FMI: un acuerdo aceptable


Las negociaciones que han tenido lugar con el Fondo Monetario Internacional han arribado a un acuerdo aceptable. Como acontece en toda negociación compleja, cuando las partes hacen esfuerzos para acercar posiciones, deben efectuar renuncias recíprocas hasta que se alcanzan objetivos medianamente satisfactorios para el conjunto. Un punto más o menos de déficit, si la alternativa era un viaje a lo desconocido, no parece que pueda justificar una oposición cerrada al acuerdo alcanzado.

La atención prestada a los acuerdos en materia de reducción del déficit fiscal o de la emisión monetaria, y los debates sobre el esfuerzo que será necesario realizar para alcanzar esos objetivos, han dejado en un segundo plano el aspecto que en nuestra opinión es el más relevante del acuerdo con el FMI: el compromiso para reducir la inflación. La Argentina ha terminado el año con una inflación ligeramente superior al 50,9 %, la que la instala entre los tres países con mayor inflación en el mundo, junto con Líbano (224 %) y Venezuela (686 %). De modo que la decisión política de afrontar el problema de la inflación es el tema más relevante del acuerdo.

Sobre los efectos enormemente perjudiciales de la inflación existe total unanimidad entre todas las corrientes políticas, sean de derecha o izquierda. Como señala Joseph E. Stiglitz, mentor intelectual del ministro Martín Guzmán, en su ensayo “El precio de la desigualdad” (Ed. Taurus), “la inflación es el impuesto más cruel y afecta a todo el mundo de forma indiscriminada, y sobre todo a los pobres que son menos capaces de soportarla”.

Se debate mucho sobre las causas de la inflación. Según el ministro Guzmán, la inflación es “multicausal” y en esa expresión encajan numerosas causas que impulsan la inflación: puede ser estructural por la existencia de sectores muy concentrados; importada por el aumento del precio de las commodities; cambiaria, por efecto de una devaluación; puede obedecer a una puja distributiva; o darse de modo inercial o acomodándose a distintas expectativas. Finalmente, también hay que incluir entre las causas que la impulsan, la emisión monetaria excesiva para cubrir persistentes déficits fiscales.

Cuando un gobierno quiere abordar el problema de la inflación, las herramientas que tiene a su alcance no son muchas. Para liderar ese proceso los gobiernos deben asumir un compromiso firme en alcanzar en un tiempo razonable un equilibrio en las cuentas públicas reduciendo al mismo tiempo la monetización del déficit. Hacerlo de un modo gradual, tratando de evitar una recesión de la economía, ha sido el objetivo proclamado por el ministro Guzmán, lo que se ha traducido en una negociación difícil y prolongada. No es un objetivo imposible y en la medida que nos acerquemos, podremos comprobar que se ha tomado el camino correcto.

* Abogado


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