Plantas autóctonas: el “piquillín”, una de las más deseadas

En esta oportunidad, repasamos una nativa muy buscada por la gente, con la ayuda del Ingeniero Agrónomo Gustavo Manzor.

El “Piquillín”, también llamado piquilli o piquilin (en lengua mapuche lo identificaron como chrulcahue o trulcahue y en lengua ranquel como truka), es una especie de arbusto xerófilo espinoso de la familia Rhamnaceae. cuyo nombre científico es “Condalia microphylla”.


La especie es endémica de nuestro país y se la puede encontrar en las provincias de Río Negro, Neuquén, La Pampa, La Rioja, Catamarca, Córdoba, Jujuy, Salta, San Juan, Mendoza, San Luis, Santiago del Estero, Tucumán y el norte de Chubut.

“Se trata de un arbusto perenne de 1 a 2 metros de altura, que puede alcanzar hasta los 3 en algunos ejemplares. Es densamente ramoso, con hojas de no más de 8 mm. de longitud, de forma elíptica, angostadas en la base y con peciolo muy breve, en el envés de la hoja con las nervaduras muy prominentes” explica el Ingeniero Agrónomo Gustavo Manzor.

Agrega que “es muy raro encontrar una planta de piquillín en un salitral o en un pedregal porque generalmente están en los mejores suelos del monte. Florece de octubre a noviembre de cada año y se reproduce por semilla y también por esqueje”. Las flores de la Condalia microphyla son hermafroditas de unos 5 milímetros de diámetro que se disponen en fascículos de 2 a 5 flores y sépalos triangulares, no tiene pétalos.

“El fruto es una drupa levemente alargada del tamaño de una arveja grande y color anaranjado rojizo, que se torna brillante en su madurez, muy dulce y comestible”, explica el experto, pero advierte sobre su cuidado al querer cosechar su fruta, ya que las espinas poseen una especie de telita que contiene tierra y restos vegetales y si nos pinchamos o clavamos una espina suele ser muy infecciosa causando hinchazón, dolor y temperatura en la zona afectada.

La madera tiene un color rojizo oscuro y su uso es muy apreciado como combustible porque tarda en consumirse. Actualmente la principal aplicación del piquillín es su conversión en leña, apreciada por los asadores ya que produce una brasa más firme y persistente que la de otras maderas, además de buena calidad para cabos de herramientas.

Los frutos del piquillín son dulces y comestibles, y tienen varios colores.


De las raíces se puede extraer un látex, con el que algunas pocas artesanas aún tiñen de color morado la lana, que utilizan para fabricar prendas. Para este fin deben recolectarse las raíces en otoño.

En cuanto al fruto, se lo empleaba para muchas cosas, como el consumo del fruto fresco por los habitantes de los pueblos originarios, ya conocido desde antes de la llegada de los españoles. La época de recolección de estos es a principios de verano, que pueden adquirir diferentes coloraciones de amarillentos a rojo oscuro. Se lo usaba como laxantes. También fabricaban dulces y bebidas hechas con el fruto como arrope y una especie de aguardiente.

Por otra parte, la especie tiene valor forrajero, pero se debe tener precaución porque es posible que se genere algún inconveniente al consumir el rebrote.

“El mal del piquillín” es una intoxicación que se ha observado en ganado vacuno, en cabras y en ciervo colorado. Las intoxicaciones se han producido por el consumo de rebrotes de la planta, luego de quemas o sequías prolongadas, pero también se han reproducido experimentalmente la sintomatología administrando corteza de la planta. El síntoma inicial más característico de esta enfermedad es la flexión de los nudos en miembros posteriores del animal, lo que dificulta su andar. Esta enfermedad puede ser mortal según el nivel de consumo y el grado de afectación del animal.


Elaboración del Arrope



Los ingredientes: 4 kg. de frutos de piquillín, 1 kg. de azúcar y 14 litros de agua, que se usarán en diferentes momentos.

La preparación: seleccionar frutos sanos y limpios. Colocar la fruta en una olla y cubrirla con cantidad necesaria de agua. Hervir la fruta hasta que esté bien blanda. Retirar la olla del fuego para que se enfríe y agregar una buena cantidad de agua. Revolver hasta que se enfríe totalmente. Colar la fruta de manera que en la olla queda agua espesa color caramelo. Llevar a fuego lento, agregar un poco más de agua y el azúcar. Hervir a fuego bajo y revolver periódicamente. En su fase final, el arrope toma un color marrón oscuro. Estará listo cuando alcance una consistencia espesa similar a la miel. Envasar y tapar herméticamente.

Licor: preparado con los frutos de esta especie, para lo cual se los coloca en alcohol y se les agrega azúcar o almíbar; luego de un tiempo la bebida adquiere un color ámbar.


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