Los fascinantes objetos del pasado que derriban mitos de la historia oficial de Neuquén

La ciudad pudo ser una avanzada creación de la masonería. Hace 3.000 años se tatuaban los cráneos de los cadáveres. Sorpresas de antes que interpelan el presente.

Bucear en el pasado con una mirada del presente puede implicar el hallazgo de reliquias que pongan en duda la linealidad de la historia como una lucha de buenos y malos donde siempre gana el bueno.

Un trozo del ducto que traía agua del río Limay al centro de la ciudad de Neuquén tiene un sello con un símbolo masónico con una escuadra y un compás. Este objeto se muestra detrás de un vidrio en el museo Paraje Confluencia -una unión de tres casas de empleados del ferrocarril- en Córdoba e Independencia. La muestra sobre masonería en Neuquén puede ayudar a echar luz sobre las motivaciones para el traslado de la capital del territorio desde Chos Malal.

Objetos con una parte de la historia social de la ciudad de Neuquén pueden apreciarse en las casas de la colonia ferroviaria que hoy es un museo. Foto: Yamil Regules
El escritorio de roble inglés del expresidente Julio Argentino Roca que fue obsequiado a De Nevares. Foto: Yamil Regules
El chalet gris en una réplica de la Casa de Gobierno.
El cerrojo oxidado fue donado por los presos al doctor. Foto: Yamil Regules

Un objeto cónico, casi perfecto, de piedra que se usaba para perforar la piel, similar a lo que hoy conocemos como piercing, pero de pobladores que habitaron Neuquén hace 7.000 años. Al lado se muestra una suerte de polvera con un extracto color ocre que se usaba para pintarse los cuerpos. Se los puede observar en el museo Gregorio Álvarez, una construcción de 1901 que conserva su estilo original.

Se pueden observar puntas de proyectil en perfecto estado. Foto: Yamil Regules
El Museo Gregorio Álvarez. Foto: Yamil Regules
Los piercing que usaban los primeros pobladores cuyos restos estaban en Haichol.
¿Quién tatuó la calavera hace unos 3.000 años? Una duda del pasado en el presente. Foto: Yamil Regules

En el buceo sobre el pasado hay un cráneo que se exhibe en este sitio que tiene una singularidad: está tatuada con un motivo encadenado y en su base hay un punzón. Fue hallada en aleros del Chocón y tiene una antigüedad de entre 2.600 y 3.000 años. ¿Porqué tatuar una calavera? es una pregunta del pasado que interpela al presente.

“Nosotros no contamos lo bonito ni para ser neutrales, creamos debate y eso es muy interesante”, dijo la directora del Museo Paraje Confluencia, Brenda Diez, al contar la razón por la que se busca dar vida mediante muestras fijas (en dos de las cuatro salas) y también temporarias en el sitio que se dedica a la historia de la ciudad de Neuquén. Esa interpelación desde el pasado se pudo observar cuando organizaron un ciclo de charlas sobre las casas de tolerancia que hubo en la zona del Bajo de la ciudad, los mitos urbanos y también la influencia de la masonería en la creación de la ciudad.

Contó que como referencia de la historia urbana reciben herederos de viejos pobladores que pretenden donar objetos de sus antepasados como opción a deshacerse en forma física pero no sentimental. “No podemos recibir objetos sin tener relación con la historia”, afirmó Diez.

Hay una reliquia a partir de la cual puede tejerse la trama de relaciones sociales de los primeros años de la capital del territorio. Un cerrojo de metal irregular con un enorme candado. Fue la primera cerradura que tuvo la Prisión Regional del Sur. Los presos que eran atendidos por el dentista Pianciola, quien incluso los hacía ir hasta su casa para atendernos, se lo obsequiaron como un símbolo de agradecimiento a su tarea. La cárcel tiene un capítulo relevante en la historia de la ciudad. El candado está cerrado y nunca se encontró la llave. Los habitantes de la entonces capital convivían con el presidio que no tenía muros.

El museo de la policía de Neuquén Luis Dewey presenta la historia con cronología. Foto: Yamil Regules
Se exhiben esposas utilizadas para las detenciones en épocas pasadas. Foto: Yamil Regules
El viejo Jeep del Cuartel Central de Bomberos. Fue el vehículo 1. Foto: Yamil Regules

Durante 30 años, los bomberos de la Policía mantuvieron una Willis, una suerte de jeep con una manguera que servía como autobomba para tomar agua y arrojarla al fuego. Fue una de las primeras autobombas que se la puede apreciar, intacta, en el museo Luis Dewey de Montevideo y Corrientes. Allí también se invita a recorrer una página épica de la historia de la policía territorial con la persecución de los bandoleros o imitadores de Robin Hood que se internaban en los recovecos de la geografía patagónica.

La cueva Chenque Haichol se la sitúa al sur de Las Lajas. Los hallazgos de restos humanos en su interior por parte del investigador Jorge Fernández pusieron luz sobre los primeros habitantes que tuvo la provincia de Neuquén que, a su vez, tienen sus competidores con los encontrados en la cueva Traful. Los lajeños datan de unos 7.000 años.

Todo indica que fue una cueva de paso, por una cuestión climática, y según los estratos se pudo encontrar los piercing y hasta aros con una forma muy parecida a botones. Las incrustaciones en el cuerpo se las puede inscribir en un esquema de posicionamiento familiar o social o simplemente como una ornamentación. A su lado una polvera con un elemento ocre muy parecido a la arcilla que se encuentra en inmediaciones de los cursos de agua de la región.

También restos fósiles de roedores que servían como dieta.

En el museo de la calle Córdoba también hay una reliquia que provoca admiración y dudas. Es un mueble de unos dos metros de largo por 1,5 de alto, hecho de roble, sin ningún clavo o tornillo, todo encastrado perfectamente, con cajones tallados a mano con detalles en bronce, pequeños huecos para depositar objetos y estantes en la parte trasera. Es un escritorio que perteneció al presidente Julio Argentino Roca, quien condujo la denominada “Campaña al Desierto” que fue un genocidio contra los pueblos preeexistentes.

“Nunca lo usó, siempre estuvo en el Obispado hasta que lo donaron al museo”, contó Diez en relación con ese escritorio que fue donado por las hijas de Roca a Jaime Francisco De Nevares, también integrante de una familia aristocrática de Buenos Aires. Tras su identificación con la defensa de los Derechos Humanos y enfrentar al poderío militar, De Nevares escribió la historia de la provincia desde que inauguró el obispado.

El escritorio fue donado por Agustín Radrizzani tras la muerte de De Nevares en 1995.

Las calles de la ciudad tenían otros nombres antes de 1920. Estaba la colonia ferroviaria y la tranquera de los ingleses que se puede observar como si fuera real en una maqueta construida por Eduardo Alizeri en 1986. Una obra de arte con una recreación de la historia urbana que integra el patrimonio del museo Paraje Confluencia.

Datos

12.000
años tienen los restos de los primeros pobladores que hubo en territorio neuquino en la zona de Traful.
2
logias hubo reconocidas en Neuquén: Obreros de la luz y La Verdad.

3
museos atesoran las grietas del pasado en la ciudad: Paraje Confluencia, Gregorio Álvarez y Luis Dewey, que guarda la historia policial.

No podemos recibir objetos que no tengan relación con la historia porque, después, el museo es responsable del patrimonio”.

Brenda Diez está a cargo de la dirección del Paraje Confluencia.

De una sociedad secreta a discreta


El dibujo del plano original de la ciudad de Neuquén con diagonales que trasunta un símbolo masón, pero en el lugar donde quedó como un tatuaje es un trozo de un ducto. Estaba en la casa de la bombas en Bahía Blanca y el río Limay hasta que alguien dijo: “esto es un símbolo de la masonería”. En efecto, un compás y una regla en V. El caño quedó ahora guardado tras un vidrio donde se puede observar en el Museo Paraje Confluencia.

Carlos Bouquet Roldán, Eduardo Elordi, Julio Pelagatti y Ferruccio Vergenazzi eran miembros de la masonería. Como hasta entrado el siglo XX estas logias eran secretas, los revisionistas del museo se animaron a titular la charla como: «Un proyecto progresista para la fundación de la ciudad». Se admite que hubo dos logias y que imprimieron su sello no sólo en el diagrama urbano sino también en la formación de la nueva capital.


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