Adriana, la partera que ayudó a nacer a 11.000 chicos en Bariloche
La obstetra lleva un cuaderno con el registro de cada parto que asistió en la ciudad y hoy recibe como pacientes a personas que “trajo al mundo” años atrás. La profesión tuvo un cambio de paradigma y hoy el rol se centra en el acompañamiento de la mujer.
Adriana Casas lleva 30 años asistiendo a familias en uno de los mejores momentos de su vida. Esta mujer está a punto de alcanzar los 11 mil partos en Bariloche. De hecho, en el último tiempo, comenzó a acompañar como partera a mujeres a las que, años atrás, trajo al mundo.
Se recibió en 1991 y después de trabajar dos años en el Hospital Gutiérrez de La Plata se radicó en Bariloche. “Era muy jovencita y Bariloche fue mi escuela. Llegué justo cuando un grupo de obstetras se juntaba para armar un centro. Ahí empecé a trabajar con varios médicos con los que sigo ahora. Fue mi camino de formación porque cuando uno sale de la facultad con toda la artillería para la intervención, no te preparan para acompañar”, señala esta licenciada en Obstetricia de 52 años.
Adriana desembarcó en Bariloche un 28 de marzo de 1993 y desde entonces, lleva un minucioso registro y una agenda de los partos. Cuenta que, al principio, asistía entre 15 y 20 por mes; en cambio, hoy, tiene uno por día. “Bariloche es un lugar hermoso para tener hijos. Viene mucha gente que tiene a sus hijos y se va. Hoy la ciudad debe tener alrededor de 180 nacimientos por mes; cuando me radiqué había 60”, indica.
Ser obstétrica nunca estuvo en los planes de Casas, pero tiene sospechas de cómo surgió la decisión. Cuando su madre estaba embarazada, se descompensó y jamás imaginó que había llegado el momento de parir. No llegó a la clínica y terminó pariendo en su casa en la localidad de General Madariaga, provincia de Buenos Aires. “Debe haber quedado en mi impronta celular que como nací sola, debía ayudar a otros a nacer. Nunca creí que iba a estudiar esto, pero soy una apasionada de mi trabajo y agradezco haber elegido este camino”, confiesa.
Casas define que el nacimiento de un hijo “es el momento más importante en la vida de una mujer”. “Si una madre tiene una buena experiencia en el momento de su parto, todo lo que viene después va a ser mejor. Una frase dice: ‘Si cambiamos el principio de la vida, cambiamos la vida entera’. Una mujer debe elegir con libertad de qué forma nacerá su hija y se trata de acompañarla en ese trayecto para que el nacimiento sea la mejor fiesta de su vida. Darle un clima de armonía, conexión y amor”, agrega.
Admite también que la interacción de las parteras con los médicos fue cambiando en los últimos años. “Antes, las cosas se hacían como decía el médico. Pero hubo un cambio. En Bariloche el médico valora mucho a la partera. Confían en uno. En otros lugares esto no pasa”, dice.
Dato
- 180
- nacimientos por mes se estima que hay en Bariloche actualmente. La cifra se triplicó de la década del ‘90 a ahora.
La medicina, considera, forma a las parteras para intervenir y no para acompañar un proceso fisiológico y natural. “Al principio uno es más intervencionista y después, en el andar, te das cuenta que la mejor forma es acompañar, entender que es un proceso natural y dar todos los recursos. En el camino me fui deconstruyendo y hoy siento que soy mejor. Hay que conectar con el deseo de la familia para que elija con libertad. Uno relaciona el parto con dolor, con sufrimiento. Yo deseo que las mujeres puedan parir con alegría, seguras, sabiendo que es maravilloso, que somos poderosas y que para dar a luz tenemos que confiar en nosotras”, sostiene.
Una inyección de vida
Después de años de trayectoria, hoy le toca acompañar a jóvenes que vio nacer, pero ya en su rol de padres. “Más de una vez me han dicho: ‘Adri, vos me trajiste al mundo’ y hoy yo los acompaño a ellos. Eso sí: la partera que fui con ellos no es la de ahora”, reconoce orgullosa.
Su trabajo es demandante porque no existen los sábados, domingos ni feriados. De guardia pasiva, Casas está pendiente del celular las 24 horas del día ante cualquier emergencia. “Pese a que trabajo mucho, tengo muy buen humor y tiene que ver con el privilegio de estar en un momento único de la vida de la gente. Si bien a veces pasan cosas que no son las esperadas, en general todo es fiesta”, expresa.
Pese a tantos años de experiencia, la pandemia quedó grabada en la memoria de Casas. Recuerda el ingreso de una mujer a la guardia a punto de parir. Sin embargo, la sala de partos estaba ocupada.
Soy como el hada madrina que va a cuidar a la mujer desde la salud y lo emocional. Acompaño desde mi saber”,
Adriana Casas, licenciada en Obstetricia que trabaja en Bariloche desde 1993.
“Si la llevábamos al quirófano, el padre no podía ingresar. Decidí que tuviera a su hijo en la guardia. Le pusimos música y parió a su bebé. Cuando se escuchó el llanto, hubo un silencio y mis compañeros detrás de la cortina empezaron a aplaudir. Estaban tan conectados con la muerte por la pandemia que esto fue un regalo del universo. Una conexión con la vida”, recuerda.
El año pasado, a Casas le diagnosticaron cáncer de mama que la obligó a viajar a Córdoba para someterse a una operación. Debió dejar de trabajar durante dos meses. “Al principio, no sabía si tenía ganas de volver; pero cuando lo hice, fue hermoso. Fue como si me aplicaran una inyección de vida. Siempre digo: la medicina me salvó, pero me curó el amor”.
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