Femicidio de Agustina: falta de comunicación, fake news y el clamor popular
Se tejen versiones falsas en torno al proceso y a las pesquisas por el crimen de la estudiante en Cipolletti que nadie aclara. La verdad sobre los cotejos de ADN, la preocupación del procurador y el fiscal general y la demanda de una sociedad que exige justicia.
Alrededor del femicidio de Agustina Fernández se tejen un abanico de versiones y especulaciones, pero ¿qué hay de cierto? El desmanejo de la comunicación oficial y la demanda de una sociedad urgida por justicia son un combo propicio para la aparición de rumores y teorías, algunas falsas. La estrategia del Ministerio Público Fiscal es informar lo mínimo indispensable: el identikit, la recompensa y el resultado del ADN fueron sus únicas respuestas.
A falta de información clara, un sinnúmero de actores sociales aportan declaraciones de todo tipo. El propio procurador Jorge Crespo junto con el fiscal general Fabricio Brogna viajaron exclusivamente por esta causa, la semana pasada. Hay preocupación por la complejidad que presenta el caso y por los errores que se cometieron al inicio del procedimiento
La policía, que utiliza sus canales para hacer llegar la información, confirmó esa reunión cumbre. Pero también habla la ministra de Justicia Betiana Menor (en general solo hace con medios del gobierno), las organizaciones feministas, la familia de la víctima, el amigo Parra y algún que otro especialista en la materia. Ante ese panorama la información oficial no colabora para separar los datos de las especulaciones.
El reclamo social
En las redes sociales los cipoleños ya fijaron posturas en el caso. También en la calle: en la primera y multitudinaria marcha, tras el asesinato de Agustina, se pronunciaron sobre la teoría del caso: «no fue un robo» expresaron en la mayoría de los carteles que amontonaron en la plaza de la Justicia.
También se leyó «femicidio». El Estado tardó más de lo recomendable para encuadrar el caso con perspectiva de género. Al parecer nadie tomó nota de la instrucción del procurador Jorge Crespo que, hace años, obligó a investigar toda muerte de una mujer como crimen de género.
RIO NEGRO publicó días atrás las dudas que hay en torno al hecho. La falta de desorden característico en un robo y la precisión en buscar los dólares en la mesa de luz de una habitación hacen pensar que al menos no fue al azar. Es la misma «corazonada» que tiene la mamá de Agustina. Además ella cree que su hija reconoció al agresor.
La mirada sobre Pablo Parra
La sociedad, y algunos medios capitalinos especialmente, pusieron la mirada sobre Pablo Parra, el amigo con quien esa noche iba a compartir una cena, además de ser el inquilino de la vivienda donde se produjo el ataque.
El joven petrolero está dentro de las líneas de investigación, pero lo cierto es que hasta el momento todas las coartadas le cierran: dio negativo en el cotejo de ADN y las cámaras de seguridad confirman su recorrido en la hora que se ausentó del complejo de vivienda donde ocurrió el hecho.
La última especulación se originó luego del abordaje que hizo un canal de noticias de Buenos Aires (fue más un show actoral que un abordaje periodístico). Allí se supo que Parra llamó a la mamá de Agustina horas después del ataque.
¿Cómo sabía el número si le habían robado el celular a él y a la víctima? El joven se comunicó con la administración del complejo (mediante el teléfono de otra vecina) y pidió el contacto de la mujer. Esta versión también fue confirmada por los investigadores. Hasta ahora no hay ningún indicio concreto contra Parra, pero se mantiene entre los sospechosos porque fue el último en ver a Agustina antes del ataque.
Los cotejos de ADN
También trascendió que con los rastros genéticos que se tomaron del cuerpo de la víctima se cotejaron con presos o personas vinculadas al crimen organizado en Cipolletti. Esta versión fue desmentida extraoficialmente, pero nada se dijo por los canales oficiales del Ministerio Público Fiscal.
Este medio confirmó que se cotejó el ADN con un preso que tenía un parecido físico a la imagen del identikit. No tenía tatuajes característicos en el rostro, pero su apariencia era similar. Fue detenido por desobedecer una orden judicial. El resultado dio negativo y esa línea de investigación se cayó, como otras.
Sí es cierto que se está indagando sobre personas con antecedentes en robos calificados, pero no es posible un testeo masivo con detenidos. En principio porque se necesita al menos una vinculación con el hecho, además que el ADN se degrada con cada cotejo y no es posible compararlos indiscriminadamente.
La imagen del identikit, el principal sospechoso de la fiscalía, no arrojó ninguna luz al proceso. Se creía que ese tatuaje 10 en la ceja, y la palabra ROCK en los nudillos de la mano serían suficiente para una rápida detención. Pasaron 40 días y nada concreto. ¿Existe el hombre del identikit? se preguntan algunos. Un testigo lo vio en las inmediaciones del complejo horas antes del ataque. Compró cervezas y tuvo un comportamiento «extraño».
El testigo aseguró que nunca lo había visto antes. Una cámara de seguridad registró movimientos extraños también, horas antes del robo pero la falta de luz natural y del monitoreo de la terminal frustran cualquier posibilidad de identificación.
Pocos avances
¿Qué hay hasta ahora en la investigación? Poco y nada. El resultado de los ADN fue un baldazo de agua fría porque dejó el proceso en foja cero. Con todos los cotejos negativos y sin indicios por la falta de cuidado en la escena del crimen, el proceso se desinfló. La falta de datos sobre el hombre del identikit obligaron a la fiscalía a buscar otros indicios y extender las líneas de investigación.
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