¿Que puedo ver?: por qué no hay que perderse «La nueva vida de Toby»

Es una de las series que figurarán entre lo mejor de 2023, por el tema, la manera de abordarlo, y las actuaciones. Una historia delicada y frágil sobre cómo una relación feliz se vuelve un terreno lleno de rispideces y diferencias.

Imaginen la situación: un hombre, separado hace pocos meses, se despierta a la mañana y se encuentra con que sus dos hijos, que deberían llegar unas horas después, están dormidos en sus camas. La madre los dejó a la madrugada y le avisa ahora por teléfono, que se va a un retiro de yoga, que el domingo estará de vuelta, que tuvo que adelantar todo.


Suena a un clásico altercado entre una pareja que lleva poco tiempo divorciada y aún tiene desacuerdos y pequeñas peleas por los horarios y el día de los chicos en cada casa.
Pero no. Con esa imagen y esa escena, la vida de Toby Fleishman está a punto de verse alterada por completo porque el domingo su ex mujer, Rachel, no aparece. No aparece, no atiende el teléfono, no nada.
No imaginen una trama policial. Aquí no hay asesinatos, ni conspiraciones. Es sólo -¿solo?- que Rachel no vuelve.

La mejor amiga de Toby, Libby, que es la voz narradora de la serie.


La serie se llama “La nueva vida de Toby” y está en Star+. Protagonizada por Jesse Eisenberg (el de “Los ilusionistas” y “Red Social”) y Claire Danes (la de “Homeland”) es un ovillo que se va desenvolviendo de a poco. Narrada por una voz en of, que a mitad del primer capítulo advertimos que es la de Libby, la mejor amiga de Toby, la trama se pasea entre los bordes del humor y el drama, por ese hilo delgado en el que la historia de un matrimonio que se inició feliz termina siendo un camino que se bifurca, lleno de resentimientos, reproches, diferencias.


La serie arranca en tono gracioso. Toby acaba de divorciarse, luego de un matrimonio de quince años en los que paulatinamente se fue sintiendo abandonado y menospreciado por su mujer, y ahora está tratando de “recuperar” el tiempo con las aplicaciones de citas.


El es médico, hepatólogo, en la ciudad de Nueva York. Es un médico reconocido, pero no alguien especialmente interesado en ascender y hacer carrera, sino más bien en ser un buen médico. Y ese parece ser el punto de la primera discordia con Rachel, una mujer ambiciosa, una representante de artistas teatrales que sueña con todo lo que sueñan los ricos de Nueva York: escuelas exclusivas, departamento en el Upper East Side, una casa de fin de semana en los Hamptons. Nada más alejado a lo que quiere Toby.

Toby con sus dos hijos: Hannah, siempre enojada con él, y Solly, de 9 años.


De hecho, Toby parece empecinado en enseñarles a sus hijos que el dinero no lo es todo; que el mundo está muy mal porque los pobres no pueden ver el atardecer en las ciudades por culpa de los edificios, y el espectáculo ha quedado reservado sólo a los ricos pueden disfrutarlos en lugares tan exclusivos como los Hamptons, que él claramente aborrece y sus hijos adoran.


Toby vive en un departamento mínimo comparado con el compartieron como familia, así que los chicos no encuentran ninguna diversión en esos pocos ambientes. Sobre todo Hannah, la niña, adolescente ella, que culpa a Toby por la prolongada ausencia de su mamá; que se avergüenza de su aspecto descuidado, que detesta cada una de las comidas sanas que propone su padre y su negativa de comprarle un celular.


Historia de un matrimonio



Empieza gracioso, pero de a poco se vuelve serio. Aunque esté contado por Libby, que claramente prefiere a Toby por sobre Rachel, hay todo un capítulo (el tercero) dedicado al momento del embarazo y primer parto, que es estremecedor. Rachel ha sufrido y no queda claro si alguien la acompañó o entendió.

El nacimiento de la primera hija no fue feliz. Rachel ha sufrido, más de la cuenta.


La serie no avanza lineal sobre el problema de Toby del momento sino que retrocede en el tiempo. Va al comienzo de la relación, a esos momentos que fueron pura espuma de felicidad, a los acuerdos, y vuelve al presente de desconcierto. Va atrás, para entender qué quería y esperaba cada uno de ellos, y vuelve al presente, con los miedos y planteos que asaltan de pronto, sin aviso, en medio de un parque y que son capaces de quitar el aire, y llenar de angustia.


Porque lo interesante de la serie es que aunque lleve a Toby en el título no es ni la victimización ni el rencor de un hombre abandonado. Es más bien su intento, muchas veces torpe, de entender cómo fue que llegó allí, a ese punto en que todo queda patas para arriba.


“La nueva vida de Toby” es una de esas series que no tienen ningún apuro en mostrar todas las cartas sobre la mesa. Es más bien lenta, con la cadencia de la preciosa voz de Libby que nos guía por la historia; una historia frágil y delicada, hecha con los retazos que quedan de una vida en común.


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