Marcia, la gasista de Roca que superó todos los prejuicios

Hizo el curso para tener un trabajo sin relación de dependencia y complementarlo con su pareja que se dedica a la construcción. Llevan siete años y ya completó más de 300 obras.

El anhelo por dejar de trabajar en relación de dependencia fue el motor que movió a Marcia Anguita, una mujer de 45 años, a dejar su trabajo en un casino para ingresar a un mundo laboral dominado por los hombres.

Pasaron siete años desde que dejó su empleo donde “tenía que estar todo el tiempo maquillada” para dedicarse al oficio de reparar e instalar equipos que utilizan gas natural.

Su casa de estudios fue el colegio “Don Bosco”, en un curso de 25 personas, donde ella era la única mujer que participaba.

Comentó que la primera impresión por parte de sus compañeros varones no fue la mejor, pero eso no la detuvo para lograr su objetivo.

“Al principio me miraban como diciendo ¿qué hacés acá? pero esa fue la forma que me integré al grupo”, relató Marcia y agregó que nunca se sintió excluida.

Ese fue el impulso principal para tener un trabajo independiente en donde pudiera tener el control de sus horarios, clientes y dinero. Y el apoyo de su pareja, Mariela Cirica, fue clave para que pudiera empezara a proyectarse como gasista.

Marcia y Mariela trabajan y comparten tareas en la obra. (Foto Alejandro Carnevale)

“Hace 15 años estamos en pareja. Ella se dedicaba a la albañilería y después yo empecé el curso de gasista. Hasta el día de hoy trabajamos juntas”, contó.

La idea de hacer “algo corto y con salida laboral” creció en Marcia y una vez recibida pudo terminar de construir la casa que habita junto a su compañera.

Además tuvo un importante apoyo de su tutor, Oscar Cornejo, con quien hizo el curso de gasista.

“Cuando empecé le mandaba mensajes o llamaba a mi tutor con preguntas sobre cómo hacer tal cosa, cómo solucionar otra. Salía de su obra y me asistía sin problema”, recordó.

Contó que los primeros trabajos -entre ellos el de su casa- fueron a prueba, error y consultas con Oscar.

“Las primeras obras que realicé me las rechazaron cinco veces. Me volvía llorando a casa”, recordó y agregó que la frustración se debía a que muchas veces tuvo que utilizar dinero de su bolsillo para solventar el papel de los planos que luego tuvo que desechar.

Al principio entrar en el rubro me costó un poco de lágrimas, pero lo superé, aprendí y mejoré en mi trabajo”,

analizó Marcia.

Desempeñarse en un rubro donde el mayor porcentaje de trabajadores son varones no fue simple, pero tampoco un impedimento para ejercer.

“Fui sorteando muchas situaciones, como por ejemplo, llegar a la oficina de Camuzzi y sentirme observada por 30 hombres matriculados que iban a presentar sus proyectos al igual que yo , y se asombraban al verme en ese lugar”, recordó.

Las críticas las supo transformar en aprendizaje y fue la bandera que Marcia supo levantar ante el rechazo de los proyectos que padecía por parte de los inspectores.

En ese contexto, recuerda, nunca abandonó la actitud de involucrarse y seguir perfeccionándose en un rubro que constantemente se “está actualizando”.


Marcia, la gasista, y su enseñanza


“Uno de los inspectores que más me rechazó los proyectos fue el que más me enseñó y también con el que tengo mejor relación”, aseguró Marcia y agregó que la misma persona la destacó por su prolijidad y eficiencia para corregir sus errores laborales. Así fue recogiendo experiencia que luego la transformó en mejoras para su profesión.

En siete años de oficio logró concretar 30 obras y junto a su pareja han logrado tener una posición de prestigio en el rubro, pese a que no utilizan canales para publicitar su emprendimiento.

Mi pareja se dedicaba a la construcción entonces decidí estudiar algo para poder complementar”,

explicó Marcia.

“Nuestro trabajo se conoce por el boca a boca de la gente”, indicó y añadió que con la experiencia ha logrado establecer excelente relación laboral con sus clientes.

Contó que ante los ojos de la sociedad no es una novedad que mujeres se dediquen a tareas de albañilería, construcción, gasista o plomería.

“Muchas veces nos contactan mujeres que viven solas o con sus hijos porque se sienten seguras o con más confianza”, detalló y agregó que hay más gasistas matriculadas en la ciudad que llevan años trabajando el en rubro.

Con el tiempo, Marcia aprendió a hacerse respetar y a poner en valor su trabajo con honestidad. “Al principio hubo situaciones que me dolieron, pero pude lidiar con ellas y sobre todo aprender para poder avanzar y trabajar de lo que me gusta”, contó.

En plena tarea, contó sobre sus comienzos en la actividad. (Foto Alejandro Carnevale)

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