo Carbajal resiste, para recordar al pueblo de dónde vienen sus raíces.
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