Una pasarela para que desfile la historia: el Museo de Regina recordó cómo era la moda de los años ‘50
Dos ex reinas, un estilista y una maquilladora se sumaron para hacer realidad esta propuesta diferente. Eran tiempos de ropa confeccionada en casa, cuando la mujer todavía era vista sólo como jefa de hogar... ¡No te pierdas las fotos históricas!
La feminidad en la pasada década del ‘50 se traducía en vestidos ceñidos a la cintura, faldas por debajo de la rodilla, muchas veces al estilo campana. Años después de la Segunda Guerra Mundial y dejando en el camino los trajecitos más estructurados, las mujeres habían comenzado a elegir telas más livianas, con más colores, estampados y hasta lunares.
El cabello, recogido con elegancia, se completaba en el guardarropa de Regina Manglus con stilettos y tapados de piel. De familia italiana, ella fue una de las tantas vecinas de la ciudad de Villa Regina, en el siglo pasado, cuando poseían una panadería sobre calle España 38. 24 de sus prendas, increíblemente bien conservadas, volvieron a lucirse 70 años después, en el Desfile que organizó el Museo Histórico “Felipe Bonoli”, el pasado fin de semana.
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En tiempos de «la Singer»
Magalí Catriquir es la museóloga a cargo del espacio y quien recibió hace un tiempo la donación de indumentaria, de manos de la propia nieta de Regina Manglus, Gloria Marasca Corgatelli. Gracias a este aporte, pensó en mayo la posibilidad de organizar el evento, para celebrar el Día Internacional de los Museos con una propuesta diferente y a la vez recaudar fondos para la Galería de Arte Contemporáneo que comenzó a funcionar en la antigua casona dedicada a la historia local, sobre calle Florencio Sánchez.
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“En las fotografías podemos analizar peinados, tipos de vestuario, pero todo es en blanco y negro… cuando vi estas telas, esos colores, esos diseños tan sencillos me pareció hermoso, más teniendo en cuenta que las máquinas de coser en aquella época solo cosían en línea recta, como la Singer a pedal y las que traían las inmigrantes de su tierra natal, en los baúles de viaje, que funcionaban a manivela”, opinó Magalí.
En función de esos recursos limitados, “solo usaban la máquina en los laterales de las prendas, mientras que el resto era todo surfilado a mano, tanto cuellos, como ruedos y puños… Los botones forrados también se colocaban a mano, con presillas de cinta para sujetarlos”, agregó la titular del Museo.
Magalí habla de corte y confección porque en la juventud de Regina Manglus, eran muy puntuales los atuendos que se compraban en tiendas. Los demás se hacían en el hogar, tanto para abaratar costos en familias numerosas como para hacer frente a la poca disponibilidad de modelos en el Territorio. Las Escuelas Profesionales de Mujeres eran ejemplo de esa forma de ver el mundo: capacitar en tareas manuales necesarias para el desempeño al frente del hogar o para otros clientes.
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Jefas de hogar
Muchas tampoco podían darse el lujo de viajar a ciudades grandes para visitar los locales más distinguidos, menos aún, salir de shopping por Buenos Aires, una de las “más fashion de Latinoamérica”, junto a Sao Paulo y Ciudad de México, según un repaso histórico de la Unión de Trabajadores de la Moda e Imagen Publicitaria de la República Argentina. Las revistas eran el centro de difusión de moda europea, con consejos y tips para confeccionar “lo último que se estaba usando”.
En el Archivo de Diario RÍO NEGRO, por ejemplo, se nota que para la sociedad de la época, las mujeres se destacaban por las fiestas que organizaban, por la beneficencia, los arribos después de algún viaje en tren, los nacimientos y las bodas. Algunas publicidades apuntaban a ellas, pero desde la ropa femenina o la venta de electrodomésticos, hasta mediados del ‘60, cuando se habilitó una columna específica, pero que también las ubicaba como jefas de hogar.
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Así muchas se las ingeniaban para lucirse en los paseos al “centro” del pueblo, donde podían encontrarse con sus vecinas en la iglesia, la confitería, el almacén, el cine del Círculo Italiano y hasta el cementerio, mucho más visitado que ahora. Los bailes con música de orquesta eran otro momento esperado, según recordó el profesor Carlos Schulmaister, en una entrevista publicada en el blog “Bien de Regina”.
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Frente al espejo
En homenaje a ese tiempo, Virginia Almada, quien fuera Reina Nacional de la Pera en 2020, junto a la última Reina de la ciudad, Marian Barría, y Damaris López modelaron los vestidos y tapados elegidos para este Desfile de Época, jugando a volver en el tiempo. Completaron el equipo, el estilista Cesar Olate y Cecilia Rosales, su esposa, a cargo del maquillaje, que también se entusiasmaron con el desafío. Todo ad-honorem.
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Para darle el toque fundacional, con más mujeres como protagonistas, el cierre se centró en un vestido de cola, representativo de la cantante lírica portuguesa cuyo nombre bautizó a la ciudad: Regina Pacini. La réplica fue usada en los ‘90 para una obra en el teatro y en esta oportunidad la exhibieron junto al cuadro pintado en su honor.
La Casa Museo
La vivienda que ocupa el Museo desde Noviembre de 1992 funcionó originalmente como vivienda particular, construida por la Compañía Italo Argentina de Colonización para alojar a su gerente en la zona, el ingeniero Bonoli, junto a sus tres hijos y su esposa Benedicta, hija de César Cipolletti, el profesional que ideó el dique Ballester. Todo entre 1924 y 1925, antes de la fundación del pueblo, hace casi 100 años. Su labor permitió organizar las bases de lo que hoy es la localidad.
“La familia vivió en 1923 en General Roca y en 1924 se mudó a Colonia Regina Pacini, donde se instalaron en una casilla de madera mientras completaban la construcción de la casa. Vivieron allí hasta 1931, tiempo en el cual “dirigieron todos los asuntos relacionados con la llegada de los inmigrantes, la construcción de sus viviendas, el sistema de riego, la entrega de tierras y herramientas, la primera escuela de italiano, el transporte escolar, el comedor y las primeras manifestaciones culturales y religiosas”, repasó Magalí, que lleva 19 años en la labor de rescatar la historia local.
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