El chaleco antibalas del policía asesinado en Bariloche estaba en una comisaría allanada en varias ocasiones
Así lo revelaron fuentes con conocimiento del secuestro de ese elemento de Lucas Muñoz que hizo personal de la PSA en la comisaría 42. También, encontraron un cargador con municiones y fichas dactilares. "Es todo muy llamativo. Acá hay cosas muy raras", afirmó Alicia Ocares, la madre del oficial cuyo crimen sigue impune.
Alicia Ocares, la madre de Lucas Muñoz, junto a su esposo siguen reclamando justicia. Foto: archivo
La noticia del hallazgo del chaleco antibalas, un cargador y municiones del policía Lucas Muñoz, que fue asesinado a principios de agosto de 2016 en Bariloche, en un sector de la comisaría 42 causó asombro y tristeza en la familia de la víctima. “Es todo muy llamativo; después de seis años y en la misma comisaría. Acá hay cosas raras”, sostuvo Alicia Ocares, la madre de Muñoz. “No sé qué pensar. Es una tristeza que no tiene fin”, expresó.
El chaleco estaba guardado en un cajón de madera, ubicado en el depósito judicial de la comisaría 42 de esta ciudad, informaron fuentes con conocimiento del hallazgo. También encontraron un cargador con 9 municiones y tres fichas con huellas dactilares que posiblemente el policía había tomado a una persona detenida.
Los elementos fueron secuestrados por personal de la PSA la tarde del 24 de enero pasado por pedido del Ministerio Público Fiscal.
El jefe de la comisaría 42 avisó a los fiscales que estaban en la feria judicial del hallazgo de los elementos de Muñoz. El cargador, las municiones, las fichas y el chaleco serán peritados. La expectativa es que tal vez surja algún nuevo rastro que permita explorar otra hipótesis para intentar esclarecer un homicidio que sigue impune.
Ocares estaba en su hogar, en la localidad de Ramos Mexía, donde había nacido Lucas, cuando se enteró esta mañana de jueves de que había aparecido el chaleco de su hijo y otros elementos por una nota que publicó este diario. “¿Cómo nadie vio sus cosas cuando hicieron tantas búsquedas?”, planteó.
Es lo que desconcierta del hallazgo. Durante los días que Muñoz estuvo desaparecido se hicieron varios allanamientos en la comisaría 42 en busca de evidencias e información que ayude a orientar las pesquisas.
La madre consideró que son trabas para que la investigación siga paralizada “y que se cierre el caso”. “Pienso que la persona que lo hizo (por el homicidio de su hijo) no tiene corazón”, afirmó.
Dijo que a pesar del paso del tiempo “siempre la esperanza está” de que el caso se esclarezca. “No pierdo la esperanza de que aparezca la persona, el autor”, sostuvo en diálogo telefónico con RÍO NEGRO.
Muñoz desapareció minutos después de las 13 del 14 de julio de 2016, cuando se dirigía a trabajar en la comisaría 42. Allí, se desempeñaba en la mesa de entradas. Nunca llegó a su trabajo.
La joven que entonces era su novia, Daniela Rodio, denunció horas después su misteriosa desaparición. Durante casi cuatro semanas nadie aportó datos certeros sobre el paradero de Muñoz.
Desconcierto desde el primer momento
Desde el primer momento, el caso estuvo rodeado de un manto de sombras y se tejieron todo tipo de especulaciones. Hubo empleados policiales (algunos compañeros de trabajo de Muñoz) que iniciaron pesquisas sin autorización judicial, que solo contribuyeron a sembrar desconcierto y desviar la investigación para ubicarlo. Cuatro de esos policías fueron juzgados y condenados a penas de prisión en suspenso.
Hallaron su cadáver después de las 13 del 10 de agosto de 2016, en un descampado, ubicado en un terreno escarpado de acceso complicado. Estaba cerca de la ruta de Circunvalación, en las afueras de Bariloche. A menos de 2 kilómetros de la comisaría 42. Tenía 29 años.
Muñoz tenía un tiro en la cabeza. Estaba vestido con su uniforme, tenía todas sus pertenencias y documentación y hasta su celular y pistola reglamentaria. El cuerpo estaba limpio, como si se hubiese bañado recientemente, afeitado y sin indicios de haber sufrido maltratos.
El cuerpo médico forense de la Corte Suprema determinó que Muñoz fue asesinado, entre las 12 del domingo 7 de agosto y las 12 del 8 de agosto de 2016. El disparo en la cabeza fue el causó la muerte. Por eso, los investigadores creen que por lo menos 25 días estuvo vivo privado de su libertad.
La Procuración designó al fiscal Martín Govetto para investigar el homicidio. Pero todas las hipótesis que se trabajaron naufragaron. Por esos días gobernaba la provincia Alberto Weretilneck, que desplazó a varios jefes policiales apenas las sospechas apuntaron a la Policía. Weretilneck, hoy senador, está lanzado como candidato a gobernador por el oficialismo.
El caso Muñoz impactó de lleno en la Jefatura de la Policía de Río Negro y las sospechas apuntaron a una presunta participación policial en el crimen, que no se confirmó. Govetto pidió la colaboración de la PSA para investigar el caso y la Policía rionegrina quedó al margen, en un primer momento.
El dolor no se va
Ocares reveló que cuando observa casos por la televisión que se esclarecen, como el de Fernando Báez Sosa, piensa: “¡Cuando será el día que nos digan que encontraron al autor!” del crimen de Lucas. Pasaron 6 años y medio desde el homicidio de su hijo, “pero ese dolor no se va a ir nunca”, aseguró la madre.
Recordó que durante la pandemia no pudieron salir a manifestarse para reclamar justicia por Lucas. Ocares sospecha que todo esto está vinculado con el pacto de silencio que rodea el caso desde que su hijo desapareció.
Está desconcertada por el hallazgo de los elementos que presuntamente pertenecían a su hijo en la comisaria 42. “¿Por qué ahora?”, se preguntó. La madre contó que “querían cerrar el caso, pero no pudieron”. Y pidió al Ministerio Público Fiscal “que sigan investigando”.
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