Puerto Madryn: «Fue increíble cómo se puso el mar con 10°C bajo cero»
Ayer a la mañana Luis Pereyra llegó bien temprano a la playa en la costa de Chubut. En plena ola polar, este el panorama que encontró...
«Hacía muchísimo frío, estábamos como a 10° C bajo cero en Puerto Madryn. Mi hija salió de casa a las 7.30, abrió la canilla en el patio para manguerear el auto y el agua corría. Yo salí a las ocho menos cuarto y ya no corría, se había congelado hasta el charco que quedó. O sea que la helada cayó justó ahí a esa hora. Entonces me fui rajando para la playa, porque ya sabía que cuando hace tanto frío el mar se pone distinto, es algo increíble lo que pasa, es como una humareda, una niebla que lo cubre». Así comienza el relato de Luis Pereyra (Fotero Patagónico en las redes) sobre lo que sucedió ayer en la costa de Chubut, su lugar en el mundo.
Continúa: «Me fui con la cámara y el mate hasta el muelle, donde paran los cruceros. Hacía un frío terrible. Sacaba tres fotos y volvía al auto. Y así. Saca y volvía. Estaba impresionante. Pero no hay vuelta que darle: si a uno le gusta pescar, va y pesca. O escalar, o caminar. Y mi pasión es sacar fotos, filmar. Por eso estaba ahí. Es relindo, es un paisaje único el de ayer».
Luis ya tiene más de 60 mil seguidores en Facebook que le agradecen cada día las imágenes que comparte. Muchos ya saben de su historia, la del hombre que llegó al sur en busca de construir un futuro y ahora, ya abuelo y después de trabajar 36 años, se dedica a hacer lo que más le gusta.
Aun recuerda cada detalle de la primera vez que vio la costa de Puerto Madryn, la inmensidad del mar después de tanta meseta, las piruetas de las ballenas tan cerca de la orilla, esa Luna llena que lo encandiló y los amaneceres y atardeceres que descubría con el correr de los días y lo atraparían para siempre en la Patagonia. “Quedé impactado, después de una curva apareció el golfo, la ciudad. Me quedó en la memoria”, relata.
Nació en Viale, un pequeño pueblo de Entre Ríos a 50 km de Paraná. Eran ocho hermanos, padres separados, la comida no sobraba. Después de terminar la colimba, como se le decía al servicio militar obligatorio, en 1982 lo reincorporaron al Ejército por la Guerra de las Malvinas.
No le tocó ir a combatir y cuando le dieron la baja volvió a su pago chico, de 8.000 habitantes, pero pronto pensó que debía irse para ganarse la vida. Vendió huevos en Rosario, hizo changas, fue peón y un día se fue a vivir con su hermana recién casada a Buenos Aires. Pero la casa era chiquita, no conseguía trabajo, se sintió una molestia y decidió irse otra vez.
Una mañana le comentó a una vecina que quería probar suerte en el sur. Ella le dijo que conocía a alguien en Puerto Madryn y le escribió una carta. Así, hace 36 años, llegó con su bolsito y sus ganas de construirse un futuro.
Pronto consiguió trabajo en el canal de Cable, único empleado a cargo de treparse a los postes para instalar el servicio y también de poner en la casetera los videos de la programación. Conoció a Claudia, que había llegado desde Maquinchao, en la Línea Sur de Río Negro, también con la ilusión de construir un futuro en ese destino que empezaba a despegar. Llegaron los cuatro hijos: la mayor, el varón, las mellizas.
Y empezó a salir con la cámara, a darle aire a su pasión. Primero con las de rollo que había que revelar. “Pero era caro”, recuerda. Después con una pequeña Sony digital hasta que en casa le regalaron una de esas Nikon con las que soñaba.
“Me gusta mucho fotografiar las ballenas y la Luna”, cuenta. “Pero también puede ser una flor o una abeja”, agrega. “Sacar fotos lindas en Puerto Madryn es fácil. Vea lo que es este lugar”, explica. Se presenta así en las redes: «No soy fotógrafo, saco fotos por placer. Generalmente en Puerto Madryn, Chubut. Fotear me pone bien y cuando tomo una imagen es para alguien que no pudo estar en ese instante».
Eso sí, si alguno le dice «Fotero, te pasaste con el photoshop», contesta que no es retoque, que es la realidad, que los cielos son así de gloriosos ahí en Madryn, que si quiere le muestra el original. O, mejor, que vaya verlo con sus propios ojos.
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