La hora de Massa
El gobierno apeló esta semana a la que pudiera ser su última chance de revertir una crisis económica y política cuya espiralización llegó a niveles alarmantes y cuya reversión es más compleja a medida que pasan los días si no se toman medidas drásticas y efectivas para revertirla.
La última apuesta se llama Sergio Massa, quien llega como un superministro de economía, pero con el desafío de mostrar resultados rápidos en reducir el gasto público y acumular reservas en el Banco Central para desactivar una crisis cambiaria que puede llevarse puesta a la economía real.
La gran pregunta es si este “empoderamiento” de Massa logra revertir la imagen de un gobierno que luce descoordinado, falto de reflejos y con un presidente cada vez más aislado y debilitado por las circunstancias y la dinámica de sus propios aliados políticos. En lo político, el desafío del ambicioso tigrense es romper con lo que el politólogo Federico Zapata llama el “equilibrio subóptimo” que caracteriza al Frente de Todos. En la denominada “teoría de juegos” de la ciencia económica se denomina así a la situación entre dos o más jugadores, donde cada uno asume la postura de no cooperar porque desconfía del otro y asegura su ganancia individual (o minimiza su riesgo de pérdida), aunque el resultado fuera mejor para todos si de alguna manera los jugadores pudieran coordinar sus acciones. En el caso del FdT, este “equilibrio subóptimo” se traduce en un “triple loteo” que desdibujó la agenda, quebró la cadena de mandos y dividió el poder político -y en la práctica ha paralizado la gestión- cuando la crisis requiere definiciones claras y contundentes.
El gran interrogante es si Massa tendrá la capacidad y el poder para romper la dinámica negativa. Tendrá casi toda la “botonera” del área económica, el respaldo de los gobernadores que obligaron al presidente a aceptar sus condiciones y el tácito aval de Cristina Fernández, la socia mayor de la coalición. Los mercados y el sector empresario lo recibieron con buena sintonía, entendiendo que su llegada es un “giro prágmático” para resolver los graves desequilibrios que tiene la economía, que se arrastran desde antes de la pandemia.
El lunes anunciará a su equipo y el miércoles las primeras medidas. Allí se sabrá, si además de concentrar las decisiones, tiene las ideas y los planes necesarios para salir del estancamiento.
Como ya le adelantaron desde el FMI a la renunciada ministra Silvina Batakis, habrá que tomar medidas dolorosas que tendrán costos políticos, algo a lo que el gobierno siempre se resistió. La gran duda es si Massa tendrá el respaldo político para reordenar la administración y achicar el gasto público en todos sus niveles. Como comprobaron Batakis y Guzmán, el “compromiso con el equilibrio fiscal” naufraga cuando se afectan cajas de la política como Anses, PAMI, las empresas públicas o los fondos fiduciarios. Habrá que ver si el respaldo de los gobernadores se mantiene cuando se limite la asistencia a provincias con desequilibrios, manejadas por eternos caudillos. Y si los funcionarios de Energía, que responden a Cristina, acuerdan con los fuertes recortes de subsidios energéticos planeados.
Las primeras acciones buscarían que el agro liquide lo antes posible su cosecha y habilite el ingreso de dólares, sumadas a estrategias para frenar la importante sangría de reservas del Banco Central, que debilita el peso y acelera la inflación. El problema es que en la economía argentina los incentivos están al revés: el cepo y la brecha cambiaria hacen que a los productores les convenga no vender. Las tasas negativas y la incertidumbre inducen a que los ahorristas naturalmente se dolaricen y abandonen los bancos.
En definitiva, la duda es si Massa será capaz de reconstruir un liderazgo que marque un cambio de rumbo al gobierno, supere la capacidad de veto de sus sectores internos y despeje la incertidumbre. Será con políticas e incentivos adecuados y no con amenazas de más controles burocráticos como se cambiarán las expectativas y conductas de los agentes sociales y económicos en el dramático escenario actual.
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