Los que buscan padres, hijos o hermanos tienen adonde acudir en la región

La Comisión Nacional por el Derecho a la identidad abrió en Bariloche su delegación para Río Negro y Neuquén.

A través del entrecruzamiento de datos genéticos, la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi) pudo determinar que más de 10.000 personas que dudan sobre sus orígenes dieron negativo. Esto significó que no eran hijos de desaparecidos durante la última dictadura militar. Sin embargo, los reparos respecto a la identidad biológica persisten.

Históricamente, la Conadi asumió como desafío encontrar a los hijos de desaparecidos. En el último tiempo, esta función se amplió y hoy el organismo está abocado a recibir consultas de cualquier persona que tenga dudas sobre su identidad. Haya nacido durante la última dictadura militar o no.


Río Negro y Neuquén


En 2018 se incorporaron muestras genéticas de madres que tuvieron hijos entre julio de 1974 y diciembre de 1983. “Todos pueden acudir y consultar sobre su identidad biológica: hay madres que buscan hijos, hijos que buscan madres, hermanos en busca de hermanos o sobrinos”, sintetizó la licenciada en Psicología María Gracia Iglesias, coordinadora del Programa Nacional de Identidad Biológica de la Conadi.

Hasta ahora, solo hay tres sedes del programa a nivel nacional -aunque la idea es ampliarlo-. Funciona en Córdoba, Buenos Aires y en los últimos meses arrancó en Bariloche (que incluye a Neuquén) donde, hasta ahora, se han presentado más de 40 personas -que se suman a aquellos que quieren saber si son hijos de desaparecidos-.


Buscaba a la madre y halló una hermana


Carina Rosavik inició la búsqueda de sus padres biológicos cuando tenía 23 años. Hoy, con 45, aún no logra encontrarlos, pero sí halló una hermana que no sabía que tenía y reside en Mar del Plata.

“Mi familia nunca me contó que yo era adoptada. Me enteré por Abuelas e Hijos cuando me vinieron a buscar. Me dijeron que tenían un expediente por adopción a partir de una denuncia. Nací en 1976. Me preguntaron si tenía dudas sobre mi identidad y por supuesto que las tenía”, reveló la cordobesa a RÍO NEGRO.

En el expediente, figuraba como “bebé NN”. No había detalles de su madre ni de su padre. “Fue una tenencia legal que no llegó a concluir en adopción. Cuando consulté, una tía me dijo que yo había sido robada, que me habían llevado a la Casa Cuna y mis padres me habían sacado de ahí para cuidarme. Siempre presentí que no eran mis papás”, admitió.

Cuando la mujer leyó el expediente, tomó la decisión de hacerse un ADN en Abuelas de Plaza de Mayo. Le sacaron sangre y enviaron la muestra a Estados Unidos. La llegada del resultado demoró dos meses, pero dio negativo.

Carina está feliz de saber que tiene una hermana, Carolina.

“Esa resultó ser mi segunda muestra porque cuando tenía 15 me hicieron otro ADN por un pedido judicial. Pero mis padres nunca me dijeron por qué me lo hacían. Solo que era un estudio médico”, manifestó. 

Hacia 2006, una amiga de Carina la convenció a ella y a su hermano para que se sometieran a un nuevo ADN. En esa oportunidad, varios años después, con otra técnica mucho más completa. Su hermano estaba anotado como hijo legítimo; es decir que había sido apropiado.

“Cuando tenía tres años, recuerdo que una mujer fue a ver a mi mamá a su oficina. Llevaba dos bebés en dos canastas. Un varón y una nena. Le entregó el varón a mi mamá y a partir de ese momento, tuve un hermanito. Eso siempre me quedó grabado en la memoria”, recordó Carina.

La semana pasada, desde Conadi se comunicaron con ella. Supo que tenía una hermana un año y medio menor. Los resultados eran compatibles 100% y, de hecho, compartían madre y padre. “Como también trabajo en un grupo que hace investigación y búsqueda de identidad biológica, me costó entender. Pensé que me hablaban de un caso hasta que me dijeron que se trataba de mí. Empecé a los gritos. Mi hermana había dejado su muestra en 2007. Pedí una foto y pregunté si podía hablar con ella. Quería conocerla”, expresó.


En La Plata estaba su hermana


Carolina Sangiorgi, su hermana, nació en La Plata y con 10 días de vida, la llevaron a Casa Cuna hasta que fue adoptada. Supo siempre la verdad sobre su origen, pero de grande se preguntó si alguien la estaría buscando. Por eso, dejó su muestra.

“Cuando hicimos la primera videollamada, nos quedamos mudas. No salían las palabras. Tuvimos esa conexión de hermanas al toque más allá del parecido físico. Lo cierto es que nos encontramos buscando a nuestros padres. Siempre sentí que tenía una hermana y nos han pasado cosas muy parecidas a lo largo de la vida”, expresó Carina.

Carolina vive en La Plata y hace sólo días supo que tiene una hermana, Carina.

El abrazo aún no se concretó porque Carina contrajo Covid-19. De modo que el encuentro sigue pendiente. Y es sumamente anhelado por las dos hermanas.

“No se sabe si somos hijas de desaparecidos porque hay mucha gente que no ha denunciado. Pero nos encontramos. Y esto que nos pasó es un mensaje para mí y todos los que buscan. Desde siempre pedimos que se abra el Banco de Abuelas para el resto de las búsquedas porque hay mucha gente apropiada”, se sinceró Carina. Más allá de su hallazgo, no pierde las esperanzas de encontrar a sus padres.


El derecho a conocer la identidad


“Abuelas visibilizó la búsqueda de origen y las personas saben que tienen ese derecho. Por eso, el programa abordó el tráfico de menores y víctimas de apropiación biológica, pero que nada tienen que ver con la última dictadura. Son madres que han tenido que dar a sus hijos o se los han arrebatado”, detalló Iglesias.

La mayoría son niños apropiados en clínicas clandestinas o víctimas del tráfico de menores. “Se vendían niños y había médicos, parteras y enfermeras que se dedicaban al tráfico. Lo cierto es que hay redes de tráfico de niños y el tráfico es dinero”, indicó.

En 2015 se creó la Red de Trabajo sobre Identidad Biológica (RETIB), un registro dentro de la Secretaría de Derechos Humanos de Nación, aunque como un área ajena a la Conadi. No se llevaban adelante tareas de investigación. Cuando Alberto Fernández asumió la presidencia, se definió que la Conadi se hiciera responsable de ese programa.

Iglesias recalcó que “la lucha de Abuelas despertó el derecho a la identidad que antes no existía. Gracias a esa lucha, uno de los logros fue el Banco Nacional de Datos Genéticos creado en 1987”.

“Al convocar a las personas nacidas entre 1976 y 1983, nos encontramos con un montón de personas víctimas de tráfico. Lo cierto es que los militares cuando se apropiaron de los hijos no inventaron la técnica. Sucedió antes, durante y después. Ellos solo lo copiaron”, recalcó la psicóloga.

A partir de la puesta en funcionamiento de las tres sedes, comenzó un arduo trabajo de investigación. El equipo partió de un registro de 3.000 personas que buscaban sus orígenes biológicos a nivel nacional. Llamativamente, hay muchos más hijos que madres buscando.


Piden que las madres se acerquen


Ante cualquier consulta, el equipo de la Conadi lleva adelante una entrevista en profundidad. Iglesias admitió que el trabajo es complejo porque en lo que respecta al tráfico de menores, no hay forma de acceder a información escrita. “Una pareja consigue el certificado falso de un médico. Con ese certificado anota al niño y se apropia de él. Nunca le dicen la verdad, aunque la gente, de todos modos, lo sabe. Se siente. Hay gente que se entera a los 40 o 50 años cuando sus padres fallecen”, admitió.

Reconoció que algunas personas se enteran algunas cosas siendo muy pequeños, pero no insisten con preguntas. A algunos les dicen que sus madres han muerto. “Los hacen sentir desagradecidos: ¿por qué buscas? Todo eso se escucha”, sostuvo.

Muchas veces, el equipo llega a la conclusión de que el único camino es que la madre se acerque a la institución para poder concretar “un cruce de datos”.

“Mientras haya una sola persona que busque su origen biológico está toda la sociedad en juego. Ellos son víctimas directas, pero la sociedad también es cómplice”..

María Gracia Iglesias, Conadi.

“Lo que sucede es que hay muy pocas madres buscando a sus hijos porque las catalogan de abandónicas. Tienen miedo, nunca hablaron del tema con nadie y tienen muchas lagunas mentales. Pero tienen derecho a buscarlos. Por eso, nos estamos agrupando bajo el lema ‘Mamá Buscame’”, señaló Iglesias.

“Muchas veces -acotó-, piensan que el hijo está mejor con la familia adoptiva. Eso es mentira. Sus hijos las necesitan. Si no, no habría tanta gente buscando su origen. Y sufriendo. Conocer la identidad es una necesidad vital, un derecho humano, un derecho a la salud física y mental”.

El desafío de la Conadi es que la gente conozca la verdad. Si luego se pueden vincular es perfecto. Pero muchas veces no se vinculan o no logran mantener el vínculo. “Pero el alivio llega igual. No hay nada peor que buscar. Y no se trata de juzgar a nadie”, enfatizó la coordinadora del programa.

Para contactarse con el Programa Nacional de Identidad Biológica (ORIGENES), el mail es identidadbiologicapatagonia@gmail.com.


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