La terminal es la única postal de Bariloche que todos prefieren olvidar
En un verano que hace historia, el sitio adonde llegan y se van miles de turistas entrega una imagen cada vez peor. Hay un compromiso de un nuevo edificio, pero todavía no comenzó la obra.
El dirigente gastronómico Ovidio Zúñiga recuerda con lujo de detalles el diálogo que mantuvo hace casi 25 años con el entonces intendente de Bariloche, César Miguel, cuando le indicó el sitio elegido para edificar la terminal de ómnibus de Bariloche. Eran tierras que Ferrocarriles le había cedido a la Municipalidad.
“No te va a servir ahí, es muy chico”, rememora el dirigente gastronómico que le planteó a Miguel cuando le señaló el lugar. Dice que le recomendó que pensara “a lo grande”, que proyectara “una terminal para los próximos cincuenta años, no para dos años”.
“César me respondió: algo tengo que hacer”. Eran meses de caos por la aguda crisis financiera que enfrentaba la Municipalidad de esta ciudad.
Zúñiga recordó que Carlos Menem era presidente y tenía especial simpatía por Bariloche. Por eso, desde Nación financiaron varias obras en esos años en esta ciudad. Miguel no comulgaba con Menem. De todos modos, consiguió los fondos para financiar su proyecto acotado de terminal. A finales de la década del noventa, en el siglo pasado, Zúñiga era un dirigente con peso propio en el peronismo rionegrino.
Más de dos décadas después de ese diálogo, el dirigente gremial sigue pensando lo mismo. Ese espacio no era el indicado. Y remata, convencido: “Esa terminal siempre fue un galpón”.
Ese triste y desteñido edificio es la puerta de bienvenida para miles de turistas que arriban en decenas de servicios de colectivos de larga distancia procedentes de varias ciudades del país. Y la imagen no es muy grata.
Baños pequeños. Algunos fuera de servicio y a veces en malas condiciones es la carta de presentación. No hay un cajero bancario, la confitería no brilla y es para pocas personas. No hay asientos suficientes para esperas prolongadas, en verano no hay aire acondicionado y en invierno hay días que hasta se corta la calefacción.
Por fortuna, el entorno natural que rodea a Bariloche es demasiado cautivamente para los turistas que, posiblemente, no reparan en los problemas crónicos de infraestructura que arrastra desde hace décadas esta ciudad.
“En el baño de mujeres un solo lavabo se puede usar, no tienen jabón y tampoco papel higiénico”, afirmó Griselda, una turista de San Telmo, Buenos Aires, mientras esperaba por su colectivo para regresar a su domicilio.
“Está más o menos bien. Faltan asientos”, opinó Marisa, también de Buenos Aires. Viaja por lo menos una vez al año a Bariloche y no vio cambios importantes en la terminal local. “Quiero ver sillas el año que viene”, apunta. Aunque aclara que tampoco cree que está todo mal con el edificio.
Esta temporada de verano Bariloche es uno de los destinos preferidos por miles de turistas. Un porcentaje de esos visitantes son usuarios de la terminal. Y las características del edificio no están en sintonía con una ciudad que se promociona como un destino turístico nacional e internacional.
Solo basta comparar la terminal con el aeropuerto de la ciudad para advertir que los separa un abismo.
La gestión del intendente Gustavo Gennuso recauda millones de pesos por la tasa que pagan los turistas por pernoctar en Bariloche. El año pasado, el Municipio percibió 93.574.969 pesos por ese canon, pero la impresión es que poco se asignó para mejorar la terminal.
La expectativa está puesta en la licitación que el gobierno rionegrino lanzó a finales de diciembre pasado, para construir la terminal de esta ciudad, en la avenida Esandi.
La empresa Roque Mocciola Construcciones presentó la única oferta por 1.465.305.000 pesos para hacer la obra. El proyecto tiene un presupuesto oficial de 1.341.817.217 pesos y un plazo de ejecución de 2 años, según el pliego.
Los fondos saldrán de un canon exigido a la concesionaria de los casinos de la cordillera y de Nación.
La terminal es una obra para “el Bariloche del futuro”, destacó el ministro de Obras Públicas de la provincia, Carlos Valeri, en el acto oficial y explicó que el edificio fue implantado en un terreno aportado por la Municipalidad.
Contará con estacionamiento amplio y 24 dársenas techadas que tendrán cánulas fotovoltaicas para el autoabastecimiento de la estructura. En total tendrá 3.744 metros cuadrados, con un área central de informes al público, unas 20 boleterías ubicadas en el centro del edificio y dos alas que tendrán depósitos, tres locales comerciales únicamente, un mini banco con cajero automático, oficina de remises y lockers para equipajes. Además, contará con una amplia sala de espera y dos baterías de sanitarios.
En la planta alta se ubicará una confitería y oficinas municipales.
En el exterior contempla una edificación curva, que se adapta al terreno, con techo parquizado, veredas y un amplio sector de parquizado. La gobernadora Arabela Carreras se ilusiona con cortar las cintas antes de que finalice su mandato.
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