Las truchas no picaron en la boca del Chimehuín, pero nadie olvidará el asado del Tano
Así fue la apertura de la temporada de pesca en este ícónico lugar de Junín de los Andes. Con mucha agua, estuvo difícil lograr buenos piques, pero el asado y la camaradería del grupo bastaron para pasar un gran día. Estuvieron pescadores de Chile y, la gran novedad, de Brasil.
El rito de juntarse en la apertura de la temporada de pesca tuvo una nueva edición ayer en la famosa boca del Chimehuín a 21 kilómetros de Junín de los Andes. Como cada 1° de noviembre los integrantes del grupo de amigos y pescadores que cada año se juntan en la misma fecha como una cita de honor marcada en el calendario, aparecieron con sus cañas y moscas dispuestos darse un abrazo e intentar, como siempre, que pique la trucha soñada.
Pero ayer no estuvieron fáciles los piques. Lo cuenta Rolando Cachín Roa, que fue guadarpaque y guía de pesca, conoce bien la zona y a sus personajes y que ayer estuvo en el río Chimehuín como hace más de 40 años. El día estaba lindo, con sol a pleno y una brisa desde el sur que no ayudaba mucho a los pescadores, como explica.
«La pesca estuvo muy dura, mucha agua, muchos peces pero casi imposible de llegar. Después, todo genial: amigos, asado, mate, compartimos con gente de Chile y de Brasil», le cuenta Voy.
En el caso de los pescadores chilenos nadie se sorprendió, porque cruzan la frontera desde hace varios años y ya son parte del grupo. En el caso de los brasileños sí les llamó la atención, porque fue la primera vez.
El Tano Zorsit se hizo cargo del asado. «Es un tipo muy alegre dispuesto a todo y hace unos asados que son una delicia. Un gran amigo y mejor persona», dice Rolando. Eso sí, la carne la pagan entre todos. «Compran uno o dos y después repartirmos. Éramos unos veinte y había cuatro mujeres. Dos de ellas pescaban. Y muy bien», agrega.
Consejos para pescar en la boca del Chimehuín
El propio Rolando había compartido días atrás en el Voy sus consejos para pescar en la boca del Chimehuín, un recorrido de un kilómetro considerado la meca de la pesca con mosca en la Patagonia.
Ahí pescaban los pioneros de los que aprendió Cachín, que con el tiempo se convirtió en una referencia para los otros pescadores, que le consultan sobre qué conviene hacer.
La pregunta que encabeza el ránking es, por lejos, dónde hay pique. Después siguen las otras, las moscas, las cañas, el equipo. Pero la primera es la primera. Un secreto bajo siete llaves o un dato compartido, según el caso.
“Cuando me preguntan, respondo. Así aprendí y me gusta eso. Porque para aprender hay que preguntar, pero también sumar horas y horas de práctica, el mejor maestro, nada reemplaza a eso. Hay quienes se aparecen con el mejor equipo y creen que ya está. Y no, no pasa por ahí», dice.
Cachín extrañaba esa cofradía de hazañas que se exageran, de gestos que parecen sacados de una película italiana, de truchas que crecen de tamaño a medida que pasan las horas, ese mundo que tanto le divierte y que no cambia por nada.
“Los pescadores somos así. Y lo disfruto, lo disfruto mucho. El asadito, charlar, exagerar, mentir. Fijate que los pescadores siempre estamos todos juntos. Difícil ver a uno solo. Si lo analizás, es gracioso: hay 70 km de río pero estamos todos cerca, somos así. Creo que hay algo instintivo: es nuestro ambiente, nos sentimos cómodos” , explica.
A la hora de trazar un panorama sobre qué encontrarán los pescadores cuando lleguen a los lagos y ríos de la cordillera en el inicio de la temporada, lo primero a tener en cuenta, señala, es el nivel del agua, que impacta en cualquier estrategia de pesca y en las medidas de seguridad.
“Los ríos vienen con buen caudal. El Chimehuín, el Malleo, el Aluminé, el Collon Cura, el Caleufu, todos”, dice. Y por eso hay mucho alimento, por ejemplo alevinos, juveniles de truchas, huevos no fertilizados.
“Las truchas son predadoras de sus propios huevos. También en estos días comen pancoritas no muy desarrolladas y con la caparazón blanda, bagres aterciopelados, bagres de torrente, pejerreyes como en el caso del Collon Cura y el Alumine”, describe.
Con este cuadro, recomienda cañas N° 6 a 8, moscas streamers (las truchas no comen ninfas porque el agua fría no genera insectos), líneas sinking fast de 2 a 6. Y un leader más bien corto.
Aconseja ir a zonas no muy profundas. “Las truchas no cazan en lo profundo salvo la marrón. Y al comienzo de la temporada, cerca de un 70% de las truchas son arcoíris”, dice.
Y además de horas de práctica, también recomienda paciencia, porque en la boca del Chimehuin es fácil frustrarse.
Por qué es tan difícil pescar en la boca del Chimehuín
“Creo que es el lugar más difícil para pescar. Hay mucha agua, necesitás técnica, estar muy bien preparado, tirar entre 25 y 30 metros, saber derivar una mosca, saber cómo llegar al lugar indicado. Es un mito que acá siempre se sacan las truchas más grandes, ¿sabés cuánta gente fracasa? Pero sí, es un paraíso con encanto, mística, fama mundial, eso es innegable. Cuando era guía y venían los norteamericanos lo primero que decían es que querían ir a la boca del Chimehuin, aunque al promedio de los pescadores estadounidenses le costaba muchísimo sacar algo acá”, recuerda.
Por último, Cachín menciona el aliado clave de todo pescador: la suerte. “Podés tirar cinco minutos y sacar la trucha de tu vida. Y tirar un mes y no sacar nada. Hay que aceptar la influencia del azar”, dice.
Antes de despedirse, recuerda la importancia de respetar la naturaleza, el reglamento y las rotaciones, como enseñaban los maestros cuando nacía la pasión de pescar con mosca en la Patagonia.
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