Ante la falta de piletas y la gran demanda, decidió enseñar natación en un lago de Villa La Angostura
Las únicas instalaciones de Villa La Angostura cerró durante la pandemia. Una profesora de educación física decidió dictar clases en aguas abiertas.
Poco a poco, Alejandra San Martín comenzó a recibir consultas por parte de padres respecto a la posibilidad de dar clases de natación a sus hijos. Solo había un inconveniente. Villa La Angostura no cuenta con ninguna pileta, pero sí con lagos.
Esta profesora de educación física dictó clases de natación durante 15 años en la pileta de un gimnasio privado. Durante la pandemia, detectaron una falla que demandaba un arreglo oneroso y sus dueños optaron por cerrarla. En ese momento, San Martín decidió continuar con las clases de natación para adultos en el lago Correntoso, a solo tres kilómetros de la localidad.
“En octubre del 2021 cerraron la única pileta que teníamos en La Angostura. Era privada. Tenía una falla, salía muy caro el arreglo y decidieron cerrarla. Con esta realidad de no tener una pileta pero estar rodeados de lagos, armé un grupo de adultos para nadar en el lago Correntoso”, señaló esta cipoleña, de 39 años, radicada en Villa La Angostura desde hace casi una década.
La decisión de abocarse a los adultos obedeció principalmente a la baja temperatura del agua. Ante gran cantidad de llamados y consultas por parte de padres que planteaban la necesidad de que sus hijos aprendan a nadar, este verano arrancó con clases para niños, de 6 a 9 años.
Hoy, San Martín cuenta con 30 alumnos que se trasladan al Correntoso dos veces por semana, para participar en encuentros de 50 minutos.
En diciembre, el desafío estuvo acotado a la adaptación a la temperatura del agua. La recomendación de la profesora es disponer siempre de ropa de abrigo y algo caliente para beber.
“En el Correntoso está la particularidad de que se levanta viento y eso da mucho frío. Por eso, les aclaré a los papás, desde un principio, que había que tener paciencia. Hoy, los chicos aguantan toda la clase, pero al principio solo estaban entre 10 y 15 minutos, y salían”, recordó San Martín y agregó: “Siempre aclaré que no iba a obligar a ningún niño a quedarse en el agua”.
¿Por qué el lago Correntoso? Porque los primeros días de febrero, la temperatura del agua alcanza los 20 grados, por encima del Nahuel Huapi. “Se siente esta diferencia. Y es más cercano. Tenemos cerca el lago Espejo con una temperatura más agradable pero queda a 10 kilómetros de La Villa, sumado al turismo que hay”, señaló.
San Martín explicó que la modalidad de las clases depende de cada grupo. Con los más chicos, prevalecen los juegos y de esta forma, la clase resulta más dinámica porque, de otra forma, se cansan. “Se empiezan a mover de a poco. Casi sin darse cuenta, se caen, se salpican y de pronto, ya están adentro del agua. Los adultos hacen una entrada en calor y al agua”, detalló.
Las clases para niños solo se dictan en el verano y se limitan al boyado. Los adultos, en cambio, nadan más hacia adentro del lago, “con todos los elementos de seguridad”. “Siempre los pongo en pareja, de acuerdo al ritmo de cada uno. Nunca imaginé que esta experiencia sería tan linda. Me gusta que las personas puedan vivenciar el agua. El límite está en uno”, recalcó.
La mujer se recibió de profesora de educación física en la sede barilochense de la Universidad Nacional del Comahue. Siempre dictó clases en piletas hasta que, cuatro años atrás, experimentó nadar en aguas abiertas. El gusto por esta actividad se fue haciendo cada vez más fuerte. “Nadamos todo el año con un grupo. Me sumé incluso a una categoría de nadadores de aguas frías. Nado mucho en invierno con malla. Adoro el paisaje y te da la sensación de que vas volando en el lago. Pero además, el veril del lago, ese precipicio a la profundidad, genera mucha ansiedad, adrenalina”, describió.
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