General Roca, rodeada de basura

Sinceramente no sabría quién puede explicar qué nos pasa como ciudadanos cuando al circular vemos la infinita basura que lo rodea todo y no hacemos más que contemplarla, en el mejor de los casos.

¿Será que nos hemos acostumbrado a ella como ya lo hicimos también a otras desidias? ¿Será que nos resignamos definitivamente a dejarles a nuestros hijos un lugar cada vez más inmundo? ¿Será que aprendimos a cercenar nuestra conciencia y nos conformamos sabiendo que no somos quienes arrojan esos residuos, sin hacer nada más ante ellos?

Ciertamente es difícil saberlo porque la gestión de la basura es un despropósito casi en cualquier lugar del planeta en el que se mire.

Localmente, para evacuar dudas, sólo hace falta recorrer los caminos rurales de las chacras más cercanas a la ciudad, los baldíos, los canales de riego, los alrededores del aeropuerto o las calles de los barrios más alejados. Incluso lo puedo ejemplificar mejor: aléjese del centro de la ciudad en casi cualquier dirección y a cada paso podrá observar el grotesco y creciente escenario. Pareciera que cada sitio representa una invitación aceptada a transformarse en un lúcido basural.

Sin embargo, a pesar de la cruda realidad, siempre debería quedarnos la esperanza, a aquellos que no queremos resignarnos tan fácilmente, de que el Estado no sea condescendiente con esas barbaries tan cotidianas. ¡Porque la mala gestión de los residuos es una barbarie, aun cuando existan otras incluso peores! Y con no ser condescendiente me refiero a no fingir que el problema no existe o que nada se puede hacer para evitarlo. Pues, así como nadie debería ignorarlo, el Estado es el primer responsable en hacerlo visible y actuar en consecuencia. Me pregunto entonces cómo controla el Municipio la disposición ilegal de residuos. También me pregunto cuántos controles se realizan en aquellos sitios que se han instaurado ante su mirada pasiva como sumideros habituales. Me pregunto qué canales prácticos habilitó el Municipio para que los ciudadanos puedan denunciar situaciones plausibles de ser desvíos. Y aunque sepamos que en muchos casos están dadas las condiciones para que cada ciudadano gestione de manera eficaz sus residuos, evidentemente eso no sucede, pues existen muchos “desaprensivos”, por llamarlos de alguna manera con relativa e inmerecida decencia, que no comprenden ese deber y a cambio lo creen ámbito de su libre elección.

Luego, a la luz de esa diferencia, es un deber del Estado actuar adoptando las medidas que considere necesarias para prevenir el desvío y mitigar sus efectos indeseables…

Sin embargo, la persistente y prolífera basura en los alrededores de mi ciudad no deja de acumularse cada vez más, evidenciando con argumentos irrefutables otro fracaso de nuestra sociedad y sus representantes. Tal vez sea conveniente preguntarnos cómo habremos de solucionar otras barbaries peores si ni siquiera aprendimos a ser responsables con nuestros residuos.

Tal vez sea conveniente también preguntarnos qué justicia hacen algunos funcionarios a los cargos que les asignamos directa e indirectamente.

Leonardo Duboscq

DNI 27091284

Roca


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