Noche de Oscar: claves de una ceremonia para reencontrarse con la audiencia perdida
Hoy tendrá lugar la 94° entrega de los premios de la academia de cine de Estados Unidos, que contará el regreso de figuras a cargo de la conducción, la participación activa del público y una presencialidad que no ocurría desde 2020.
Menos categorías televisadas, el regreso de figuras a cargo de la conducción y la participación activa del público son los rasgos con los que la Academia de Cine de Estados Unidos desarrollará este domingo en la 94ta. edición de los premios Oscar, con la que intentará reconquistar a las audiencias globales en medio de una crisis de larga data para esa gran fiesta del entretenimiento hollywoodense.
No es la primera vez que los galardones buscan adaptar su glamoroso universo al clamor de sus seguidores. Movimientos como el #OscarsSoWhite («Oscars tan blancos») de 2015 y el #MeToo, nacido en 2018 como respuesta a los abusos machistas en el rubro, dejaron una quizás todavía débil pero bien vista huella en su historial.
Una tímida aparición de mujeres directoras nominadas y la apertura hacia la diversidad racial y cultural, con la presencia de títulos latinos y orientales entre sus principales contendientes, con las recordadas «Roma» (2018, de Alfonso Cuarón) y «Parásitos» (2019, de Bong Joon-ho), fueron los primeros signos de su incipiente transformación.
Así todo, la pandemia de coronavirus profundizó un fenómeno diferente que los Oscar quisieron atajar en más de una oportunidad pero sin encontrarle solución: el claro descenso en sus cifras de rating no hizo más que alcanzar su récord el año pasado, con una gala francamente desordenada que no convenció a una audiencia rápida para darle rienda suelta a la indignación.
La organización tomó nota y armó lo que será un evento con cambios y con la implementación de fórmulas ya conocidas para mantenerse relevante en épocas de la inmediatez de consumo que proponen el streaming y las redes sociales. Aun así, el clima de la antesala a la cita en el Teatro Dolby de Los Ángeles no parece garantizarle del todo el éxito.
Entre las movidas más jugadas no deja de resonar la decisión de compactar el tiempo de transmisión, algo que era un común motivo de cuestionamiento, a expensas de la eliminación del vivo de ocho de las 23 categorías que componen la premiación.
De esa forma, la ceremonia -que podrá verse desde las 21 en TNT y TNT Series- mostrará en forma de clips los resultados para banda sonora original (con el muy probable triunfo de Hans Zimmer por «Duna»), maquillaje y peinado, edición, diseño de producción, sonido y los tres dedicados al terreno de los cortometrajes: documental, animado y acción real.
El volantazo de la producción a cargo de Will Packer y el director Glenn Weiss desató una oleada de repudios por parte de los involucrados y sus colegas, que día por medio advierten sobre la discriminación que supone sobre ciertos oficios imprescindibles para la realización de una película. El descontento, que podría causar protestas en la alfombra roja, no tardó en reflejarse en Twitter, donde la consigna #PresentAll23 («Presenten los 23») es moneda corriente en cada publicación sobre los Oscar.
Del otro lado, la convicción por parte de los ejecutivos de que este será el inicio de un nuevo período de bonanza para los galardones levanta sospechas que serán confirmadas o refutadas este domingo a la noche. ¿Dónde ponen sus fichas?
Además de estar convencidos de que una emisión más breve evitará que las audiencias cambien de canal, algo que parte de la prensa especializada calificó como una falta de confianza en los espectadores, la Academia traerá de vuelta el rol de conducción del show, esta vez a cargo de las actrices y comediantes Regina Hall, Amy Schumer y Wanda Sykes.
Jimmy Kimmel fue el último en ocupar ese puesto en 2018 y puso término a una seguidilla heterogénea de presentadores que no siempre llevaron a buen puerto su misión. La decepción y los chistes mal ejecutados son también un terreno a revertir frente a un público que agradece estilos lo suficientemente atrevidos y simpáticos de anteriores anfitriones como Billy Crystal e incluso Ellen DeGeneres.
Pero junto a la tentación de lo que promete ser un combo provocador al frente de la gala y la invitación a artistas como Beyoncé, Billie Eilish y Sebastián Yatra para cantar sobre el escenario, los Oscar irán un paso más allá con un reconocimiento a la película más votada en redes por los usuarios.
La «favorita de los fans», que bien podría caer en manos de la ultrapopular «Spider-Man: Sin camino a casa» tras inyectarle vida a las golpeadas salas de cine con su estreno a mediados de diciembre pasado, es otro de los métodos que la organización pondrá en práctica para acercarse a las nuevas generaciones.
Estas modificaciones convivirán con las inevitables referencias en discursos al conflicto armado en Ucrania y a los confusos tiempos de pandemia extendida. Es de esperar que el micrófono de los Oscar se vuelva una plataforma, como suele suceder cuando los contextos mundiales apremian y la Academia abraza la corrección política.
Más allá del resultado que ofrezca la introducción de lo puramente taquillero y la marginación de la artesanía cinematográfica, sí sería una sorpresa que la industria abandone la esencia de su espectáculo y la autocelebración que ejerce desde su origen. Los 50 años del clásico «El Padrino» y los 60 de la primera cinta protagonizada por el agente James Bond, en ese sentido, serán la síntesis del homenaje que nunca falta.
En la misma línea de lo que querrán decir los Oscar de sí mismos se dividen las aguas respecto a qué filme se llevará la máxima estatuilla de la noche. Hasta ahora, las casas de apuestas internacionales dan tan ganadora a «El poder del perro», de Jane Campion, como a la comedia dramática «CODA», de la estadounidense Sian Heder.
La inclinación por la primera, un western con un tenso giro emocional y sexual encabezado por un genial Benedict Cumberbatch, bien significaría una distinción a la faceta más intelectual de Hollywood y un comentario sobre el valor de poner en pantalla elaborados recursos narrativos y técnicos que suelen ser ejemplo del «buen cine».
En cambio, la sentida historia de «CODA», sobre una adolescente que debe elegir entre encontrar su lugar en el mundo o permanecer como la intérprete de señas de su familia -con una madre, padre y hermano sordos-, podría también triunfar como el relato esperanzador y cálido que la Academia quiere transmitir en momentos de guerra y Covid-19.
A un día de la gala, queda por verse si la dirección elegida por la Academia dará un tropezón casi fatal o gozará de la coherencia y la prolijidad necesarias para desplegar un evento marcado a fondo por la disputa entre el marketing y el séptimo arte.
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