La historia de Aldo, el chacarero de 90 años que no deja de trabajar la tierra y legado de su padre
Es de Roca y heredó cinco hectáreas de su papá, Maximiro. En sus inicios, en el año 1942, fueron viñedos y hoy hay manzanas y peras. Aún conserva un carro de principio de siglo XX.
Mira, señala y donde va -a paso cansino- hace, cosecha. Y no duda en afirmar que lo de él es la chacra, “No sé hacer otra cosa porque siempre hice esto, aprendí de chico, de mi padre, que vino de Allen en el año 1942”, le contó Aldo Morales (90 años) a RIO NEGRO.
El primer día que entramos a su chacra, de unas cinco hectáreas y ubicada muy cerquita de la margen del río Negro -en la zona productiva denominada Cuatro Galpones- Morales nos recibió desde arriba de su tractor, justamente, haciendo, “pase, pase, que anda buscando. Estacione ahí nomás y dígame”.
Fuimos guiados por un lugareño para completar un dato de la Escuela N° 35 (que el pasado 26 de marzo cumplió 112 años), y ya estábamos en frente de uno de los vecinos más antiguos que tiene la zona.
“Venga dentro de unos 15 días, ahora ya casi estamos terminando de sacar la manzana y para esa fecha voy andar con más tiempo y le cuento de la escuela 35, del club Latino Americano y de la chacra también, si quiere”, nos invitó a retirarnos mientras nos dejaba atrás con su Fiat 411 – M-75/76 cargado de frutos rojos.
Su amabilidad la reforzó obsequiándonos una media docena de manzanas que transportaba su tractor, tan noble como él.
Y cuando regresamos la charla tuvo su curso y Aldo Morales -ahora en compañía de su esposa, Aurelina- se explayó por los rinconcitos de sus nueve décadas de vida.
“Estoy en las últimas tareas de cosecha (exclamación), ya pasó la pera, la manzana, pero quedan las castañas”, explicó mientras nos daba a conocer su método de cosecha de éste último fruto que da el castaño.
“A la Escuela 35 le tenemos un gran afecto, yo fui alumno en la vieja escuela y mis hijos fueron a la actual; del club Latino Americano me acuerdo que jugaban con la remera similar a la de River y de algunos apellidos como: Viterbori, Sánchez, Laino; allá por el barrio Buenos Aires chico está el hijo de un ex jugador que ahora no me sale el apellido (nos guió con precisión). Donde hoy está la Escuela 35 ahí estaba la cancha del Latino Americano. Este es un barrio muy unido, nos conocemos todos”, comentó.
Morales es una persona singular, es ejemplo de trabajo y honestidad para toda la ciudadanía que lo conoce por su gran sacrificio y deseo de seguir cosechando a pesar de su avanzada edad. Sin embargo las marcas de su piel curtida -fruto de pasar horas enteras al sol- no expresan a simple vista los años que tiene encima.
Este es mi lugar en el mundo, mi padre llegó a esta chacra en 1942 y yo nunca me fui. Uno se acostumbró a esto”.
Aldo Morales, chacarero
Por eso sigue activo, haciendo y recordando ahora haciendo uso de una envidiable memoria. “Estas cinco hectáreas fueron uva cuando llegó papá, y yo un día le dije que había que cambiar, que había que poner frutales y con cierto recelo se animó. Yo no se hacer otra cosa que tareas de chacra, es mi lugar en el mundo, acá estamos desde el año 1942”, reforzó.
A su modo, podría decirse que Aldo es una de los tantos reyes de la fruticultura zonal, esos que trabajan desde antes que salga el sol.
“Me levanto bien temprano, antes de las 6, acá siempre hay cosas por hacer; la cosecha fue buena, pero ahora hay que ver como se vende, y como la pagan. Encima la crisis de Rusia no va ayudar mucho. La cosecha fue buena. Pero ahora ya nos estamos preparamos para la poda”.
Esta claro que viene una temporada más para este noble chacarero, de raza. En la labor diaria acompañan a Aldo un par de trabajadores rurales, en tiempos de cosecha se suman otros más.
También fue granadero y así lo recordó, “tuve el honor de acompañar el cortejo fúnebre -como Granadero- de Evita. Venga le voy a mostrar la chata (carro) de principio de siglo XX. Mi padre trasladaba mercaderías a Roca desde acá”. Morales es relato, historia y dedicación.
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