Guernica, a 70 años, aún un símbolo

tziar Arzanegi todavía escucha el rugido de los aviones alemanes y ve la imagen de la anciana que alza los puños recriminando a los extranjeros la destrucción de su pueblo. Recuerda el gesto de horror de esa mujer cuando un avión bajó en picada, abrió fuego y la acribilló.

Han pasado casi 70 años desde que los aviones de guerra alemanes e italianos, que apoyaban las fuerzas fascistas del general Francisco Franco en la Guerra Civil española, destruyeron este histórico pueblo vasco con bombas de fragmentación e incendiarias, pero las imágenes siguen vívidamente impresas en las mentes de los ancianos sobrevivientes.

Arzanegi tenía 11 años el 26 de abril de 1937, el día en que su mundo se vino abajo. Cuando empezaron a caer las bombas corrió a refugiarse en un bosque de pinos sobre una colina y desde allí presenció la escena infernal. Ella y otros pobladores se escondieron en los arbustos mientras los aviones sobrevolaban, hasta que uno de ellos no pudo contener su ira. Se puso de pie y empezó a gritar al cielo justo cuando aparecía un avión.

«Hay muchas cosas que olvido, pero no puedo olvidar un solo día», dijo Arzanegi. «Mientras viva llevaré conmigo la visión de ese avión en picada y ametrallando a esa mujer. Fue tan cruel, tan inimaginable».

El bombardeo nazi de Guernica no fue la primera vez que se usaban armas modernas contra una población civil: los aviones alemanes habían hecho otro tanto en su ataque al pueblo vasco de Durango tres semanas antes. Pero la destrucción de Guernica fue la primera que provocó titulares mundiales, y como tal cambió para siempre nuestra percepción de la guerra. Además inspiró una de las pinturas más célebres e icónicas, «Guernica» de Pablo Picasso, una poderosa denuncia de la crueldad. Actualmente se exhibe en el museo Reina Sofía de Madrid.

El mundo tenía poca experiencia con este tipo de brutalidad urbana, pero no pasó mucho tiempo sin volver a verlo en los bombardeos de ciudades como Londres y Dresde y Tokio, y las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki. «Había habido bombardeos antes de Guernica, pero este tipo de ataques aéreos a un pueblo no eran comunes en esos días, particularmente los bombardeos destinados a destruir un pueblo entero», dijo José Angel Etxaniz, un historiador vinculado con el museo del pueblo que ha pasado casi 20 años estudiando ese hecho. «Llamó la atención del mundo». No había imaginado antes la magnitud del salvajismo nazi, pero pronto volvió a presenciarlo en gran escala: la invasión hitleriana de Polonia y el comienzo de la Segunda Guerra Mundial estaban apenas a dos años de distancia. Muchos consideran que Guernica fue una especie de ensayo.

Si bien las imágenes de la destrucción de Guernica están impresas en forma indeleble en la conciencia mundial y en la mente de un número declinante de sobrevivientes, el 70 aniversario del ataque apenas causa efecto en España. Es sintomático en un país que nunca asumió el pasado de su guerra civil. España se ha convertido en una potencia económica y cultural en los últimos años, pero los críticos dicen que su éxito se ha construido sobre las ruinas de su gran desastre. «En España hemos cambiado por fuera construimos carreteras, centros de compras y exitosas compañías multinacionales, pero cambiar la mentalidad ha resultado mucho más difícil», dijo Emilio Silva, presidente de una organización que ha dirigido esfuerzos por exhumar los cadáveres de civiles muertos por las fuerzas de Franco en la guerra de 1936-39. Se cree que el total de muertos en ambas partes alcanza el medio millón.

Arzanegi, que tiene 81 años, es una de un número declinante de sobrevivientes del bombardeo. Se cree que Guernica tenía entre 8.000 y 10.000 habitantes cuando los aviones de la División Cóndor, de Hitler, la bombardearon para reducir el pueblo de mayoría de casas de madera a escombros humeantes. Sólo se cree que quedan unos 200 sobrevivientes, según la organización no gubernamental Recordando Guernica. Muchos son octogenarios o nonagenarios y algunos con la salud deteriorada. Pero las historias que cuentan sobre el día fatídico son a la vez cautivantes y aterrorizadoras.

Luis Iriondo, de 84 años, dice que se vio separado de su familia y que se escondió en un refugio antiaéreo en el centro del pueblo. «No había Iluz ni ventilación, y había tanta gente amontonada que era imposible respirar. Temía que una bomba nos alcanzara y que fuera enterrado vivo», dijo. Al final decidió arriesgarse a salir a la calle: «Mejor ser ametrallado que enterrado vivo». Pedro Balino, de 86 años, estaba en la estación ferroviaria con un amigo cuando oyó el ulular de las sirenas y vio el primer avión. Los dos corrieron a las colinas y desde allí observaron el ataque. Cuando terminó, regresó en busca de su familia. «Después del bombardeo bajamos de las colinas y a la entrada a Guernica hallamos ocho o diez personas muertas o agonizantes. A una le faltaba la cara, a otra los brazos», recordó Balino. «Conocía a algunos de ellos. Era gente joven, quizás de 15 ó 16 años». «Han pasado muchos años'', agregó Balino. «Puedo perdonar, pero nunca olvidar, porque el sufrimiento de ese día siempre estará dentro de mí».

María Oianguren, directora del grupo de paz, dijo que las versiones de los sobrevivientes son una parte vital de la historia y lamentó que una vez que no estén presentes, el bombardeo sólo perdurará en las narraciones que dejen. Eso es particularmente válido en el caso de Guernica, que ha estado envuelta en mitos y desinformaciones desde el ataque. Es un pueblo histórico para los vascos porque fue aquí donde los reyes españoles venían y se paraban junto a un roble para prometer respetar un antiguo código que otorgaba derechos especiales a los vascos. La teoría más popular es que Guernica fue atacada debido a este poderoso simbolismo.

Franco desmintió que hubiese aviones alemanes o italianos en España para esa fecha, e insistió en que los vascos habían destruido el pueblo ellos mismos. Cuando sus fuerzas tomaron Guernica pocos días después, inmediatamente trataron de ocultar todo vestigio del ataque aéreo removiendo los casquillos de las bombas y las balas. Aunque hubo miles de testigos, el dictador se mantuvo en su posición hasta su muerte en 1975. La mera mención del bombardeo podía poner a la gente en aprietos en la España de Franco, y los sobrevivientes dijeron que aprendieron muy pronto a no abrir la boca. Pero hubo mitos en ambas partes, admitió Etxaniz, entre ellos la suposición de que Guernica era el primer ataque aéreo a una población civil durante la Guerra Civil, y el más mortífero. No fue ni uno ni otro.

Después del bombardeo, el gobierno vasco en huida anunció que habían muerto 1.245 personas en Guernica y que había más de 800 heridos, pero esas cifras fueron una mera conjetura. En la conciencia colectiva mundial Guernica se tornó sinónimo de las decenas de miles de muertos en bombardeos posteriores. Pero los historiadores han reducido la cifra de bajas durante décadas. Etxaniz dijo que su equipo ha revisado minuciosamente los registros de las iglesias y cementerios y que ha podido documentar sólo 120 muertes por el bombardeo.

 

PAUL HAVEN

(AP)


tziar Arzanegi todavía escucha el rugido de los aviones alemanes y ve la imagen de la anciana que alza los puños recriminando a los extranjeros la destrucción de su pueblo. Recuerda el gesto de horror de esa mujer cuando un avión bajó en picada, abrió fuego y la acribilló.

Registrate gratis

Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento

Suscribite por $2600 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora
Certificado según norma CWA 17493
Journalism Trust Initiative
Nuestras directrices editoriales
<span>Certificado según norma CWA 17493 <br><strong>Journalism Trust Initiative</strong></span>

Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios