¿Quién es Jeffrey Dahmer, el asesino protagonista de la serie furor en Netflix?
Conocido como “El carnicero de Milwaukee”, fue uno de los asesinos en serie más conocidos de la historia. Interpretado por Evan Peters en la serie “Dahmer”, furor en Netflix, asesinó a 17 personas y practicó el canibalismo, entre otros horrores. Un repaso por su historia.
Las series y documentales sobre crímenes, investigaciones y misterios suelen ser uno de los platos fuertes de los servicios de streaming. Numerosos casos a nivel nacional (la docuserie sobre el caso María Marta García Belsunce) y mundial (Making a Murderer, por ejemplo) son la prueba inequívoca de que este género no para de crecer, y que cada estreno es esperado con ansias por parte de los fanáticos.
Este es uno de los motivos que explican el furor detrás de la serie “Dahmer. Monstruo: La historia de Jeffrey Dahmer”, que a lo largo de 10 episodios relata la historia del asesino serial conocido como “El carnicero de Milwaukee”, uno de los más famosos del mundo. Recientemente estrenada en Netflix, la serie -en formato ficción- se acomodó entre las más vistas y generó intensos debates en redes sociales.
Pero, ¿de quién hablamos cuando hablamos de Jeffrey Dahmer? Nacido un 21 de mayo de 1960 en Milwaukee, Wisconsin (Estados Unidos), el asesino en serie y delincuente sexual mató a 17 personas entre 1978 y 1991. La particularidad de este asesino fue que, después de matar a sus víctimas, realizaba distintos procedimientos macabros con sus cadáveres. Es así que algunos de sus asesinatos involucraron casos de canibalismo y necrofilia, entre otras.
En un repaso general a su historia, hay que destacar en principio una dura infancia. Con un padre que estudiaba y trabajaba muchas horas fuera de casa, y una madre que sufría una severa depresión, Jeffrey estaba la mayor parte del día solo y ya desde pequeño manifestaba inseguridades respecto a su familia. Esta situación se hizo más notoria cuando ingresó al colegio, donde algunas profesoras alertaron que veían síntomas de abandono.
A partir de 1966, la familia comenzó una serie de mudanzas y atravesó distintas ciudades, algo que tomaría relevancia a futuro. ¿Por qué? Porque, en una de esas mudanzas, Jeffrey vio a su padre sacando algunos huesos de animales del terreno. Eso le causó fascinación, a punto tal que comenzó a informarse al respecto y a coleccionarlos. La mudanza a Bath (Ohio) fue clave en este sentido, ya que al vivir en una cabaña en un bosque amplio, Jeffrey comenzó a recolectar esqueletos de animales pequeños y a diseccionarlos. Aquella primera obsesión sentó un precedente. Jeffrey aprovechó los conocimientos en química de su padre, Lionel, para consultar sobre el tratamiento de los huesos con distintas sustancias; algo que según el testimonio de algunos amigos, derivó en experimentos que terminaban con cráneos empalados.
El paso de Dahmer por la secundaria fue un alerta constante por los malos comportamientos del adolescente, y sobre todo porque allí comenzó a desarrollar una fuerte adicción al alcohol. También fue el contexto en el que se dio cuenta de que era homosexual, algo que forjó parte de su historia.
Con el tiempo, el adolescente comenzó a fantasear con dominar a otros hombres, y mostró un gusto particular por el torso de los hombres con los que fantaseaba. Como el mismo admitió, estas fantasías incluso lo llevaban a imaginar una disección del pecho de sus potenciales amantes. Y este dato no es menor, porque fue allí donde llegó el primer impulso de asesinato. A los 16 años se escondió entre los árboles para dejar inconsciente a un joven que le gustaba, pero finalmente no concretó el ataque.
El divorcio de sus padres, en 1978, llevó a que Jeffrey se marchara de la casa. Ese mismo año se graduó en el Instituto Revere, y quedó bajo custodia de su madre Joyce, que a esa altura ya tenía notorios problemas con el consumo de fármacos.
Fue en esos días que llegó el primer asesinato de Dahmer. La víctima fue Steven Hicks, un joven de 19 años que hacía dedo en la ruta para ser transportado. Sin entrar en demasiados detalles, el asesinato finalizó con una disección del cuerpo de la víctima y todas las maniobras conocidas por el asesino para limpiar la evidencia. Y allí comenzó un camino que llevó a Jeffrey a un lugar cada vez más oscuro.
De allí en más, Dahmer pasó por el servicio militar norteamericano, donde recibió la baja honorable por sus problemas con el alcohol; y regresó a su hogar, donde comenzó a tener problemas con la ley por exhibicionismo y diversas conductas lascivas en espacios públicos.
Sus siguientes víctimas comenzaron a sucederse con un modus operandi similar: los llevaba a habitaciones de hotel, a la casa de su abuela o a su departamento; los drogaba, mantenía relaciones sexuales, y los estrangulaba. Y no quedaba allí: tras concluir el asesinato, desmembraba los cuerpos y utilizaba distintas formas para eliminar los restos, aunque en algunas oportunidades conservaba los cráneos.
A comienzos de 1989 llegó un proceso judicial, luego de que se declarara a sí mismo culpable por agresión sexual a un niño de 13 años. En medio del proceso siguió asesinando gente, y el 23 de mayo, fue condenado a cinco años de libertad condicional y uno de reclusión en un centro penitenciario.
Hasta 1991, fueron 17 las víctimas que se le adjudicaron a Dahmer. Según estudios posteriores, la característica más común entre las víctimas era morfológica, puesto que Jeffrey sentía una atracción especial por un determinado tipo de cuerpo.
Ese mismo año, Tracy Edwards, su última víctima, logró escapar y acudir a la Policía. Esa situación llevó a que los agentes descubran a Dahmer, quien tenía fotografías de algunos cadáveres en su habitación. Aquel allanamiento tuvo algunos hallazgos tan reveladores como macabros: cabezas humanas en el freezer, partes de distintos cuerpos en bolsas, cráneos, elementos punzantes, fotos de los desmembramientos y demás.
Dahmer intentó esquivar la dura sentencia amparándose en un estado de enajenación mental, pero tras ser rechazado, llegó el castigo: el 17 de febrero de 1992 fue condenado a 15 prisiones perpetuas, y luego se sumó una más.
Finalmente, Dahmer fue asesinado a golpes el 28 de noviembre de 1994. El encargado de ponerle fin a su vida fue Christopher Scarver, compañero de la cárcel en Portage, Wisconsin, donde Jeffrey cumplía sus múltiples sentencias.
Su historia fue representada en numerosas producciones, desde la transmisión en vivo del juicio en 1992 hasta varias películas, documentales y series, siendo “Dahmer” (2002) la más conocida hasta el momento, con Jeremy Renner como protagonista. Hoy, el estreno de Netflix se lleva todas las miradas y vuelve a poner sobre la mesa la historia de este asesino serial, quizás de los más terroríficos de la historia.
Las licencias que se toma la serie
La serie estrenada en Netflix, que cuenta con la dirección de Ryan Murphy (“Nip/Tuck”, “Glee”, “American Horror Story” entre otras) tiene las particularidades propias de cualquier producción con componentes de ficción.
Una de las más notables es la decisión de Murphy de contar la historia desde el punto de vista de las víctimas. Según el director, esto tiene que ver con la intención de no generar ninguna idealización del asesino.
Además, se omiten historias derivadas. Por ejemplo, no se profundiza en David Dummer, el hermano menor de Jeffrey, que sufrió mucho las consecuencias de los actos del asesino; o cómo continuó la vida de Tracy Edwards, la víctima que logró escapar.
Algo similar ocurre con datos como el supuesto reconocimiento a los oficiales que lo arrestaron, que en la vida real fue inexistente. Licencias narrativas, dicen…
Comentarios