Otra zona productiva de Neuquén amenazada por la ciudad: Colonia Nueva Esperanza
El Ejecutivo municipal está pensando que, en algún momento, será necesario que el barrio pase a ser residencial. Los vecinos creen que se trata de negocios inmobiliarios.
Durante casi 40 años Colonia Rural Nueva Esperanza fue una de las zonas más olvidadas de la ciudad, sin gas, agua potable ni asfalto y con todas los rasgos de la pobreza. Pero desde hace unos años con el desarrollo del nuevo Parque Industrial, la construcción de la Autovía Norte, los nuevos loteos que se desarrollan alrededor y la ampliación del ejido de la ciudad en 8.000 hectáreas, ahora se mira al barrio con otros ojos.
Desde el Ejecutivo municipal se está pensando en que será necesario cambiar los indicadores de uso del suelo de la Colonia para que deje ser zona rural y se transforme en residencial urbana. El Plan Urbano Ambiental de Neuquén tipifica a esa zona de la meseta como “zona de producción primaria agrícola”.
Si bien no es un proyecto que se esté trabajando en la actualidad, el Ejecutivo considera que en algún momento será necesario el cambio de denominación.
El mismo intendente Mariano Gaido, aseguró en una consulta de este diario, que “no es algo en lo que yo esté pensando. Ese es un resorte del Concejo Deliberante. Pero en algún momento, el crecimiento de la ciudad nos va a llevar a cambiar los indicadores de varios sectores de la ciudad”.
Dato
- 1.000
- familias viven de la producción y cría de cerdos y aves de corral. Hay solo 2 grandes productores.
Fuentes del municipales, consideran que Nueva Esperanza ya no se comporta como zona productiva. “De hecho ya quedan apenas un par de productores”, aseguraron.
Esto no es nuevo. En 2017, durante la gestión del exintendente Horacio Quiroga, se presentó un proyecto de ordenanza para cambiar el uso del suelo. Los vecinos se reunieron en asamblea y por unanimidad se manifestaron en contra y lograron mediante gestiones que la propuesta no prosperara.
Y en ese sentido, las cosas no cambiaron en la actualidad. “Si pretender hacer eso, los vecinos nos vamos a juntar y lo vamos a impedirlo. Ninguno quiere dejar de ser rural y mucho menos si lo que pretenden es un negocio inmobiliario”, alertó Laura Nievas, presidenta de la comisión vecinal de Nueva Esperanza.
Las sospechas de la vecinalista tienen su fundamento en la historia del barrio.
La Colonia nació en los años 80, cuando el municipio le otorgó a un grupo de familias “un permiso de uso” para que se asentaran en el lugar y la única condición fue que se realizarán allí actividades productivas. A cada familia se les entregó una parcela de 3 o 4 hectáreas.
“Si quiere hacer eso, los vecinos vamos a impedirlo. Ninguno quiere dejar de ser rural y mucho menos si lo que pretenden es un negocio”.
Laura Nievas, presidenta de la comisión vecinal de Colonia Nueva Esperanza
Si bien es cierto que hoy muchos de los vecinos subdividieron sus terrenos y vendieron una parte, hay familias que son “tenedores precarios” o “propietarios” de al menos una hectáreas, extensión de tierra que hoy se revalorizó. En el mercado inmobiliario una hectárea en Colonia Nueva Esperanza puede costar 25 millones de pesos.
Y en este punto Nievas comentó que desde la vecinal se está peleando para acelerar los trámites de escrituración de los vecinos que aún no tienen un título de propiedad. Los lotes con tenencias precarias fueron otorgadas a “préstamo”, el propietario sigue siendo el Estado municipal. “Si quieren venir a comprar que los vecinos propietarios sean los que decidan si venden o no y que la plata de la venta les quede a ellos, no al municipio ni a sus funcionarios”, agregó la vecinalista.
En la actualidad, en Colonia Nueva Esperanza están asentadas unas 4.500 familias, de las cuales 1.000 se dedican y viven de la producción y cría de animales. La gran mayoría se dedica a la producción de cerdos y aves de corral. Las actividades hortícolas son las menos, pero también forman parte de la economía familiar.
“Acá los productores viven de lo que producen. Solo hay cinco grandes productores con 200 canchas madres.Pero la gran mayoría tiene 2, 3 o cuatro canchas madres. Necesitan de eso para poder vivir y además, es lo que hicieron toda su vida. Sus hijos y nietos continúan con la producción.
No pueden venir a decir que acá ya no quedan productores. Acá los vecinos no quieren dejar de ser zona rural”, comentó Ever Uruttia, un vecino de Nueva Esperanza y expresidente de la comisión vecinal.
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