El robo de cables de Edersa pasó a ser cosa de todos los días
A la cotidianeidad de los daños se le suman los ataques a los transformadores de media tensión que están en las veredas. Hay un daño al servicio, pero además se genera un riesgo.
El robo de cables de baja y media tensión en el área que atiende la empresa Edersa se transformó en los últimos tiempos en un problema cotidiano, pero además de acentuarse el ritmo se incrementó la intensidad porque también fueron quitados de la calle o vandalizados transformadores de media tensión.
Se estima que sólo en los últimos seis meses, las pérdidas para Edersa superaron los 40 millones de pesos.
Así como las pérdidas son millonarias, la afectación del servicio es enorme. Tanto que en ciudades como Villa Regina, la mitad de los cortes de energía obedece a algún tipo de ataque a los tendidos o los transformadores.
La razón detrás de estos robos es el precio de cobre, pero como no todos los tendidos eléctricos son de este material, hay intenciones que quedan en la nada cuando debajo de la protección aparecen cables preensablados, que no tienen cobre. Eso pasó en el último episodio, que dejó sin luz a toda una localidad, Ingeniero Huergo (ver aparte).
Edersa circunscribe la ola de robos al corredor Chichinales-Allen, pero advierte además que en la zona atlántica comenzaron a registrarse hechos similares.
“Mantuvimos reuniones con autoridades del ministerio de Seguridad, la secretaría de Energía, funcionarios judiciales y de la Policía. Trabajamos en coordinación para encauzar un problema que afecta a todo el mundo porque miles de vecinos se quedan sin luz a diario por los robos, la distribuidora pierde recursos económicos y de mano de obra y, por sobre todas las cosas, los mismos delincuentes ponen en riesgo la seguridad pública de la comunidad”, explicó el gerente general de Edersa, Raúl Barhen.
El directivo, que acumula décadas de experiencia y de prestigio en el mercado eléctrico, advirtió que ahora “hay algo nuevo y es la vandalización y robo de transformadores de media tensión. Eso nunca había ocurrido en la historia de Edersa. Ahora es moneda corriente, y genera trastornos de todo tipo. Lo otro novedoso es la cotidianeidad con la que se repiten los robos. Hay ciudades como Regina y sus alrededores que más del 50% de las salidas de servicio se producen por hechos delictivos. Nuestros operarios no dan abasto”, dijo Barhen.
Junto con la secretaría de Energía de la provincia “logramos -explicó- que ésta sea una preocupación de todos. Así, hace algunas semanas hay más patrullajes, se incrementaron los operativos y eso genera un efecto de disuasión que esperemos que ayude mucho”.
No sólo llama la atención el ataque a transformadores sino también la masividad de estos delitos. Hay 16 aparatos, de esos que se ven en las veredas y que transforman la tensión de 13,2 kilovoltios (kV) a 220 voltios (V), que fueron robados o destruidos para -según se sabe de fuentes del sector- extraerles elementos que pueden ser posteriormente comercializados.
La ola de robos lleva años. El antecedente más cercano fue 2002, un año signado por la crisis, durante el que se cortaban cables -esencialmente de baja tensión- en muchos rincones del país.
¿Quién compra o para qué se usa el material que se le roba a un servicio público? Hay fundiciones, más clandestinas que registradas, que transforman el metal para darle otro uso. Aunque parezca increíble, 20 años después de los primeros hechos, tampoco hoy se encuentra a los culpables.
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