La prohibición de libros se replica cada vez con más frecuencia en Estados Unidos
Tras la abolición del aborto, los movimientos conservadores ganan terreno y cada vez cuestionan más tópicos de la literatura.
Una biblioteca de un pueblo pequeño de Michigan, en Estados Unidos, corre el riesgo de cerrar después de que sus habitantes votaran para desfinanciarla porque no toleraban la distribución de libros con temáticas LGBTQ+, un evento que se suma a las retiradas prohibiciones en distintas bibliotecas estadounidenses tras la reciente abolición del aborto en ese país.
La votación de los residentes de Jamestown, el martes último a partir de una queja sobre una novela que abordaba la experiencia de una escritora no binaria («Gender Queer: a memoir», de Maia Kobabe), trae como consecuencia «el vaciamiento de los fondos» con que la Biblioteca de Patmos contaba «hasta el primer trimestre del próximo año», dijo Larry Walton, uno de los responsables de la institución, al diario Bridge Michigan.
A partir de esa primera queja, se presentaron decenas de peticiones ante la junta de la biblioteca, exigiendo que quitara ese libro y muchos de temática Lgbtq+ de su catálogo. «La preocupación del público era que iba a confundir a los niños», contó Walton. Y, en medio de todo esto, un grupo autodenomina «Conservadores de Jamestown» repartió volantes condenando el género queer por mostrar «ilustraciones sexuales extremadamente gráficas de dos personas del mismo género» y denunciando la «promoción de ideología Lgtbq+».
Este tipo de iniciativas, arraigadas a un cultura puritana que pese a todo le va quitando terreno a políticas inclusivas, ganaron fuerza en Estados Unidos tras la abolición del aborto y llaman la atención internacional. De eso habló Deborah Mikula, directora de la Asociación de Bibliotecas de Michigan, con el diario británico The Guardian, cuando expresó su convicción de que los catálogos de las bibliotecas deben representar «a toda la comunidad» y subrayó que «eso significa tener libros Lgtbq+».
En tanto, la Asociación Estadounidense de Bibliotecas identificó 729 reclamos sobre «materiales y servicios de bibliotecas, escuelas y universidades» el año pasado, lo que llevó a retirar de sus estantes unos 1600 títulos.
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Este es el contexto en que la Biblioteca Pública de Nueva York (NYPL) lanzó la campaña nacional «Libros para todos», para que los lectores puedan acceder a los textos impugnados -por temas de género, religión, raza e historia- en estados gobernados por el partido Republicano como Florida.
Estas prohibiciones tienen inquietantes resonancias en los mismos títulos de la más pura ciencia ficción que pueden encontrase en las bibliotecas censuradas, como «Fahrenheit 451», de Ray Bradbury, donde su protagonista, Guy Montag, es un bombero que tiene como tarea quemar libros prohibidos por causar discordia y sufrimiento.
«Fahrenheit 451» no es la única ficción literaria que en estos dias de reaccionarismo en Norte América se vuelve realidad. Tras el anuncio de la prohibición de la interrupción voluntaria del embarazo fue el escritor Stephen King, rey del terror, quien tuiteó: «Bienvenidos a `El cuento de la criada´».
Esa novela («The Handmaid’s Tale»), escrita hace más de 35 años por la canadiense Margaret Atwood con el foco puesto en la segregación racial, como ocurría en los 80, fue llevada a la pantalla en 2017 con un protagónico excepcional de Elisabeth Moss, imaginando una nación distópica, Gilead, donde tras la merma cruenta en la tasa de natalidad a raíz de la contaminación ambiental surge una revolución conservadora machista que establece una teocracia y esclaviza a las mujeres.
Poco antes de que saliera el fallo contra el aborto legal en Estados Unidos, Atwood tuiteó un artículo propio titulado «Yo inventé Gilead, ahora la Corte Suprema lo está haciendo realidad», donde contaba que muchas veces interrumpió la escritura de aquella novela por sentirla «demasiado exagerada» y «tonta» y, con perspectiva oracular, reflexionaba en ese artículo: «Las dictaduras teocráticas no se encuentran sólo en el pasado distante: hay un número de ellas en el planeta hoy. ¿Qué impide que Estados Unidos se convierta en una de ellas?».
Télam.-
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