Análisis de Neuquén: Una elección que no supo anticipar el «círculo rojo»
Seis décadas de triunfos consecutivos, solo interrumpidos por golpes de Estado, generaron toda una mística alrededor del partido invencible.
Los simpatizantes de Rolando Figueroa sabían que lo más difícil de hacer en esta elección era una suerte de «clic» psicológico que demostrara que el Movimiento Popular Neuquino podía, como cualquier otro espacio político, perder una elección. Seis décadas de triunfos consecutivos, solo interrumpidos por golpes de Estado, generaron toda una mística alrededor del partido invencible.
Casi una respuesta inercial que también se ocupó de dar el «círculo rojo» durante buena parte de la campaña. Una ecuación que contemplaba que Vaca Muerta camina, los sindicatos estatales estaban contenidos con un buen acuerdo salarial, que hubo descuento para el Impuesto a las Ganancias, que el statu quo es suficiente para que nadie aventurara un «salto al vacío».
Se creó así un clima alimentado por la propia dirigencia (política y hasta empresarial) que pasó por alto otros malestares o, sencillamente, que la sociedad neuquina cambió y encontró otra opción más atractiva. Podía pasar.
El Movimiento Popular Neuquino deberá someterse a una profunda autocrítica para volver a ofrecerse al electorado como la opción ganadora que siempre fue. Si Jorge Sapag fue el gran derrotado de esta elección se sabrá con algo más de tiempo, pero sí fue a priori el artífice de este fracaso.
El partido forzó candidatos de cada vez menos conocimiento, jugó a inventar y volcó recursos por lo menos desmedidos en un contexto de malestar con la política y de pobreza en alza. Es cierto, no sufrió una caída arrolladora, pero sufrió una caída. La primera de su historia.
Ahora le tocará a Rolando Figueroa y su multifacético armado demostrar que proponía un modelo superador. La mayoría de quienes están con él experimentaron ayer su primer triunfo: no sabían cómo festejar, el MPN no sabía cómo perder.
Ahora el cambio ya está hecho. Era tan difícil y tan sencillo como ese «clic».
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