Superar contiendas inútiles

Muchos ciudadanos se creen que las guerras no les afectan, que las batallas del odio no van en serio, que las tribulaciones cesarán como por arte de magia, que las divisiones y rivalidades entre familias se solventan con visiones de indiferencia, lo que nos exige una revolución espiritual, comenzando por reconstruir nuestros propios lazos, emprendiendo un reencuentro hacia nosotros mismos, para finalizar en una concienciación del verbo, que ha de saber conjugarse en todos los tiempos y para todas las edades, sobre todo en lo que se refiere a la dignidad de la persona y al valor de los derechos humanos.


La paz se alcanza cuando se hace efectivo el justo vocablo en torno a una causa colectiva, en términos indulgentes y de acercamientos entre culturas diversas. Y ahí es, precisamente, cuando se puede alimentar la esperanza y alentar el entusiasmo recuperando la confianza. Por ello, hoy más que nunca, necesitamos favorecer la proximidad, asistirnos más y mejor unos a otros, socorrernos en suma para experimentar ese respeto natural, que todos nos merecemos como el pan de cada día, porque además es la substancial brida de los desenfrenos. De ahí, la urgencia de un cambio de aires que mejore nuestros pasos, tanto de mente como de espíritu.

Víctor Cordoba Herrero
corcoba@telefonica.net

Madrid


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