El acuerdo con el Fondo genera escepticismo social
Tres relevamientos nacionales revelan que la mayoría ve el entendimiento como la mejor salida, pero descree de su capacidad para encaminar la economía nacional.
Dice el diccionario de la lengua española que “expectativa” es la “posibilidad razonable de que algo suceda”.
En economía, se trata de un concepto central. La forma en que los agentes económicos forman sus expectativas, determina el resultado de cualquier programa o política económica.
La teoría de las expectativas racionales desarrollada por el premio Nobel Robert Lucas, indica que los agentes económicos moldean su visión acerca de la “posibilidad razonable de que algo suceda”, en base a toda la información disponible en determinado momento del tiempo.
Significa que trabajadores, empresas, inversores, consumidores, o ahorristas, hacen sus predicciones acerca de lo que puede ocurrir con la economía en el futuro, considerando lo que aconteció en el pasado, lo que sucede en el presente, y el cúmulo de datos acerca de lo que está por venir. En ese conjunto de información, incluyen además sus propios errores en predicciones anteriores acerca de acontecimientos futuros. En pocas palabras, la teoría indica que los agentes económicos rara vez cometen dos veces el mismo error en sus predicciones económicas.
Naturalmente, toda teoría tiene sus grises. La realidad prueba que a menudo, el conjunto de los agentes vuelve a preferir algo que ya demostró ser ineficaz en el pasado.
Como sea, en el trasfondo del escenario, hay agentes económicos que toman decisiones en base a su propia percepción. Y en última instancia detrás de esos agentes lo que existen son personas. Gente de carne y hueso que experimenta carencias, decepciones, pérdidas o incertidumbre, así como éxitos, ganancias, fortalezas y entusiasmos.
Es por tal motivo que tanto a la luz de la teoría como de la experiencia reciente, las expectativas respecto al impacto que el acuerdo con el Fondo Monetario pueda tener en la economía nacional, son un elemento crucial de cara al derrotero de estabilización macroeconómica que se espera en lo inmediato y al inicio de la carrera electoral hacia la Presidencia de la Nación en 2023.
Apoyo y escepticismo
Los relevamientos de opinión que realizan diferentes consultoras privadas, tienen el valor de poner en datos una proyección de las expectativas que los agentes manifiestan en un momento puntual.
Una serie de relevamientos de alcance nacional conocidos en las últimas semanas, reflejan las sensaciones que despertó en la opinión pública el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, su pertinencia en el actual escenario, y las posibles consecuencias que el mismo implicará para la economía en el futuro.
Una primera lectura arroja que en general la población considera que el acuerdo era necesario. Sin embargo la esperanza de que la situación económica mejore a raíz del entendimiento con el organismo, es escasa. Incluso existe una gran porción de personas que cree que el programa que se pondrá en marcha puede significar el inicio de una nueva crisis.
Una medición previa al acuerdo realizada por la consultora D’allesio Irol a nivel nacional, refleja que el 90% de los consultados esperaba que el acuerdo con el Fondo se concretase antes del mega vencimiento de marzo. En general, hay un alto nivel de aceptación respecto a que una salida orgánica en relación al FMI, era mucho menos dañina que un intento de judicializar la resolución.
No obstante, a la hora de responder acerca de si el acuerdo es saludable a la economía en relación a los desequilibrios estructurales y a la dinámica en el futuro inmediato, las expectativas se tornan más pesimistas.
El relevamiento realizado en todo el país por consultora Analogías durante la última semana de febrero, previo al debate en el Congreso de la Nación, es elocuente. De allí surge que solo un 42% de los consultados avala el acuerdo que se firmó, mientras que un 31% está abiertamente en contra.
Respecto al mismo tópico, un reciente relevamiento de la consultora Zuban & Córdoba, realizado en la semana posterior a la aprobación del acuerdo en Diputados, muestra que el nivel de apoyo se incrementó a medida que el debate tuvo lugar en el ámbito político y en la agenda mediática. El estudio muestra un nivel de aceptación del 65% frente a un rechazo del 24%.
Cuando la consulta a los encuestados pasa a ser en cambio si el acuerdo con el FMI ayudará a la economía argentina a estabilizarse y a volver a crecer, crece el escepticismo. En la medición de Analogías, el 58,5% de los consultados cree que no servirá. Implica que casi 6 de cada 10 argentinos descree de las bondades que pueda tener el acuerdo para la economía nacional.
En la medición de Zuban & Córdoba en cambio, la reticencia a los beneficios del acuerdo se reduce al 38,4%, mientras que la mitad más uno (51,5%) cree que el acuerdo puede colaborar para que la economía salga adelante (ver gráfico).
El estudio de Zuban & Córdoba indaga un poco más respecto a la posibilidad de que el acuerdo con el FMI desate una nueva crisis económica. Sorprende el nivel de acuerdo con esa posibilidad: el 42,8% de los consultados cree que ese será el resultado.
El estudio de Analogías en tanto, arroja un semblante claro acerca de la percepción que los ciudadanos de a pie tienen respecto a uno de los problemas centrales de la macroeconomía nacional, el endeudamiento. En este sentido, el 56,5% de los encuestados (nuevamente 6 de cada 10), considera que el acuerdo con el Fondo no ayudará a que la deuda deje de ser un problema para la economía argentina.
El reflejo en la política
Las repercusiones políticas que la firma del Acuerdo de Facilidades Extendidas con el FMI puedan tener, recién comienzan a avizorarse en el horizonte.
El impacto que el entendimiento entre el gobierno y el organismo tiene hacia el seno del oficialismo, queda cada vez más claro.
Hasta el momento, la Vice Presidenta Cristina Fernández no ha emitido públicamente su opinión al respecto. Pero sus voceros tácitos se han encargado de dejar bien en claro el descontento. Del lado del Presidente, llegan gestos de unidad impostada, y en boca del Canciller Santiago Cafiero, esta semana se reconoció que el espacio está en crisis.
La durísima carta que intelectuales kirchneristas dieron a conocer el lunes, no hace más que confirmar las diferencias. Allí no solo le achacan al gobierno su laxitud frente al Fondo, sino frente a los actores de la economía doméstica, con especial énfasis en el fracaso de la política de precios.
“La política gubernamental ha llegado a su punto más trágico: la preparación de escenarios de anuncios donde no se realizan anuncios” dice la misiva de forma textual. “Es la práctica fallida de anticipar políticas que no se concretan: el mismo gobierno genera las expectativas y la defraudación de las expectativas. Es el instante cruel donde la moderación se transforma en impotencia” agrega. La referencia directa al fallido anuncio del inicio de la “guerra contra la inflación” del Presidente Alberto Fernández, es inocultable.
En la oposición no obstante, no todo es color de rosa. Huelen que en la vereda de enfrente la sangre está llegando al río, pero carecen de los bríos de otras épocas como para dar por capitalizado de ante mano el fracaso oficialista.
Hay dos episodios recientes que dejan al descubierto el momento que atraviesa el principal espacio opositor. Uno es que por primera vez en muchos años, la Unión Cívica Radical empieza a soñar con la posibilidad de reinventarse, y lo hace en base a datos ciertos. Gran parte de la territorialidad que logró Juntos por el Cambio le pertenece, en especial en las provincias mediterráneas como Mendoza, Córdoba y Santa Fe.
Uno de los máximos referentes de ese espacio, es el ex Ministro de Economía K, Martín Lousteau. En su discurso durante el debate por el acuerdo con el FMI en el Senado de la Nación, no dudó en afirmar: “Soy liberal de izquierda, pero quiero un estado grande y bueno. Un estado que tenga mejores prioridades, que sea más productivo, más transparente y sobrio en su gasto”. Sus palabras son toda una definición, y todo un límite. Una importante porción de Juntos por el Cambio jamás avalaría la pretensión de un estado grande, sea bueno o sea malo.
En la misma línea, el segundo episodio lo tuvo como protagonista al ex Presidente Mauricio Macri, quien en una entrevista televisiva afirmó respecto a la estatal Aerolíneas Argentinas que “Si no es viable, hay que privatizarla. ¡No tengo dudas! No podemos seguir bancando 700 millones de dólares por año”. Mismo espacio político que Lousteau, receta diametralmente opuesta. Los caminos parecen separarse lentamente.
Los relevamientos de opinión, también revelan un viraje en la percepción de la población respecto a los dos espacios mayoritarios. El informe de Zuban & Córdoba consulta respecto a las expectativas políticas de los encuestados de cara a 2023. El estudio indica que si las elecciones fueran hoy mismo, el 58,7% de los votantes escogería un candidato opositor al gobierno y solo un 27,8% apoyaría al oficialismo.
Sin embargo, lejos está Juntos por el Cambio de apropiarse del mal humor social. Ante la consulta de cuál sería el espacio político que votaría si las elecciones fueran hoy, un 37% elige Juntos por el Cambio, un 28,7% se inclina por el Frente de Todos, y sorprendentemente un 18,5% admite que votaría a los libertarios.
El dato implica que mientras el gobierno, pese a su crisis interna, logra mantener intacta su base de apoyo político, Juntos por el Cambio debe repartir el descontento social con los sectores de ultra derecha reaccionaria.
Tal vez ese sea el motivo por el cual el ex Presidente comienza a mostrarse más afín a una agenda económica ortodoxa que le fue ajena durante su primer mandato, pero hoy logra una inserción cada vez más importante en el electorado, especialmente entre los jóvenes.
Dato
- 6 de cada 10
- Son los argentinos que creen que pese al acuerdo con el FMI, la deuda seguirá siendo un problema.
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