Capitalismo de Estado sin dólares
La fase actual de la crisis nacional tiene en la distribución de la renta su matriz central que la explica. Luego de 36 meses de saqueo (2016/2019) de dólares tomados con deuda externa y fugada del país en forma de ganancias la Argentina -Covid mediante- ha quedado exhausta. Se produce entonces el tercer ciclo de endeudamiento externo (1823/1947 -1976//2001-2016/2019) que vuelve a condicionar durante décadas nuestro desarrollo. Nadie puede dudar de algo elemental: no es lo mismo para un Estado deber en su propia moneda que deber en moneda extranjera (dólar) que se consigue o mediante superávit externo o mediante emisión de deuda.
Los diversos intentos de desarrollo e industrialización nacional nunca pudieron concretarse plenamente; los ciclos de endeudamiento externo abortaron los mismos y generaron desequilibrios macroeconómicos y crisis políticas. Vaciado el BCRA de reservas por agotamiento del endeudamiento externo y el mal manejo del superávit externo en dólares del año 2020/2021, la tasa de interés que paga el Estado a los bancos, fondos de inversión, etc. tracciona al alza en forma continua: se paga más tasa para que los excedentes pesos no vayan al dólar, porque dólares no hay.
El dólar oficial barato -frente al blue- no alcanza a abastecer la venta por los excedentes en pesos obtenidos por ganancias empresarias, principalmente por tasas de interés altas -pagadas por el Estado- para que no vayan al dólar. Tanto las tasas de interés como el aumento del dólar van directamente a la inflación, porque estamos frente a una economía bimonetaria. ¿Es el déficit fiscal el origen de los males inflacionarios? No es el único ni el determinante, sino la excesiva necesidad de los grupos empresariales y financieros de disponer de dólares o en su caso de altísimas rentabilidades en pesos (tasa de interés) pagadas por el Estado. Pero siempre, siempre, esa ganancia en pesos debe transformarse en dólares para que salgan del país, completando el círculo de rentabilidad. Y así se retroalimenta un círculo vicioso.
Los atisbos de equilibrio fiscal, industrialización y distribución paritaria de la renta nacional (donde las clases sociales recibían porcentajes similares) que fue una bandera histórica del peronismo , en realidad fueron cortos períodos en 70 años. Coincidieron con situaciones históricas y económicas que facilitaron aquella distribución equitativa de la renta. De esta forma, con solvencia financiera el capitalismo de Estado distribuyó e incorporó derechos para las grandes mayorías e intentó ser el conductor del desarrollo. Hoy es la primera vez en su historia que el peronismo se enfrenta a niveles de desigualdad y pobreza tan pronunciados y entonces sus contradicciones políticas emergen.
Un informe reciente (CEPA) indica que al finalizar 2015 el 51,80% del ingreso nacional era de los trabajadores, y el 40,2% de los empresarios. En el año 2021 la relación era 43,1% y 47% para los empresarios, siendo la pérdida para los trabajadores de 7,7 billones de pesos a ese año, o cerca de U$S 22.000 millones de dólares a su cotización blue. Este excedente de ganancia importó la caída del ingreso del salario y buena parte fue a parar a la compra de dólares (generalmente a través del contado con liquidación, una variante técnica para adquirirlos). No ha sido entonces el aumento de los salarios lo que impulsa la inflación, sino que -por el contrario- la inflación ha generado súper ganancias empresarias a los grandes grupos económicos concentrados: muchos de esos balances superavitarios están en la Bolsa de Comercio, son conocidos y han sido publicados en medios especializados.
La etapa iniciada con la designación de un “superministro” de Economía alumbra con la intención de recaudar dólares (vía deuda) para dotar de reservas al Banco Central. Se anuncia además un shock exportador de importantes reservas de materias primas en tanto la Argentina es “un súper país empobrecido”.
La gran incógnita, que ocasionará no pocas tensiones políticas en el frente peronista, es si la reconstrucción de “la confianza de los mercados” será para reeditar un nuevo proceso de saqueo nacional y empobrecimiento de trabajadores y clases medias o, tal vez siquiera, para encauzar un proceso de desarrollo equilibrado que proyecte de una vez por todas al “súper país empobrecido” de propiedad de todos.
* Abogado. Docente de grado y posgrado de la Facultad de Economía UNCo.
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