El equipo de odontología de la UNRN que lleva salud, atención y alivio a los parajes de Río Negro
Veinticuatro alumnos y profesores de la Facultad de Odontología de la UNRN viajaron a El Cuy a atender a pobladores de la región. Un proyecto que crece desde 2010 y lleva salud bucal donde no hay.
El sábado 18, Gimena y Agustina Quilapi se despertaron a las 5:30 de la madrugada; se prepararon, esperaron la camioneta del comisionado. Tenían que hacer 165 km por ripio, desde el paraje Naupa Huen, al borde del límite con Neuquén, hasta El Cuy. Tenían el primer turno con el equipo de odontología de la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN), que viajó especialmente el fin de semana pasado para atender a los habitantes de la región en el Hospital Área Programa El Cuy.
El equipo de odontología es un grupo formado por estudiantes -la mayoría de ellos a cuatro meses de recibirse-, profesores y asistentes. Veinticuatro personas en total. Viajaron desde Cipolletti, Allen, Roca. Salieron tan temprano como Gimena y Agustina para llegar a tiempo con el consultorio móvil. Querían llegar temprano para poder acondicionar los espacios del Hospital. Para preparar todo el instrumental, ponerse el ambo blanco, el barbijo, la cofia. Para abrir la puerta y arrancar la jornada.
A las diez de la mañana del sábado, el Hospital del tranquilo El Cuy, es un ir y venir de personas: están los que aguardan en la sala de espera, los que reciben y anotan la ficha médica; los que van en dupla a los consultorios a atender a los primeros en llegar; los que tratan las urgencias. Afuera llueve y hace frío. Adentro, el movimiento empaña los vidrios.
El equipo sabe que a lo largo del sábado, que terminará cerca de las 21:00, pasaran unas 40 personas a recibir atención. La mayoría de ellas adultos mayores, pero también unos pocos niños y adolescentes. Muchos de ellos se habrán atendido por primera vez en su vida. Muchos se irán con la boca anestesiada, quizás alguna pieza menos, pero aliviados al fin.
Además de los que llegaron desde Naupa Hue, en estos dos días, el equipo atenderá a los habitantes de El Cuy, pero también a los Blancura Centro, Aguada Guzmán, Cerro Policía, Mencué, Chasicó, todos parajes en un radio de entre 70 y 180 km del hospital. Cuando duele una muela, esas distancias parecen el doble, el triple, el infinito. Cuando no hay dentista -que no hay- a lo máximo que pueden aspirar es a un antibiótico o un calmante que les den en el hospital.
Antes de que el equipo de odontología de la UNRN, dirigidos por Pedro Muzevic y Mónica Zanchín, comience a ir a El Cuy, en 2021, a razón de un fin de semana cada dos meses, había 150 consultas por urgencias odontológicas al año en el Hospital. A esta altura, bajaron a 25.
El Hospital de El Cuy es un lugar resplandeciente. Lo que era una residencia educativa quedó transformado hace tres años en este lugar que cuenta con una habitación rural donde duermen los que tienen algún traslado programado a Roca, vacunatorio, consultorios, farmacia, y un espacio para odontología con sillón y todos los implementos. Lo que no hay es un dentista.
Nancy Morales es directora del Hospital Área El Cuy desde hace un año y medio. Pero vive ahí desde hace diez años y está encantada con el paisaje, con la gente, con su tarea. “De acá se va a hacer la atención a los parajes cercanos; se van los enfermeros, traen a la gente; les gestionamos los turnos en Roca, los acompañamos”, enumera. Sabe que los problemas más grandes son la distancia, los caminos, los medios de comunicación. Ir a buscar a alguien a un paraje y llevarlo a Roca para su atención demanda unas ochos horas.
Por eso, para ella y la gente que trabaja con ella en el Hospital, la llegada de los odontólogos es un alivio: “Imaginate lo que sería conseguir turnos, llevar y traer a tantas personas hasta Roca”. Es un alivio en otro sentido también: bajar de 150 a 27 las consultas implica también menos tomas de antibióticos que muchas veces se dan porque es lo único que se puede hacer.
Este proyecto de extensión universitaria -“Lic. Perla Brevi. Otro programa en boca de todos”- tiene muchos años, muchos kilómetros de ripio recorridos, y sobre todo, muchas voluntades y fidelidades intactas. La idea, el germen, nació en 2010, cuando Víctor Brion, Mónica Zanchin, y Perla Brevi se subieron a una camioneta junto a un alumno de la carrera de odontología de la UNRN y partieron rumbo a la línea sur sin sospechar que estaban abriendo un camino de ida y vuelta que cada vez conectaría a más gente y a más lugares. Aquel proyecto inicial, tuvo en 2015 un apoyo fundamental: el primer consultorio móvil , que les permite ahora no sólo enseñar sino también atender. Desde entonces, han estado fines de semana enteros en Aguada Guzmán, Lipetren Chico y Grande, Río Chico, Colan Conhue, Prahuaniyeu, y ya llevan nueve viajes a El Cuy.
Parece un detalle menor. Pero hay gente del equipo que ha ido a todos los destinos y que nunca se bajó de esta suerte de aventura para hacer llegar la salud bucal allí donde no hay atención. Parece un detalle menor, pero para esos dos días destinados a la atención solidaria y gratuita, todo el equipo lleva sus bolsas de dormir y se acomoda donde amorosamente disponen quienes los reciben. En el caso de este fin de semana, fue en las aulas de escuela Primaria N°87, que oficiaron de comedor y de habitaciones.
Alejarse de la comodidad del consultorio para salir a atender en territorio es un enorme aprendizaje. Para los alumnos que están a punto de recibirse, y también para los que empiezan. Lo dice Carolina Lorente, que en junio se recibe: “Una cosa es atender en un ambiente ordenado y perfecto y otra es salir y ver la realidad”.Lo dicen sus compañeros, Fernando Morell, de Cutral Co; Abril González, de Cipolletti; Florencia Garrido, de Zapala, que aunque ya se recibe piensa seguir haciendo estos viajes; Ian Lochbaum, de Roca; Micaela Vázquez; Abril González; también Lucía Mansilla, de Villa la Angostura, que recién está en primero pero que absorbe toda la experiencia; Sofia Chiacchiarini, de Cipolletti; Florencia Vidal de Neuquén.
Para los que idearon este proyecto, esa es la mejor recompensa. Eso, y saber que hay alumnos, que fueron a estudiar odontología desde Los Menucos, o Maquinchao, y que hoy están en sus pueblos, atendiendo. “Que haya una Universidad en nuestra provincia, que venga gente del interior de la provincia a estudiar a Allen y que luego vuelvan a sus lugares es fundamental. Nosotros creemos que se estudia de una manera diferente, se aprende de una manera diferente y al ser de ese lugar, le dan otra contención a la gente”, dice Zanchín, junto a Carolina Alcazar, que fue alumna y ya recibida es docente y también comparte estos viajes.
Alejandra Zambrana trabaja en el Hospital Escuela de Odontología de Allen y es la encargada del área de bioseguridad. No se pierde un viaje. “Siempre les digo a los chicos: No se lo pierdan porque lo que se aprende acá no se aprende en ningún lado”, dice esta mujer coqueta, risueña.
Lo mismo piensa Walter Sepúlveda, otro docente, que tampoco se perdió ninguno de los viajes, y que es el encargado de asistir a los alumnos con las piezas más rebeldes.
En los momentos de descanso, se reúnen en la cocina, toman unos mates, se divierten con Luis Furlán, el chófer de la trafic que los trae desde que esto comenzó. Después vuelven a sus puestos, serios, ocupados. Cofia y barbijo puestos, Milena Kremer, Marianela Zuñiga, Valeria Córdoba, Belén Lillo, Camila Gutiérrez, Tania Riveros, Florencia Aranda, Cecilia Rasjido, Morena Marcos se distribuyen las tareas.
El sábado termina con una cena, en el salón de la escuela.Después llega el descanso. El domingo, a las 8, llegarán los primeros pacientes. Hasta el mediodía, atenderán a otras 12 personas más. A cada una le dedican su tiempo, le regalan un cepillo, les enseñan a usarlo correctamente, hacen extracciones cuando es necesario, arreglan caries.
Sólo después de almorzar empezarán a desandar el camino. Guardarán el instrumental, alistarán los bolsos, calentarán el agua para los mates. Y se despedirán hasta dentro de dos meses, cuando vuelvan a abrir las puertas y reciban a nuevos o viejos pacientes, que vienen de parajes cercanos, a buscar alivio o atención.
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