Fortalecer el Estado rentístico petrolero


Si se usa la renta petrolera para infraestructura y servicios no estuvo en la campaña pero será una emergencia a la que se deberá atender.


Si bien no estuvo en la agenda de la campaña electoral que se distrajo en el tamaño de los carteles, la mentada renta petrolera es una de las cuestiones que comenzarán a ponerse sobre la mesa de quienes toman decisiones.

Los candidatos se caracterizaron por ser especialistas en diagnosticar enfermedades ajenas pero no propias, es decir hacían un juego de realidad aumentada sobre la riqueza provincial y la pobreza que se traduce en la ausencia de servicios e infraestructura.

Tocar un interés de las empresas petroleras es un sacrilegio en Neuquén. Estas se ponen en guardia y despliegan estrategias visibles o no para desviar la atención o atenuar los impactos. Así como hicieron músculo en materia de lobby político, tienen el flanco débil frente a la fuerza de trabajo que tiene capacidad de condicionar.

La ausencia del Estado que desveló a los candidatos en sitios como la meseta de Añelo o el pésimo estado de las rutas para llegar a cualquier lado, no sólo a los yacimientos, formó parte de los diagnósticos, pero no de la forma de buscar una solución.

En el sector petrolero hay una convicción, que la solución no es cuestión de plata, o mejor dicho de más plata. Aducen que cuando ingresaron a las áreas pagaron bonos disfrazados como responsabilidad social empresaria, fondos con los cuales el Estado provincial debía haber planificado servicios y crecimiento. Si este argumento fuera en un laboratorio sería incontrastable, pero la realidad es eso, real. El partido estado de Neuquén es rentista, vive de las rentas y cada cuatro años rinde examen y desde 2007 bajo el domo de la paz social, el gasto corriente es casi la única política de Estado.

Si las empresas tienen recursos y personal para saber dónde invierten es llamativo que hayan pensado que sólo con pagar ese bono eximían de su responsabilidad social. Antes de 1967, con los contratos petroleros las empresas privadas, no sólo la estatal, desarrollaban verdaderos pueblos campamentos, no sólo con los servicios públicos sino también con infraestructura. La historia, con el pago de las regalías y la ampliación de los plazos de concesión transmutó en realidades diferentes. Como cada acción tiene su reacción, hay que recordar el despliegue que hubo del lobby petrolero para que el 12% fuera un techo y no un piso. Finalmente fue un techo.

Volviendo al inicio, el echar la culpa del estado gastador no exime de tener cortes de ruta porque no hay agua, de tener caminos como la Ruta 5 con siete cañadones que aísla yacimientos cuando llueve, sin mencionar que el efecto de los precios petroleros en la canasta familiar para los que no son petroleros es complicado.

Hoy se resolverá quién gobernará la provincia en los próximos cuatro años y también una formación de la Legislatura en la que nadie se atreve a decir quién va a cumplir el papel de catalizador. Inclusive hay quienes adelantaron que si son elegidos se correrán del cargo porque integrarían los ejecutivos, lo cual no es malo en sí mismo. A veces es saludable para el desarrollo de los debates y la búsqueda de consensos.

Hay unas 25 listas (más dos espejos) con las seis opciones para el Ejecutivo provincial, una megainterna abierta para 35 escaños en la Legislatura. ¿Será está la mesa donde se tejerán estrategias para buscar soluciones o la cámara será un espacio para amplificar discursos de diagnósticos rimbombantes sin sustento en la realidad?

La literatura de la ciencia política concluye que el rentismo es condicional a la identidad partidaria en el caso del MPN. Las opciones con el mapita y la competencia que nació de sus entrañas no tienen en sus análisis mecanismos de respuesta a lo que podría ser una mejor distribución de la renta petrolera. Es gasto es progresivo y no está condicionado con la fluctuación de los ingresos, por el domo de la paz social. Este esquema tiene “licencia” de la ciudadanía y no es una sorpresa.


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