La construcción resiste la crisis y se mantiene activa en Bariloche
Los especialistas en finanzas aseguran que, ante la situación de inestabilidad económica, invertir en ladrillos “siempre es una buena salida”.
La actividad constructiva en esta ciudad, al menos la que se puede medir por la estadística de obras que tramita el municipio, crece a ritmo sostenido y parece inmune a cualquier crisis, ya que en 2022 alcanzó niveles que superan en un 53% el promedio de los últimos diez años. La curva continuó en ascenso durante los primeros meses de 2023.
La inflación creciente, la inestabilidad cambiaria y el deterioro general de los ingresos afectó otros rubros de consumo, pero los indicadores demuestran que la construcción no se detiene, según reconoció el director municipal de Obras Particulares, Sergio Troncoso.
El diagnóstico fue compartido por el presidente del Consejo de Ingenieros de Río Negro, José Repossini, quien dijo que históricamente en épocas de “economía confusa” se multiplican las decisiones de construir.
“Siempre ha sido así. Por lo menos en Bariloche -aseguró-. Plata hay siempre, hay mucho dinero. Yo no sé si en blanco o en negro. Y se vuelca a la construcción porque el ladrillo es una inversión segura”.
En 2022 el municipio aprobó obras por un total de 318.876 metros cuadrados. El número que es el más alto de toda la serie estadística (desde 2006 hasta la actualidad) y supera en un 53,9% el promedio de los últimos diez años.
Ese volumen de metros habilitados se reparten en 1.773 proyectos (a razón de siete por día), de las cuales 1067 fueron obras nuevas, 677 regularizaciones y 29 ampliaciones.
En el primer cuatrimestre de este año la constante se mantuvo, ya que se tramitaron en las ventanillas municipales 463 obras, por un total de 95.858 metros cuadrados.
La construcción aparece distribuida en forma pareja -dijo Troncoso- aunque hay una mayor concentración de viviendas familiares en la pujante zona este de la ciudad (El Cóndor, Las Victorias, La Colina, Aldea del Este, Las Chacras), mientras que en el oeste predominan las obras con destino turístico, o complejos de departamentos. En la zona del Alto es más frecuente ver obras de poca envergadura, muchas de ellas no declaradas.
También contribuyen al movimiento general las grandes obras. Entre las más visibles está la millonaria reforma del hotel Vuriloche, sobre el km 1 de Bustillo, que permaneció cerrado casi 20 años y será reconvertido por una empresa de turismo estudiantil. También hay un gran complejo habitacional en marcha en el kilómetro 5,2, con departamentos de alta gama, y otro similar en la zona de playa Bonita.
Se le suman otros expedientes en trámite para poner en uso terrenos libres en pleno centro, entre ellos el hotel Cordillera, de la familia De Barba.
En 2022 la generación de nuevos expedientes en el municipio tomó un impulso nunca visto con anterioridad. En la década anterior el promedio apenas superó los 200 mil metros cuadrados por año (con un pico de 278.000 en 2018) y el año pasado fueron 318.000.
A diferencia de lo ocurrido en otras actividades, la pandemia casi no se notó, ya que en 2020 el municipio tramitó obras por 204.000 m2 y en 2021 fueron 220.000. El peor año de la serie fue el 2012 (a la salida de la crisis del volcán), con 141.000 m2.
La gestión administrativa
Troncoso dijo que la lectura de esos datos debe ser cruzada con la evolución de la metodología de trabajo de Obras Particulares, ya que en el último año dejaron de tramitar en papel y hoy “está todo digitalizado”. Dijo que “los profesionales ahora pueden hacer todo desde su casa” y el mecanismo es “mucho más eficiente”.
Para nada de acuerdo con esa afirmación, el ingeniero Repossini aseguró que la gestión de obras ante el municipio “cada vez es más complicada”. Señaló que la conexión vía web “es muy difícil” y no reemplaza lo que se lograba “cara a cara” en el mostrador.
Según el profesional, “sacar las cosas rápido es algo que pueden hacer los que están encima todo el tiempo, los estudios grandes o los que tienen algún contacto”, pero el contribuyente común “inevitablemente tarda más”, porque debe destinar muchas horas y “pasa mucho que no le contestan”.
Aseguró que, aun con la digitalización, el trámite de un expediente de obra “lleva de seis meses a un año”.
Razones para regularizar
Siempre hubo un cierto volumen de obras irregulares, que no pasan por el registro municipal, pero que tarde o temprano generan problemas a su dueño. Según explicó Troncoso cada vez más gente asume que “es considerablemente más barato construir con planos aprobados”, que inscribir después y pagar los sobrecostos.
Señaló que la motivación principal de los propietarios individuales que cumplen con la normativa pasa por la necesidad de asegurarse el plano aprobado de su construcción para poder ofrecerla en venta, para tramitar crédito hipotecario, para subdividirla en propiedad horizontal o también para tramitar una habilitación comercial o turística. Nada de eso es posible con una obra sin declarar.
El jefe de Obras Particulares también refirió que inscribir la construcción en el municipio también redunda en una quita de tasas, porque la propiedad deja de estar categorizada como baldío.
Pero reconoció que hay obstáculos puntuales, sobre todo en algunos barrios del Alto, porque “en algunas zonas no están bien determinados los parámetros” de construcción permitida y haría falta ajustar la normativa.
Troncoso dijo que el volumen de actividad se mantiene alto por varios factores. Uno de ellos es la operatoria Procrear, que desde hace años funciona como un incentivo importante para la construcción de viviendas familiares.
También lo destacó Repossini, al señalar como ejemplo el segundo bloque de departamentos de ese programa que se construyen en el barrio El Cóndor.
Aclaró que en el caso de las viviendas individuales el Procrear tiene sus límites porque “no llega a cubrir la mitad del costo de la casa” y el interesado tiene que contar no solo con el terreno, sino con un capital propio importante para concretar el proyecto.
Aun así, dijo que la construcción no se detiene porque basta con recorrer la ciudad para ver que “hay mucho departamento chico en construcción, en distintos barrios, y en general destinados a la venta”. Aseguró que en buena medida encuentran clientes “de Buenos Aires”, que ven como un buen negocio adquirir unidades chicas en Bariloche por 120 ó 150 mil dólares.
“Con la inestabilidad que hay, invertir en ladrillos siempre una buena salida”, afirmó el ingeniero. Dijo que otro segmento con dinámica propia son los barrios privados muy chicos, “de una hectárea, o hectárea y media”, como los que existen hacia el este, “en dirección a Dina Huapi”. También mencionó el barrio cerrado ubicado a la altura del kilómetro 4,700 entre Bustillo y la calle Ojos del Salado, donde “se están construyendo varios cuerpos” de viviendas.
Para tener otra referencia sobre el movimiento constructivo en la ciudad también sirve repasar la recaudación municipal por derechos de construcción. El año pasado ingresaron a esa cuenta 41 millones de pesos y para este año hay una proyección presupuestaria de 84 millones. Lo recaudado entre enero y marzo últimos por derechos de Construcción fue de 22,02 millones, casi el triple del ingreso del año anterior para el mismo período.
Para los trabajadores, también es “un gran momento”
El secretario adjunto de Uocra Bariloche, Héctor Cárdenas, aseguró que la actividad emplea a nivel local a alrededor de 2.000 personas y pasa “por un gran momento”.
Puso como ejemplo la situación del obrero especializado, “que tiene una alta demanda y no se consiguen”.
El gremio funciona como una bolsa de trabajo. Cárdenas dijo que en otras épocas recibían a diario a personas interesadas en “changuear” y no conseguían. Pero ahora muchas veces deben decirle a los empleadores que toda la mano de obra está ocupada.
“Nunca pasó lo que se está viendo ahora, que nos pidan gente y les tenemos que decir que no hay”, refirió Cárdenas.
Dijo que las obras más grandes de la ciudad, que concentran muchos trabajadores, son la terminal, la ampliación del hospital y los departamentos de Procrear, pero también “hay muchos hoteles, hosterías, mucha obra privada y casas comunes, en las que trabajan cinco o seis personas”.
Señaló que la Uocra tiene un panorama general de la construcción en Bariloche, pero la demanda global los excede, porque cuentan con 900 obreros afiliados. A su entender se desempeñan en la actividad “por lo menos el doble”. Aunque reconoció que no falta mucho para la veda invernal y todos saben que “con la primera nevada las obras se frenan, porque lo exigen las ART”.
El titular del corralón Casa Palm, Mariano Giménez, también refirió que la crisis económica y la caída general de ingresos no impacta “casi nada” en el nivel de demanda de materiales. “La obra chica está un poco resentida, va de la mano de la realidad individual de cada uno -explicó-. Pero la mediana y grande están bien y empujan mucho”.
Dijo que hubo hasta hace unos meses “problemas serios de abastecimiento” en hierro, cerámicos, grifería y otros productos con componentes de importación, pero “ahora se empezó a corregir”.
Dijo que es una actividad que mueve volúmenes importantes de dinero y muchos responsables de obra “se anticipan a los pedidos de materiales” para no tener que parar.
Según observó Giménez, el crédito está cerrado, si no el estímulo sería mayor. Pero aun así la gente planifica y “sin asumir grandes riesgos” invierte con ahorros y así “la vivienda familiar siempre está”, y funciona como un sostén histórico del sector, apuntó el empresario.
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