Nadie quiere subirse al avión de Arabela

Martín Belvis

Prosecretario de Redacción. Nació en 1967 en Buenos Aires y comenzó en el periodismo a los 21 años. Durante 10 años cubrió noticias políticas de la provincia de Neuquén y más tarde fue el primer editor del suplemento de Energía del diario Río Negro, de cuya agencia Cipolletti fue jefe entre 2009 y 2013. Vivió una década en Bariloche, donde se desempeñó como jefe de su agencia. En Diario RÍO NEGRO desde 1991.

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En Viedma muchos le reprochan a la gobernadora que pasa demasiado tiempo en Bariloche o en Buenos Aires en vez de permanecer en la capital de la provincia.


El Cessna 560 Citation Ultra que por ahora es el único avión de la nueva flota gubernamental no ha volado más que en torno de la capital de la provincia desde que es oficialmente propiedad de Río Negro. El jueves se hizo un operativo de ablación de órganos en Cipolletti pero no se usó la más nueva de las adquisiciones, a pesar de que se argumentó que sólo será para vuelos sanitarios.

La gobernadora Arabela Carreras sobreactúa su disgusto con las repercusiones de la noticia sobre la adquisición de un avión de 4,5 millones de dólares. Hace más de un año que esa operación estaba anunciada, pero el clima gremial enrarecido colocó la compra del Cessna en el territorio de las provocaciones.

No es cierto que la intención haya sido poner el avión al servicio de las necesidades sanitarias de la provincia. Es media verdad al revés: la idea era que fuera para uso personal de la gobernadora, para reemplazar la contratación con una empresa del grupo Vía Bariloche, y de manera accesoria, para el traslado de pacientes.

Carreras decidió entonces no subirse más a un avión que no sea de línea comercial regular. Puede que en unos meses revise esta tajante declaración de principios, pero por ahora se acostumbra a recorrer la provincia en camioneta y disfruta de sus largas estancias en su casa de Bariloche. Después de todo, hay suficientes vuelos directos a Buenos Aires.

Eso cuestionan en Viedma. En el particular clima de los edificios públicos de la capital de la provincia, se respira la certeza de que Carreras prefiere Bariloche e incluso Buenos Aires para ejercer su cargo, en vez del asiento legal del gobierno.


El Cessna que compró el Estado provincial no ha hecho más que algunos vuelos cortos desde que llegó. Por la polémica, ya no vuela en servicios privados sino en los de líneas comerciales.


Los tiempos se precipitan en muchas direcciones: la situación económica es compleja en todo el país, hay recuperación del empleo pero con sueldos por debajo de precios que no paran de crecer, y además el último trimestre del año suele ser el más complejo desde el punto de vista social.

No hay mucho tiempo además en el terreno de la política porque apenas comience 2023 hay que empezar a pensar en la fecha de las elecciones.

La lapicera la tiene la gobernadora y no dudará en usarla.

Persuadida como está de que no será ni ella ni el proyecto el candidato a gobernador de Juntos Somos Río Negro el año que viene, sino el senador Alberto Weretilneck, habrá que negociar con ella ciertas condiciones para que el cronograma electoral se realice como se planea, anticipadamente, en abril:

• Su propio futuro político. Una candidatura a intendente de Bariloche será “una salida elegante”, entienden en la mesa local del partido. Habrá entonces que resignar a Agustín Domingo, uno de los dos diputados nacionales de Juntos, que le tiene ganas al despacho de la torre del Centro Cívico.

• La intercalación de su gente en las listas a cargos electivos y en puestos de gobierno. No son muchos los que conforman su núcleo duro, pero no pueden quedarse afuera. “Lo importante no es estar en la foto sino en el presupuesto”.

Por ahora, le dará más barilochenses a su gabinete, con la entrada de Pablo Zuccaro a la secretaría general de la Gobernación en lugar de José María Apud.

La posibilidad de que la gobernadora pelee el año que viene por la intendencia de Bariloche (cuyas elecciones deben separarse de las otras) también pone a Carreras frente a frente con Gustavo Gennuso, el actual alcalde, que tiene vedada otra reelección.

Gennuso es uno de los outsider del partido provincial, al que se incorporó como aliado en un partido vecinal. Cree que no le debe nada a nadie y que él es el arquitecto de su propio destino. Weretilneck lo tiene en consideración para completar la fórmula como candidato a vicegobernador, pero (no sería El Brujo si no lo hiciera) le ofreció ese espacio al intendente de Viedma, Pedro Pesatti, que ya lo ocupó entre 2015 y 2019, y se encargó de que todos supieran que estaba encantado de volver a la presidencia de la Legislatura y no pelear la reelección en la municipalidad.

“Hay tiempo de sobra”, les dice Weretilneck.


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