Alerta invierno: Bolivia ofrece enviar a la Argentina hasta un 35% menos de gas
A días del vencimiento de la adenda contractual las negociaciones son tensas. La caída de la producción boliviana forzaría al país a multiplicar la importación de GNL o líquidos más caros. Preocupación por las usinas del norte.
Con los días contados para el vencimiento de la prórroga dada en la negociación del contrato entre la boliviana YPFB y la estatal argentina Ieasa, por la importación de gas desde el Altiplano, las negociaciones están tirantes y la preocupación por el aprovisionamiento de gas para Argentina sigue creciendo.
El pasado 31 de diciembre venció la quinta adenda vigente en el contrato de importación de gas desde Bolivia que se pactó en 2006. A pedido de los negociadores de Yacimientos Petrolíferos Bolivianos (YPFB), desde Integración Energética Argentina (Ieasa), la exEnarsa, se accedió a dar un mes más de plazo en las negociaciones, pero ese período está llegando a su fin sin que se haya arribado a un acuerdo.
El eje de la discordia es claro: desde Argentina se busca importar la mayor cantidad de gas posible desde Bolivia ante la disparada de los precios del gas natural licuado (GNL) que llega en buques y podría costar en este invierno algo así como el triple del valor del gas boliviano.
La herramienta de presión es el vencimiento de la adenda que habilitaría al país a reclamar el volumen completo del contrato, de 27 millones de metros cúbicos por día, que claramente Bolivia no podrá cumplir y que derivará en un extenso reclamo por las penalidades previstas.
Pero en Bolivia se atraviesa una crisis propia a raíz de la declinación de la producción de sus grandes campos gasíferos que lleva a ese país a negociar año a año una adenda contractual por un menor volumen.
Con dos posturas opuestas, las negociaciones que habitualmente han sido tirantes -en 2020 se cerró el acuerdo el 31 de diciembre- entraron en un terreno aún más duro, con más que perder a cada lado de la frontera.
De acuerdo a la información relevada por este medio, desde YPFB se aduce que en función del declino de sus campos productivos para este invierno no podrían mantener los 14 millones de metros cúbicos por día de piso que se pactaron el año pasado.
El nivel de envíos que desde YPFB habrían planteado para la Argentina es de apenas 9 millones de metros cúbicos por día, un 35,71% menos que el gas enviado el año pasado.
Este menor volumen representa un serio problema para Ieasa y Argentina en general, ya que esa diferencia de 5 millones de metros cúbicos debería ser reemplazada con un GNL mucho más costoso o también con líquidos (en especial gasoil) que son importado y que no todas las centrales térmicas del país pueden utilizar.
Desde Argentina se había estimado que la oferta boliviana estaría en el orden de los 12 millones de metros cúbicos, pero una serie de problemas adicionales al declino de los campos de Bolivia estarían desplomando aún más el gas disponible.
Pero ese no es el único problema con el que se están topando los negociadores argentinos, y es que si desde YPFB se ofreció enviar solo entre 6 y 7 millones de metros cúbicos por día durante los meses de verano.
Con la actual adenda, el piso de los envíos para estas épocas del año es de 9 millones de metros cúbicos, es decir que la diferencia va del 33 al 22%. Y representa un serio problema para las provincias del norte argentino que dependen en gran medida del gas boliviano para hacer funcionar sus centrales térmicas, ya que además en esa zona la producción de la Cuenca del Noroeste argentina tiene también un marcado declino.
Con problemas a la vista tanto para el invierno como para el verano en Argentina, desde Bolivia algunos consultores han propuesto que se reemplace en ese país el gas que hoy se destina a sus centrales térmicas, para poder exportarlo a la Argentina.
La medida estaría recién en estudio, dado que implica un delicado equilibrio en el país del Altiplano entre la generación hidroeléctrica y la proveniente de fuentes renovables, en especial de los nuevos desarrollos solares.
Los actuales volúmenes de producción de gas de Bolivia dan cuenta de que en los mejores días se llega a una extracción de 45 millones de metros cúbicos, con los cuales no solo se debe responder a un mercado interno que demanda no menos de 15 millones de metros cúbicos, sino también a un contrato con Brasil por 22 millones de metros cúbicos, que deja un remanente reducido para enviar a Argentina.
De este lado de la frontera la tormenta perfecta para el mercado argentino se sigue cocinando. A la menor generación hidroeléctrica que están ocasionando las sequías en el Litoral y Comahue, se suma la imposibilidad de despachar más gas desde Vaca Muerta por la saturación de los gasoductos, y un contexto de mayor demanda que forzará a multiplicar la importación si el gobierno espera evitar realizar cortes de suministro.
Pero el mercado externo no solo está recalentado por la crisis global del gas y el aumento del precio del petróleo, sino que también choca con las esmirriadas arcas del Tesoro Nacional que difícilmente podrían responder a un nivel de importación en billetes verdes, como el que se está cocinando para el invierno por venir.
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