La mosca japonesa que es el terror de la fruta fina en la Comarca Andina
La "Drosophila suzukii", conocida como la mosca de "alas manchadas", se propaga en El Bolsón, Lago Puelo y El Hoyo.
La mosca Drosophila suzukii, conocida como el insecto de «alas manchadas» originario de Japón, ya se desplazó de la zona del Alto Valle a la Comarca Andina. Los productores locales denunciaron su presencia en frambuesa, cereza y sauco en El Bolsón, Lago Puelo y El Hoyo.
Una red de monitoreo que se instaló tiempo atrás dio cuenta de un incremento sostenido en los niveles de captura en la Zona Andina. Los especialistas admiten que cada año hay más moscas Drosophila suzukii y reconocen que es imposible erradicarla. Pero aúnan esfuerzos con los productores de la región a fin de implementar estrategias que permitan mitigar los efectos de la plaga y bajar el nivel poblacional.
«Hay mucha preocupación entre los productores por esta plaga que desconocían y que está perjudicándolos económicamente, con pérdidas de rendimiento y de gran cantidad de fruta. No se maneja como una plaga común, como la Carpocapsa. Es muy agresiva e invasora ya que tiene 10 a 12 generaciones por año», planteó Wilson Edwards, supervisor del Senasa (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria) Patagonia Norte.
La presencia de la mosca en Río Negro se remonta a 2014, cuando productores de Choele Choel enviaron alarmados muestras de fruta fina al Inta (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) que convocó, de inmediato, al Senasa para montar un monitoreo «exploratorio». Poco tiempo después, se dio con el insecto y se montó un sistema de detección temprana en Patagonia Norte y Sur.
Las investigaciones dieron cuenta de que la mosca ataca la fruta fina. La hembra, con su ovipositor aserrado, corta la cutícula del fruto y deposita sus huevos. «Es desagradable abrir una frambuesa y que haya un gusanito. Además, es el vehículo de entrada para hongos que afectan la calidad y el sabor de la fruta. Por otro lado, se pudre antes», detalló el ingeniero agrónomo.
Contó que se implementaron trampas con unas botellas en las que pusieron vinagre de manzana ya que el olor atrae a la mosca. El Senasa además gestiona la aprobación de productos agroquímicos «de banda verde y amarilla».
¿Cómo ingresó la mosca al país? Estiman que algún cargamento de fruta pudo haber contenido huevos o larvas. Tampoco hay una respuesta concreta respecto a su ingreso a Río Negro aunque suponen que llegó con fruta infestada de otra zona del país ya que la mosca tiene una reducida capacidad de vuelo. Por eso, su expansión se asocia más a la intervención humana que a su capacidad natural de dispersión.
En 2018, con las primeras capturas del insecto en la Comarca Andina se incrementó la densidad de trampeo y los análisis en laboratorio para acceder a mayor información sobre la biología de la plaga.
«Queremos conocer las curvas de vuelo, por ejemplo. Este dato nos va a permitir saber cuáles son los momentos en los que hay mayor nivel de presencia de esta plaga y por ende, poner en marcha estrategias para mitigar riesgos», detalló Edwards.
Recomendó diversas prácticas culturales de acuerdo a la época del año con el objetivo de empeorar el ambiente de la mosca, como el manejo de la densidad de varas de frambuesa por metro lineal para generar un cultivo más aireado,la intensificación de los trampeos en invierno ya que las moscas se refugian en las cortinas forestales colindantes a los lotes productivos, la limpieza del lote productivo y las cosechas constantes cada dos o tres días, sin dejar fruta remanente en la planta o en el piso.
El ciclo de la plaga está gobernado por la humedad en el ambiente, pero también por la temperatura. Desde el Senasa consideran fundamental el sistema de riego. «Hay que tratar de que el riego sea por goteo y no por aspersión. En este último caso, hay que evaluar en qué momento del día es más propicio porque la mosca busca refugio en la humedad, el calor y la comida», dijo Edwards.
A partir del ingreso de la mosca en la región, las autoridades del Senasa participaron en varios talleres internacionales, pero las conclusiones no son auspiciosas. No hay ninguna solución. «Por eso, se propone un paquete de herramientas que cambian en función de los lugares. Es importante la capacitación a los productores y hay un contacto frecuente con el Inta y el Conicet», recalcó.
Edwards explicó que el comportamiento de una plaga varía. En un primer momento, registra un crecimiento exponencial ya que encuentra todo tipo de alimento, sin enemigos naturales y se topa con condiciones para proliferar. Al quedarse sin alimento, alcanza una meseta y cae.
En Japón, la plaga está estabilizada en este momento, pero en Europa y Estados Unidos, no han logrado controlarla. Por eso, muchos han abandonado la producción de fruta fina y se han volcado a otro tipo de frutos.
En Río Negro y Chubut, la plaga se encuentra en la etapa de crecimiento exponencial. «Se desconoce cuál es el techo. Por eso es tan importante la comunicación, el diseño de estrategias y la investigación. Se intenta mitigar los niveles poblacionales», señaló.
Cómo detectar la mosca
La Drosophila suzukii es una especie de origen asiático que, en los últimos años, se ha expandido por todo el mundo. Se la conoce como la mosca de las «alas manchadas» porque los machos tienen una mancha en cada ala. Como es el aspecto más fácil de detectar, en las capacitaciones se han entregado fotos a los productores para que puedan reconocerlas.
La mosca es muy pequeña (tiene unos 4 milímetros de longitud) y de gran polifagia. Genera daños en la fruta fina (arándanos, moras, frambuesas, cerezas, frutillas y otros berries) aunque también afecta frutales de carozo, higo, caqui, uva y kiwi. También se producen infecciones secundarias en la fruta causadas por hongos o bacterias que contribuyen a profundizar el deterioro y pudrición del fruto.
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