La pasión tanguera se respira en la plaza de Roca

Todos los jueves Yamila Herlein, una amante del 2x4 que ganó el campeonato nacional en 2019, invita a los vecinos a bailar.

A las 20 en la Plaza Belgrano de Roca se empieza a escuchar el sonido de un bandoneón que se mezcla con los gritos de niños jugando. En segundos, la profesora y campeona de tango Yamila Herlein organiza a las parejas que se acercan.

El 2×4 se baila al aire libre y las familias que están en la plaza admiran los compases en cada movimiento.

Hay bailarines de 20 y otros de 80 años. La edad no importa, solo vivir esta pasión bien tanguera.

Todos los veranos, Yamila, dicta talleres en pleno centro de Roca.

En 2019 fue campeona nacional. Seis años antes había participado del certamen, en el Teatro Luna Park en Buenos Aires, y quedó junto con Raúl Pardo, en el puesto 18. “Ese fue mi puntapié para dedicarme a esto”, contó.

Durante la estricta cuarentena del coronavirus no pudieron participar de ninguna competencia ya que fueron canceladas. Este año se están preparando para presentarse en el mundial que se realizará en septiembre.

Yamila hace más de 12 años que da clases y hace seis le ofrecieron desde la Municipalidad, dar el taller conocido como “El esquinazo”, que se realiza de forma anual. Lo dicta junto a su compañero Maximiliano Almeyra.

Además de los talleres que se practican en el Centro Municipal de Arte (CEMAR), la profesora empezó a dar clases en la plaza Belgrano, ubicada sobre avenida Roca y Mitre todos los jueves.

Todos los veranos las clases de tango se trasladan a la plaza Belgrano, en el centro de Roca. Foto: Andres Maripe.

“A las personas les gusta poder estar al aire libre y se aprovecha el buen clima”, contó.

A fin de año se realizan muestras donde las parejas tangueras exponen todo lo que han aprendido con espectáculos al aire libre. Este evento se lleva a cabo el 11 de diciembre, que es el Día Nacional del Tango, en la misma plaza.

A principios de marzo comenzaron las clases del taller anual, son gratuitas y abiertas para todo el público. Cuando se trata de menores de 18 años se pide que asistan acompañados por un adulto.

Este año se aprobó la construcción de una glorieta en el Club Deportivo y Recreativo Patronato, la cual es una estructura con techo y piso adecuado, para que los bailarines puedan realizar sus espectáculos sin inconvenientes. Además contarán con el equipo necesario, como luces y sonido.

En los talleres de verano han participado hasta 80 personas por clase.

Pertenencia

“Tengo alumnos que ya bailan profesionalmente y siguen viniendo por el hecho de permanecer a un espacio social”, señaló la profesora.

Para mi es re importante que el taller funcione como un lugar de amistad. El tango tiene eso, no hay status social, no hay edades. Yo salgo a milonguear y me voy a cualquier lado con amigos de 80 años y de 20. Se sienten parte de un lugar, por eso siguen viniendo”,

Yamila Herlein, profesora de tango.

El año pasado en la exposición se presentaron 20 parejas, que por primera vez se pusieron un vestuario y realizaron una coreografía. Se trató de un grupo de bailarines de entre 19 y 70 años. “Fue hermoso, diverso”, destacó orgullosa Yamila.

El tango apareja un montón de componentes, no solo la danza y el arte sino también la amistad, sociabilidad y confianza con uno mismo y con el resto.

“Tiene algo que por ahí en otras danzas individuales es más difícil de trabajar y es la confianza que hay que tener. Esto se va ganando con el abrazo, con el contacto. Se trata de perder la timidez y confiar, sociabilizar por lo menos con una persona para bailar. Mucha gente viene sola”, explicó.

La profesora contó que el taller es un espacio de contención para sus alumnos. Foto: Andrés Maripe.

Yamila dijo que “muchas personas al principio lloraban porque les daba vergüenza y no se animaban a tener contacto. Después me terminaron agradeciendo porque bailan con todo el mundo. Es un espacio de contención muy fuerte”.

Lito, como le dicen sus compañeros, es uno de los alumnos de Yamila. El bailarín contó a RÍO NEGRO que al principio le costó “muchísimo”.

“Pensé que no me iba a salir, no me animaba a tocar a nadie. Transpiraba y temblaba”, manifestó.

Además explicó que una vez que se atrevió a bailar se abrió un nuevo mundo para él.

Cuando baja el sol las parejas siguen bailando mientras se escucha “Por una cabeza” de Carlos Gardel a través de los grandes parlantes. El rostro de los bailarines brilla de felicidad. Ese efecto solo lo produce el tango.


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