Boca, Racing y una justicia futbolera que espía por debajo de la venda

Un panorama similar a la semifinal de la última Copa de la Liga, en mayo pasado, se vivió anoche en Avellaneda. La Academia dominó en casi todo el desarrollo al Xeneize pero no le pudo ganar. Al menos esta vez no perdió.

Aquella película de terror que fue para Racing la semifinal de la última Copa de la Liga, cuando dominó de principio a fin a Boca pero no le pudo hacer un gol para luego se quedó afuera en los penales, estuvo cerca de tener su segunda parte anoche en Avellaneda.

La Academia superó en todos los aspectos del juego al Xeneize por un tiempo y medio, pero el grito sagrado no se escuchó en el Cilindro a pesar de las innumerables ocasiones que tuvo el equipo de Fernando Gago para quedarse con la victoria en ese lapso.
Malas decisiones en la definición y otra gran actuación de Agustín Rossi en el arco de Boca, privaron a Racing de un triunfo que mereció pero no concretó.

Claro que el clásico tuvo una segunda parte, menos extensa, donde Boca salió de su letargo y estuvo a punto de llevarte todo de Avellaneda. No sólo por las chances que no concretó, sino también por la jugada polémica del final donde Fernando Rapallini desestimó, luego de ser advertido por el VAR, una mano de Jonathan Correa cuando disputaba un balón en el área con Sebastián Villa.


Rapallini, que ya había obviado un penal en el clásico ente Independiente – River en la fecha pasada, hizo pesar su criterio una vez más y no sancionó el claro penal.

El Xeneize se pareció demasiado al comienzo a aquel que viene jugando de visitante, al menos bajo la tutela de Hugo Ibarra. Con serios problemas defensivos, volantes sin dinámica y con delanteros que no hacen pesar su jerarquía individual, Boca sufre cada vez que abandona el cobijo de La Bombonera.

La resaca de Darío Benedetto tras la noche trágica ante Corinthians en la Libertadores, no pasa a la historia porque el Pipa sigue con una sequía preocupante. Lleva 539 minutos sin marcar un gol, en su peor racha negativa entre sus dos ciclos en el club.

Para colmo su ascendencia en el grupo se erosiona. En el entretiempo, si bien nadie lo confirma o lo desmiente, Benedetto y el peruano Zambrano habrían intercambiado algo más que palabras camino al vestuario. «Sé que hubo una discusión entre dos jugadores, pero no sé más que eso», refirió Ibarra en la conferencia de prensa.

El dominio de Racing fue total en la primer mitad y tuvo en el roquense Facundo Mura una de las llaves de entrada por el lateral derecho en la retaguardia de Boca, que una vez más lució inconexa.
La Academia contó al menos media docena de chances de gol, contra apenas una de Boca, y fue a través de Benedetto, quien remató cruzado y mal cuando la jugada pedía otra cosa.

La falta de puntería condenó a Racing, ya que ni Copetti, Alcaraz, Rojas o Miranda, entre algunos de los que tuvieron chances, pudieron acertar al arco. Y cuando lo hicieron, apareció la figura de Rossi para salvar a Boca en los momentos urgentes.

La dignidad xeneize apareció en la segunda parte del ST, cuando Medina y Vázquez oxigenaron el equipo. Ambos tuvieron el triunfo en sus pies, pero Gabriel Arias, en su vuelta a la titularidad tras su lesión, evitó que su equipo se fuera con una derrota que no mereció en buena parte del encuentro.

Fue en ese lapso final del segundo tiempo con Arias al rescate (Medina a los 43′, Vázquez a los 45′ y Villa a los 48′, más la polémica del VAR), donde Boca maquilló el clásico y lo emparejó para crear una sensación de bienestar. ¿Alcanza para disimular su mal estado general como equipo?

La mala decisión de Rapallini y el supuesto despojo por el penal no cobrado, reacomoda la imagen final del equipo de Ibarra. Ni hablar si la pena hubiera sido sancionada y transformada en gol. En ese caso, ¿qué rótulo hubiera sido el más apropiado para calificar al clásico?

El fútbol suele ser ingrato dándole la espalda a los merecimientos. Por su incapacidad para definir situaciones favorables, la faena de Racing no fue completa. A partir de esa falencia, Boca la usó de contrapeso para subir en la balanza y estuvo a punto de confirmar una vez más que la caprichosa justicia futbolera recién da su veredicto cuando el árbitro marca el pitazo final.


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