En medio de un Superclásico caótico y escandaloso, River siempre quiso más
Cuando se disiparon las polémicas por el penal dudoso y el festejo provocador que generó el bochorno, afloraron los méritos del triunfo del equipo de Demichelis sobre Boca.
El escándalo, las polémicas, las expulsiones y todo ese manto funesto que corre a un segundo plano la fiesta del fútbol y se gana tristemente el protagonismo.
Un Superclásico será siempre la explicación más elocuente de la pasión del futbolero argentino, donde jamás importará quién llegue mejor parado a un partido que siempre tendrá consecuencias, para un lado o para el otro.
Pero antes de desmenuzar los supuestos favoritismos de la previa y analizar el desarrollo de un Superclásico donde el dueño de casa fue levemente superior ante un estadio Monumental colmado con más de 80.000 espectadores, esta vez la historia comienza por el final. River – Boca se moría sin pena ni gloria en el 0-0, pero una jugada polémica y discutida lo cambiaría todo.
Jorge Almirón, el DT del Xeneize, decidió a los 43’ del ST sacar del campo a Valentín Barco, con algunos problemas para sostener la marca por el sector izquierdo de la defensa xeneize. En su lugar ingresaría Agustín Sandez, que el destino del partido le mostraría su cara menos amable.
Cinco minutos después de estar en cancha, disputados ya 3’ de tiempo adicionado, Sandez y Pablo Solari serían los protagonistas del inicio de la jugada que cambiaría todo. El árbitro neuquino Darío Herrera vio lo que muchos no, el VAR validó su decisión y no hubo chequeo en el monitor de la supuesta falta del jugador de Boca sobre el de River.
EL GOL DE BORJA Y EL ESCÁNDALO.
— SportsCenter (@SC_ESPN) May 7, 2023
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Si había un equipo que merecía ganar el Superclásico era River, que hizo más que su rival, principalmente en la primera mitad. Pero esa decisión de Herrera, que Miguel Borja cambió por gol para darle la victoria al equipo de Demichelis, pone el foco en otro lugar, lejos de los merecimientos.
El fútbol queda aún más lejos del análisis cuando Agustín Palavecino creyó que la mejor manera de festejar la victoria agónica era gritándole el gol a viva voz a los jugadores de Boca. La provocación de Palavecino no tardó en tener respuestas y el final del Superclásico le abrió la puerta al escándalo.
¿El resultado? Siete expulsados en total, tres para Boca además de Almirón, y tres de River, aunque dos de ellos estaban en el banco: el cipoleño Ezequiel Centurión y Elías Gómez. Hasta en el número de expulsados por parte de Herrera hubo polémica.
Cuando todo lo tóxico y ajeno al fútbol se disipó, la figura de River es la que emerge como equipo luego de una semana difícil tras la goleada (5-1) sufrida ante Fluminense, en Brasil, por la Libertadores. En un duelo de ideas antagónicas, la que prevaleció fue la del Millo, que propuso más en todo momento.
La posesión fue de River y la búsqueda de espacios para las contras fue el plan de Boca en el clásico, que defendió mucho mejor que lo que atacó, salvo las patriadas de Sebastián Villa y su velocidad en el segundo tiempo.
Boca no pudo extender su andar favorable luego de ganarle a Racing por la LPF y el gran triunfo en Chile sobre Colo Colo. Para completar la trilogía semanal, le faltó salir con algo del Monumental. No pudo por una polémica decisión del árbitro, pero es cierto también que Boca no pateó al arco en los primeros 45’ y mantuvo el cero en el propio por la gran actuación de Romero. Chiquito está en su mejor momento desde que llegó a La Ribera y se asemeja a aquel en tiempos de la Selección Argentina.
River festejó de cara a su gente y es más líder que nunca en la Liga Profesional, donde parece que solo una catástrofe futbolística podría negarle el título, más allá de que aún falte poco menos de medio campeonato.
Detrás de todos los excesos extrafutbolísticos que empañaron el Superclásico y de la última noche triste en Rio, está este River vital y siempre listo para seguir dando pelea en todos los frentes.
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