Lecturas: Vargas Llosa y Saramago, los opuestos
En una opuesta fidelidad intelectual, se mueven ambos escritores. Tan opuestos que, en lugar de dos escritores, parecen uno y lo mismo. Aquí, un análisis de “La fiesta del chivo”, de Vargas Llosa y “El evangelio según Jesucristo”, de José Saramago.
Por Ricardo Kleine Samson
Cuando una línea cruza una ó, en este caso, dos rectas, se producen los ángulos opuestos por el vértice.
Viene el ejemplo para el caso de Mario Vargas Llosa y José Saramago, ambos, además de respectivos premios nobeles de literatura, son opuestos por el vértice por sus dos líneas intelectuales distintas. El uno, liberal y el otro, un declarado y consumado comunista.
Si Vargas Llosa hubiese escrito “El evangelio según Jesucristo” hubiese llegado, por otro camino, a la misma conclusión que el portugués refiriéndose a dios: “Hombres, perdónenlo porque no sabe lo que hace…” y, a la inversa, pasaría lo mismo. A Saramago le hubiese dolido tanto como al peruano en “La fiesta del chivo” la dictadura de Trujillo en República Dominicana, ¿a quién no?, como a tantas otras injustificadas injusticias en cualquier lugar del mundo. Es que ambos se han subido a una idea, tan contrarias como la interacción magnética de los polos opuestos de los imanes, pero, casualidad o que, a ambos, por la maestría con que apelaron a la literatura para hacerlos visibles en tantos libros, les valió semejante honor literario.
Vargas Llosa es, repito, un liberal que no está degradado en el frívolo y amarillista concepto en que la prensa moderna, la literatura o lo que sea la haya desacreditado en el presente, enemistando y oponiéndolo con aquel que busca el bien común desde otro lugar. La palabra “liberal”, española, tiene más que ver con la grandeza de espíritu y la generosidad que moviliza a una forma de ser y de emprender que con la nimia administración económica capitalista. Se refiere a aquellos hombres, blancos, negros, mujeres u hombres y niños que se embarcaron, trabajando de sol a sol, en la titánica tarea de la igualdad civil, de sexos o de credos sin renunciar a la justicia. Desde este lugar escribe, denuncia, critica en magistrales novelas, como esta, y ensayos la manera, la mejor, de emprender un nuevo camino hacia ese lugar. Sus palabras motorizan la imaginación con seductor y brillo e inteligencia. Su heroísmo intelectual es tan grandilocuente como grandioso. Por eso lo admiro tanto como a Saramago. Nos muestra la cruda realidad sin llevarnos a un callejón sin salida, nos abre, como debe ser y es responsabilidad social de todo artista, una puerta, un desvío por el que escapar a la locura. Está claro en “La fiesta del chivo”. Por eso Vargas Llosa es liberal.
Saramago, de quien tuvimos con mi mujer el privilegio de conocer su casa y su maravillosa biblioteca en la isla de Lanzarote, es el opuesto. Desconfía, con justa razón, de aquellos principios que mueven al peruano. Sabe muy bien que muchísimos derechos, como tener idéntico trato sanitario o educativo que un rico o los derechos de los trabajadores ganados a fuerza de, inclusive muertes, mal trato y persecuciones, o la dignificación de las mujeres, no fueron logros de los “liberales”. No fueron, repito, logros de los liberales que decidieron, a costa de sus vidas, terminar con la dictadura de Trujillo en República Dominicana para poder vivir en libertad e imaginar un futuro mejor para todo el país. Desconfía de los otros “liberales” de todo el mundo que se quejan, por ejemplo, del cada vez mayor costo impositivo que tiene mantener escuelas u hospitales públicos, mientras que reclaman más cárceles para los delincuentes .
En el relato de “El evangelio según Jesucristo”, tan descriptivo como visual, se destilan ambas contradicciones, el sufrimiento, la persecución, las injusticias, el impedimento a todo tipo de libertades y la crueldad que el mismo dios tuvo con su hijo. ¿Por qué un Dios, primero hebraico y luego cristiano como Dios, busca la sangre de su hijo para redimir culpas ajenas y reestablecer el equilibrio en el mundo? Por eso Saramago es comunista.
En esa opuesta fidelidad intelectual, porque lo contrario también es cierto, se mueven ambos. Tan opuestos que, en lugar de dos escritores, parecen uno y lo mismo. Se paran en orillas opuestas, se desconfían, se gruñen, se miran de reojo, pero tienen el mismo brillo, la misma altura jerárquica. Gladiadores de la palabra. Piensan distinto. Quieren lo mismo.
Ambos brillan con la misma luz, desde lugares opuestos por el vértice, “al cuete” diría don Inodoro, porque, claro, en definitiva, sus ángulos siempre dan los mismos resultados. Honran la literatura y la usan como herramienta de cambio. Iluminan lo que no vemos. Ponen su lupa sobre los importante, lo aumentan, lo agrandan, sin exagerarlos, para que podamos verlo mejor, más claro y pensar en ello. Como en realidad debe ser la literatura.
Ambos libros, editados y reeditados en todo el mundo y traducido a varios idiomas, son fáciles de leer y volver a leer otras tantas veces. Para entender. Para recomendar.
Termino diciendo que los dos, para cualquier cosa que hayan escrito, debieron estudiar, buscar, indagar, leer, cuestionarse, consultar, criticar, esperar, imaginar. De manera que, el esfuerzo, no es garantía de nada, pero ayuda. Tuvieron la merecida, pero también la injusta suerte del que se esmera.
“La fiesta del chivo”, de Mario Vargas Llosa, editorial Alfaguara.
“El evangelio según Jesucristo”, José Saramago, Alfaguara
Los autores
Mario Vargas Llosa nacido en Arequipa, Perú en el año 1936. Obtuvo el Premio Nobel de Literatura en el año 2010, además, entre otros, El Premio Cervantes, El Príncipe de Asturias, El PEN/Nabokov…Por su obra y él, recibieron todo tipo de críticas, insultos y hasta juicios en su misma tierra.
José Saramago es europeo, nació en Azinhaga, Portugal en el año 1922 y falleció en junio del 2010. Obtuvo su El Premio Novel de Literatura en el año 1998. Es como su opuesto, un ensayista y narrador muy reconocido en todo el mundo. Entre otros, ganó alguno de los siguientes premios internacionales: El Premio Internacional Neustadt (EEUU) El Premio Camões (Brasil y Portugal) El Premio IMPAC o IMPAC International Dublin Literary Award. Al igual que su par, además de numerosos reconocimientos internacionales, también sufrió persecuciones, insultos e injusticias de todo tip
Comentarios