1F: autocracia y bochornos republicanos
Por Roberto Fermín Bertossi
Conforme magnas declaraciones, derechos y garantías establecidas en la primera parte del capítulo primero de nuestra Constitución Nacional: “La Nación Argentina adopta para su gobierno la forma representativa republicana federal, (Art. 1º).
Por su parte y según la supremacía del artículo 93 y concordantes de la misma Carta Magna, “al tomar posesión de su cargo el presidente prestará juramento, en manos del presidente del Senado y ante el Congreso reunido en Asamblea, de desempeñar con lealtad y patriotismo el cargo de Presidente de la Nación y observar y hacer observar fielmente la Constitución de la Nación Argentina”.
Bueno, resulta que el pasado 1 de febrero -quizás con cierta reminiscencia funcional personal-, un campante y rampante cesarismo vernáculo, no sólo ungió a dedo al reemplazante del renunciante Máximo Kirchner en Diputados (¿con pretensión de fuga ética semejante a la otrora de Chacho Álvarez?), sino que avaló por acción/omisión una masiva e insurrecta manifestación popular en contra de la Corte Suprema de Justicia y en favor de su forzosa “implosión”, símil “manu militari”.
En efecto, el presidente Alberto Fernández resolvió que el diputado santafesino Germán Martínez sea el reemplazante de Máximo Kirchner como titular del bloque del Frente de Todos en la Cámara baja.
Tales hechos han quedado atrapados por el sentido y alcance supremo del artículo 36 CN: “Esta Constitución mantendrá su imperio aun cuando se interrumpiere su observancia por actos de fuerza contra el orden institucional y el sistema democrático. Estos actos serán insanablemente nulos. Sus autores serán pasibles de la sanción prevista en el artículo 29 (actos de esta naturaleza llevan consigo una nulidad insanable, y sujetarán a los que los formulen, consientan o firmen, a la responsabilidad y pena de los infames traidores a la patria) e inhabilitados a perpetuidad para ocupar cargos públicos y excluidos de los beneficios del indulto y la conmutación de penas. Tendrán las mismas sanciones quienes, como consecuencia de estos actos, usurparen funciones previstas para las autoridades de esta Constitución o las de las provincias, los que responderán civil y penalmente de sus actos. Las acciones respectivas serán imprescriptibles. Todos los ciudadanos tienen el derecho de resistencia contra quienes ejecutaren los actos de fuerza enunciados en este artículo…”.
De tal manera, cuando nuestra República se encuentra atrapada severamente por autocracias, autoritarismos y/o decisionismos, deberíamos resistir, pacíficamente, mancomunando esfuerzos, coraje cívico e innovación política para avanzar en una tarea tan gravitante como es la de ir plasmando en nuestro gobierno nacional, absoluta y definitiva fidelidad constitucional.
Urgen entonces claras actitudes ciudadanas en orden a fortalecer la política republicana frente a un populismo que, al margen o por encima de la ley, viene desmantelando las instituciones mediante la profanación de libertades y derechos personales, constitucionalmente garantizadas.
Atropellos y bochornos como los de este “1F”, postergan o impiden legitimaciones y legitimidades más racionales que emocionales.
Claramente, supuestas fuerzas políticas nuevas que surgieron como promesas transformadoras, hoy se muestran como defensoras y ejecutoras de renovadas versiones de autoritarismo y autocracia.
No se nos escapa que, entre nosotros, estos seudoprogresismos ya se han traducido, en más de una ocasión, en su afán irracional, tenaz e ilimitado por lograr flagrantes impunidades, lamentables e injustos costos diferidos y/o enriquecimientos ilícitos.
Por último, el desafío de regenerar la política y restaurar la República nos exige sin demora ser activos y comprometidos protagonistas.
Sólo así y recién entonces, podremos visualizar, creer y reconstruir entre todos y todos juntos, un horizonte democrático más pleno, más libre, más diáfano y auspicioso, que nos permita finalmente emancipar la política, consolidar la democracia e ir restaurando en plenitud, toda ciudadanía republicana, reflejada en una clara, noble, cabal y oportuna cultura de la satisfacción.
Experto Coneau/Cooperativismo
Comentarios