El STJ rechazó el reclamo de un docente secundario condenado por grooming en la Línea Sur

La niña pudo expresar “lo perturbador que significó para ella enterarse que esos mensajes provenían de un adulto”: su incomodidad permanente, la imposibilidad de concentrarse en clase, la sensación de sentirse observada todo el tiempo y de que le “iba a pasar algo”.

El Superior Tribunal de Justicia rechazó un recurso de queja presentado por los defensores de un docente secundario de la Región Sur, que oportunamente fue condenado por grooming, ya que se probó que acosaba a una niña de 12 años por redes sociales.

Para el Tribunal fue “poco creíble” que el hombre “no supiera que el contenido de los mensajes tenían carga sexual en función de la asimetría de edad con las niñas”. Tampoco fue casual que utilizara la red social Snapchat, que tiene la particularidad de que los mensajes “se borran automáticamente y el contenido no resulta captado por organizaciones que combaten los delitos sexuales”.

Los abogados del imputado plantearon ante el STJ una supuesta contradicción, argumentando que corresponde «al Tribunal de Impugnación establecer si es admisible el recurso que se presenta». En respuesta, el máximo Tribunal citó sentencias previas: “Al actuar de esta manera, el Tribunal de Impugnación no se convierte en juez de su propio fallo, sino en un partícipe de la habilitación de la instancia superior, lo que tiene como propósito evitar aquellos recursos que manifiestamente no puedan prosperar’.

En este caso, explicaron desde el área de Prensa Judicial, que «el Tribunal de Impugnación analizó si hubo violación del principio de congruencia», pero se comprobó que no. Tampoco hubo «arbitrariedad que permitiera la revisión de la sentencia».

El caso


Al confirmar la condena, el Tribunal de Impugnación valoró especialmente el testimonio de la niña, quien «descubrió que el “amigo” que comentaba sus fotos y le hacía insinuaciones no era un chico, sino un adulto». «La angustia y el silencio le resultaron insoportables al año siguiente, cuando el mismo hombre resultó ser uno de sus profesores en el secundario».

La niña pudo expresar “lo perturbador que significó para ella enterarse que esos mensajes provenían de un adulto”: su incomodidad permanente, la imposibilidad de concentrarse en clase, la sensación de sentirse observada todo el tiempo y de que le “iba a pasar algo”.


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