Colonia Josefa cumple 120 años entre el cariño y el recuerdo de sus habitantes
El cambio del régimen del río Negro y la falta de políticas nacionales fueron factores decisivos en el retroceso productivo que sufrió esta zona del Valle Medio a mediados del siglo XX. El 12 se conmemoran sus 120 años y los habitantes hablan del lugar.
Mientras el mundo salía de los conflictos de la 1° Guerra Mundial, extensos alfalfares posicionaban a Colonia Josefa en la elite productiva nacional durante la primera mitad del siglo XX.
Su privilegiada ubicación en el Valle Medio, el abundante caudal de agua del río Negro y un buen clima fueron la combinación perfecta para la siembra y secado de la alfalfa.
Los primeros habitantes fueron en su mayoría inmigrantes, y fueron quienes convirtieron a la colonia en un verdadero jardín azul; toneladas de alfalfa salían para su comercialización por el entonces río navegable o por caminos terrestres.
Todo era trabajo y progreso en el lugar.
Con el tiempo, Colonia Josefa recibiría un golpe casi de muerte.
Sin embargo, Griselda Montelpare (79 años) y Francisco Bellocchio (69) se niegan a abandonarla.
Ellos son hijos de primeros pobladores y durante el encuentro que mantuvieron con RÍO NEGRO coincidieron en que “si bien la colonia hoy sigue su producción nada es como en los años ‘20 y ‘40” cuando alcanzó su popularidad productiva.
“Ya con el gobierno de Juan Domingo Perón llegaron las vacas y ovejitas al lugar. De a poco, la colonia empezó a vivir un retroceso productivo y una de las causas que llevaron a una gran inactividad en la siembra de alfalfa fue el cambio del régimen que sufrió el río”, asegura Griselda. Y rememora: “Papá (Armando) y mamá (Dora) pasaron casi toda su vida acá. Él llegó a los 20 años atraído por el trabajo que ofrecía la oligarquía (30% de ganancia a cambio). Con el tiempo papá logró su título de propiedad. Yo nunca me fui de Colonia Josefa porque la quiero mucho, a pesar que hace unos nueve años falleció mi marido, Aurelio”.
“La primera escuela estuvo donde estaban las viejas oficinas del correo . Yo tenía que hacer unos 7 kilómetros -por la huella y campo adentro- para llegar a la escuela, y si no, unos 15 Km por la ruta”, se acuerda.
Recuerdos y añoranzas
“¿Qué recuerdo? La mansión de don Mauricio Mayer, que fue el fundador de Colonia Josefa. Su casa tenía escaleras de mármol blanco y unos ventanales amplios, era hermosa y hoy es todo ruinas. También me vienen a la memoria las grandes fiestas del 12 de octubre en el almacén La Unión, donde se juntaban casi todos para celebrar el aniversario de la colonia”, dice Griselda, la voz quebrada.
Francisco Bellocchio y su mujer, Silvia, ven a la colonia con una mirada optimista, pese a los padecimentos de la zona.
“De a poco, la siembra de cebolla se va haciendo fuerte; la alfalfa sigue y están los que buscan hacer ganadería también. No todo esta muerto en la colonia; eso sí, nada es como en sus inicios que fue furor con la alfalfa y la lana”, contó Bellocchio.
Hizo de sus recuerdos por el lugar un regreso soñado. Después de transitar por San Carlos de Bariloche decidió emprender regreso a la colonia con Silvia. Construyeron una cálida vivienda con una arquitectura moderna y rodeada de un amplio jardín, con una bellísima vegetación de frutales y de flores. Juntos contemplan amaneceres y la caída del sol desde arriba del médano, donde ubicaron el hogar.
“A la colonia la conocí en decadencia a menos, calculo que llegó a albergar unas 250 familias, y uno ahora ve con más optimismo las cosas porque se han dado buenas lluvias y el gran arroyo que la cruza abastece sectores claves”, dice Bellocchio.
Pintorescos y populosos festejos se vivían los 12 de octubre en el almacén La Unión. Eran jornadas extensas de peñas, actividades deportivas como bochas y fútbol, con mesas largas de asados, naipes, taba y claro, con abundantes bebidas .
La Unión fue también carnicería y cantina al paso entre semana.
Los Bellocchio fueron una familia numerosa. El padre, don Pancho tuvo una enorme incidencia en la vida de la colonia. Aún conservan la vieja casa donde se criaron. Su madre, Delfina Sánchez, hizo de la crianza de sus hijos un gran trabajo familiar.
Sobre la escuela Silvia recordó que “antes del 2015 la matrícula era de 1 ó 2 alumnos y debió cerrarse. Muchos años nos sirvió, a los pocos que quedamos en la colonia, de espacio para reuniones”.
Para José Raiteri, que hoy tiene 73 años, Colonia Josefa es parte de su infancia y sus viajes al lugar fueron constantes.
“Estuve yendo seguido, pero con el tema de la pandemia he dejado de ir. Tengo amigos todavía y seguro que estaremos visitándola nuevamente. Siempre hablo en mi familia de Colonia Josefa porque es parte de mi infancia, de mi familia”, contó Raiteri , que hoy está radicado en General Roca-.
Y retrocede en la línea del tiempo: “Mi padre vino de Italia y se radicó en La Pampa. Esos fueron años de pobreza y es entonces que decidió trasladarse a la zona por un trabajo sobre la ruta Nacional 22, en el tramo Darwin a Chimpay. Y ya en la colonia él trabajaba en la parte de mantenimiento de la máquina a vapor (Ruston) que se usaba para cosechar la alfalfa. Era una Ruston que tenía que levantar temperatura para poder funcionar. Se daba mañas para esos arreglos y otros, como los trabajos de herrería en el galpón para los arreglos de carros, herramientas o autos. Papá era muy capaz, no hizo valer su trabajo”.
“La casa donde nosotros vivíamos ya no está más -recuerda Raiteri-. Fueron unos tres años en la colonia con muy lindos recuerdos de familias simples y trabajadoras. Íbamos a cazar con Mito y uno de sus hermano; la Estancia La Julia es otro lindo recuerdo. Se iba a comprar a La Unión o había que salir por ruta hasta Pomona, Lamarque o Choele Choel”.
Con el tiempo, José Raiteri emigró a Bahía Blanca animado por su madre a seguir sus estudios. Y luego se radicó en Roca, donde hoy vive con su esposa y sus tres hijos.
Los que la hicieron
Apellidos como Bellocchio, Sánchez, González, Montelpare, Noale, Irazabal, entre otros, son sinónimo de Colonia Josefa.
De todo aquello que fue alguna vez Colonia Josefa, queda el viejo almacén de ramos generales La Unión; una decena de chacras desperdigadas en el campo con algunas construcciones viejas y otras demolidas; la Escuela N° 51, que es una de las más antiguas del Valle Medio y, un dato no menor, un brazo del río Negro que sigue alimentando la producción de alfalfa, y ahora también a la siembra de cebolla y al ganado.
Para los años ‘40 y ‘50 la colonia ya estaba en retroceso.
A la falta de políticas nacionales adecuadas se sumaría la construcción de la Represa El Chocón en los ‘70 lo que provocó el cambio de curso del río Negro. Como consecuencia llegó la sequía de sus brazos fértiles en las zonas de inundaciones donde se sembraba la alfalfa.
Hacia los años ‘80 esta situación había provocado una masiva inmigración de habitantes a zonas más productivas.
Todo había comenzado cuando Mauricio Mayer -oficial del Ejercito- decidió bautizar en el año 1902 estas 3.000 hectáreas ubicadas a 30 kilómetros de Pomona con el nombre de una de sus dos hijas, la menor, Josefa.
El tiempo, como contaron Griselda, Francisco y José, hizo lo suyo.
Para quienes mantienen el sentido de pertenencia, “Colonia Josefa es una acuarela azul pintada por nuestros abuelos y padres que la trabajaron de sol a luna”, como dicen sus antiguos habitantes.
Y cada 12 de octubre es uno de los pocos momentos donde los sueños del resurgimiento de Colonia Josefa vuelven a revolotear por el lugar.
Mientras el mundo salía de los conflictos de la 1° Guerra Mundial, extensos alfalfares posicionaban a Colonia Josefa en la elite productiva nacional durante la primera mitad del siglo XX.
Su privilegiada ubicación en el Valle Medio, el abundante caudal de agua del río Negro y un buen clima fueron la combinación perfecta para la siembra y secado de la alfalfa.
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