Más corazón que cuerpo
No podemos, después de tantas historias de crueldades contra nosotros mismos, cometer la necedad de estar en conflicto permanente.
Hay que controlar la fuerza física, que es inútil y salvaje, y volver a esa llamada interna que valora la exigencia de vivir de acuerdo a la sensatez que todos llevamos inherente, para poder superar el virus mortecino de las inútiles contiendas. En el corazón de la vida, a poco que nos adentremos en su lenguaje versátil, veremos el fundamento de la entrega a los demás, como manera de realización humana. Todos, en el fondo, precisamos ser refugio de alguien. Abramos, entonces, las puertas del tesoro.
No hay mejor aliento que este impulso compartido, en medio de una incertidumbre generada por nuestras miserias y el control de la pandemia, por el aumento de la inflación, la deuda y la desigualdad de ingresos.
Para ello, hay que ser más corazón que cuerpo, más presencia que ausencia o desesperación.
Víctor Corcoba Herrero
corcoba@telefonica.net
Madrid
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