Audios de Whatsapp comprometen al acusado de quemar vivo a Rigoberto Godoy en Centenario
Investigadores de Seguridad Personal reprodujeron los mensajes que envió a amigos y familiares. Pudieron recuperarlos aunque el teléfono del imputado nunca apareció.
Marcelo Contreras es una sombra que corre en la noche de Villa Obrera entre medio centenar de vecinos enfurecidos con Rigoberto Godoy. Pero ningún testigo quiere identificarlo, ni decir que lo vio hacer algo. Es un barrio pequeño de Centenario, recostado contra el río Neuquén, donde todos se conocen. O creían conocerse.
Desde la noche del 2 de noviembre de 2020 saben que son capaces de cometer o consentir un acto de salvajismo. Conviven con eso. Con orgullo o con vergüenza.
A Rigoberto Godoy lo quemaron vivo por un delito que, ahora se sabe, muy probablemente no cometió. Marcelo Contreras está acusado de tirarle un bidón con combustible y prenderlo fuego.
La víctima, cuando esperaba una ambulancia que nunca llegó porque los vecinos cerraron la única calle de acceso al barrio, con todo su cuerpo quemado, murmuró al oído de su hermano Arturo: «fueron los Contreras».
Arturo, que declaró el miércoles, contó que le dio también un apodo que no alcanzó a distinguir. «Chavo, o Chito. No se le entendía, se estaba muriendo. Era mi hermano, me decía ‘siento que me estoy quemando por dentro’, le echábamos agua. No puedo ser más puntual, no estoy preparado para ver algo así», se disculpó ante los jueces Carina Álvarez, Federico Sommer y Leandro Nieves.
Los Contreras son varios hermanos. Dos de ellos, Ángel Eduardo y Alberto Omar, junto con una mujer llamada Laura Beatriz Vergara, recibieron una condena de 3 años de prisión efectiva por instigar el homicidio.
Marcelo no tiene apodo, aunque en el grupo de whatsapp Los Marines, del que participaba, lo tenían agendado como Gordo Chivi. Es un alias prestado, Chivi le dicen a su esposa.
«Tengo cinco litros»
El imputado dejó varios mensajes en ese grupo. Primero incitando a ir a la casa de Rigoberto. Por ejemplo subió un audio: «Yo tengo cinco litros acá, dejá que se prenda alguien más, vas a ver cómo vamos a ir», y publicó la foto de un bidón con algo que parece combustible.
El 3 de noviembre al mediodía, cuando empezó a circular la noticia de que Rigoberto había muerto en el hospital por las quemaduras, el Gordo Chivi se mostró escéptico: «Yo le prendí fuego la casa con auto y todo, no se murió nada».
Con el fallecimiento confirmado, sus mensajes pasaron a un tono festivo y burlón: «Qué buena noticia, ahora vamos a festejar la muerte del maldito rata, le vamos a mandar música».
Y llegó al extremo de proponer ir al cementerio a profanar la tumba y ultrajar el cadáver.
Un testigo del miércoles, Juan Gómez, dijo que Marcelo «se hace el macho, pero no es un macho. Es incapaz de algo así». También ensayó lo que pareció una autocrítica: «Uno opina de cosas por lo que yo venía escuchando antes de Rigoberto, por eso uno opina a veces boludeces». Gómez fue uno de los que incitó, en el grupo Los Marines: «vamos, yo tengo balas». Pero no estaba en Villa Obrera, sino en Vista Alegre, y no se arrimó al lugar de los hechos.
«Borren todo»
Muchos y muchas publicaron esa noche posteos de los cuales se arrepintieron. Uno de los mensajes que circuló por los teléfonos cuando la policía empezó a investigar el homicidio fue: «borren todo».
El defensor de Contreras, Marcelo Muñoz, concentró su esfuerzo en desacreditar los audios y en poner en duda que sea la voz del imputado. Sus contrainterrogatorios a los policías testigos de la fiscalía no respetaron las reglas del sistema procesal adversarial, la fiscal Eugenia Titanti se opuso a varias preguntas y en algunos casos la jueza Álvarez, presidenta del Tribunal, le hizo lugar.
Hoy serán los alegatos, y se sabrá si la fiscalía sostiene la acusación por homicidio simple contra el detenido.
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